Tengo un interesante libro aquí conmigo y en sus páginas, que no son más de 200, se puede notar que se trata de temas históricos.
Cierto: no es un mérito que solo tenga 200 páginas, pero tiene lo que otros: está bien editado. El tiempo no lo ha deshojado lo suficiente como para que no pueda leerse. Como se dice en sus primeras páginas, está escrito en Ciudad Trujillo, 1953. Eramos otro país.
Me refiero a un libro pequeño que ha sobrevivido al paso del tiempo: al lado está algo de Umberto Eco –El Cementerio de Praga, publicada en el 2010, con la traducción de Richard Dixon–, que llegó a mí por pura casualidad. Algunos libros te encuentran y no te abandonan hasta después de algunos años. Tres décadas con un libro? Es normal.
Este libro, el primero, es el de Troncoso de la Concha, con un sobrio prólogo de Ramón Emilio Jiménez. Muchos aspectos históricos de la vida de Santo Domingo están allí. Cuando lo leemos, nos damos cuenta que eran otros tiempos. La ciudad era otra y la realidad de la gente era otra también. El tiempo pasó y todo cambió como en un caleidoscopio que cambia el diseño de los colores. Los temas tratados allí tienen la intención de ser entretenidos.
En los años de su publicación, no creo que fue muy leído, como a veces uno no escucha todas las canciones de Oasis.
Como le he dicho a alguien, el libro también tiene una ventaja: son problemas históricos, desmenuzados, como el atún en agua o problemas (el salario), en la prosa sistemática de Adam Smith. El libro tiene la particularidad de que se trata de curiosidades históricas como la llegada de los ingleses y la posterior retirada, y otros temas: El caso de Perdomo y Trujillo, El fraile de la Merced, La Contraparcó, La casa del sacramento, Dos casos de inquisición, dedicado a Luis. E Alemar, El vuelo de José Pajarito, El muerto que recordó, La historia del primer quinqué, y otros artículos.
Después de estos meses de confinamiento, uno llega a otra conclusión: el proceso ha magnificado los tiempos de lectura. Asimismo, han aumentado las visualizaciones de Netflix. De modo que hay que espiar a Gillian Anderson –Shag Specialist, en su cuenta de Instagram–, la bella Gillian en su importante papel de Margaret Tatcher. Otros la preferimos como Scully o como esa chica que dio una rueda de prensa en Argentina, vestida de un simple suéter. Ella es una de las mejores actrices en el mercado hoy.
Como ha demostrado en sus principales entrevistas, ella es suave, y sabe cómo hablarle a la prensa. Creo que hay un video de Youtube que le da cobertura a esa rueda de prensa. La hemos visto en otras películas. Pero podemos decir que su mejor papel es Scully. Su personaje sería aprobado por Conan Doyle.
En las últimas semanas, las quejas del gobierno británico han hecho que Gillian salga a defender la serie The Crown que es cierto que trata sobre temas reales y sobre personajes reales. El tratamiento que se hace de Diana Spencer y del príncipe Carlos, no les parecía –al gobierno–, buena idea. Esa es la razón de la protesta.
La gente se pregunta por libros de Umberto Eco, y se pregunta también por la obra periodística del autor del Nombre de la Rosa y otros libros. Me refiero a Lector in Fabula –con traducción de Ricardo Potchar, publicado en 1979–, un libro que leí en los noventas. Eco tiene otros grandes libros, y ahora –con Número Cero, publicada en el 2015, ambientada en Milán y Lago de Orta, con traducción de Richard Dixon y Helena Lozano Miralles–, está como a la moda.
Nota: Con el tiempo, otros descubrirán otros misterios, pero lo cierto es que cuando tienes los libros firmados por sus autores, o por los hijos de sus autores, el ejemplar toma mayor valor bibliográfico. La crónica abarca otros períodos. Se preservan como asuntos a los que volver, más ahora cuando el tiempo te dice que abras algunas ediciones antiguas.