La prensa del jueves informó de unos gastos que tuvieron los congresistas por concepto de “habichuelas con dulce”. En República Dominicana no salimos de un bochorno ni de una vergüenza colectiva, ajena o individual.
Las cifras que se podían leer oscilaban entre los 50 y los 100 mil pesos para “habichuelas con dulce” y a seguidas se explicaba que eso hizo suponer que algunos recibieron hasta 75 mil pesos para “habichuelas con dulce” en el entendido de que ese dinero era, supuestamente, para repartir entre la cáfila de seguidores indigentes que tienen nuestros congresistas.
Ya habiendo perdido la vergüenza, esos, los congresistas, hasta rieron ante periodistas que preguntaron sobre la peculiaridad, haciendo notar que la gente cree que ellos son ricos y les piden para todo y ellos les deben complacer en Semana Santa obsequiándoles entre 1,200 y hasta 2,000 para “habichuelas con dulce”
La subcultura de la mendicidad, del pordioserismo, de la indigencia, no deambula al azar por las calles de nuestras ciudades, discurre por las redes, por teléfonos, y hace presencia en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia y es alimentada y sostenida por el parasitismo ideológico que compra desde cédulas y votos hasta conciencias ciudadanas.
En las dos caras de la moneda real que manoseamos en las redes, se pueden ver las contradicciones de usos y conceptos que se propalan, entre Uruguay, por ejemplo, y la República Dominicana. Alguien montó una foto del presidente Mujica, del Uruguay, descendiendo de su carro, un viejo modelo de cepillo (Volkswagen) azul (no puedo precisar el año) y lo exhiben al lado de un súper lujoso automóvil del Senador Reynaldo Pared Pérez.
Les ponen sus precios debajo. El de Mujica 18 mil dólares, el de Pared Pérez 475 mil dólares.