En estos tiempos de corrupción globalizada, la transparencia juega un papel de primer orden. No hay un discurso de los líderes políticos mundiales donde no se utilice el término “transparencia”.

Los candidatos a la presidencia de todos los países del mundo deben de apostar a ésta y contribuir con los organismos que tienen que ver con la fiscalización de los recursos públicos, como son: Las Contralorías, los Tribunales, Cortes y Cámaras de Cuentas, entre otros, porque al final, es a quienes más le conviene contar con instituciones fuertes que protejan los recursos públicos, pues esto representa cada vez, más y mejores inversiones en las áreas vitales de un país, las cuales son las bases para el desarrollo material y humano, tales como: la educación, salud, seguridad ciudadana y social, medio ambiente, agua potable, energía, empleos, viviendas, entre otras.

Cuando un candidato a la presidencia del país más poderoso del mundo admite y se vanagloria de contar con una fortuna de más de 10 mil millones de dólares y que él no presenta su declaración de impuestos desde hace veinte años, mostrándose jubiloso de que es una persona exitosa e inteligente porque se ha sabido aprovechar del código fiscal de ese país, dejando de pagar impuestos por casi un billón de dólares, acogiéndose a la Ley de Quiebras, no le interesa la transparencia, por tanto ¿qué se puede esperar de este señor, si por una casualidad del destino ganara la presidencia de los Estados Unidos?

Es lamentable que este señor, en vez de combatir y prometer la eliminación o modificación de dicha ley, esté enviando un mensaje equivocado al mundo y que esto esté sucediendo en un país, que supuestamente combate la corrupción y que exige el cumplimiento de las leyes a los países pobres como el nuestro.

Es algo que debe llamar mucho la atención a los ciudadanos norteamericanos a la hora de emitir su voto en las elecciones del 8 de noviembre próximo, sobre todo, al ciudadano que gana 10 dólares la hora, que debe presentar su declaración de impuestos todos los años. El candidato a la presidencia de un país que no coloque en su agenda el tema de la transparencia, el combate a la corrupción administrativa, así como el cumplimiento con los objetivos de desarrollo sostenibles, está divorciado de la realidad y difícilmente tenga éxitos en unas elecciones.

El candidato a la presidencia, sobre todo de un país que dice respetar la educación, la justicia y de enfrentar la pobreza, debe constituirse en un paradigma y en un ejemplo a ser imitado por la ciudadanía; debe ser un ejemplo de moral y ética, de responsabilidad, de equilibrio y de cumplir con uno de los deberes ciudadanos, como es el de pagar sus impuestos, no de evadirlos, porque ¿Cómo puede exigir el cumplimiento a los demás? La pobreza se combate enfrentando el flagelo de la corrupción pública y privada.

¿Qué puede esperar el mundo con un comportamiento tan poco ético y moral del candidato Republicano Donald Trump, que no sea un estímulo, un incentivo a la corrupción, a la evasión de impuestos y al fomento de paraísos fiscales, los cuales están destruyendo a los países pobres, pues los beneficios que en ellos generan las grandes transnacionales, están exentos del pago de impuestos?

Este candidato se ha procurado muchos frentes en su contra pero el más importante es el de que no rinde cuentas de sus operaciones comerciales y financieras; no presenta su declaración jurada de sus bienes y la del pago de sus impuestos. ¡Que Dios nos coja confesados!