En el Batey Lechería, en Villa Altagracia, República Dominicana, entre cañas, bueyes, trabajadores y trabajadoras, nació la niña Sonia Pierre, el 4 de julio de 1963, cuando ya las mariposas de San Juan arropaban las orillas de los ríos y en Baní faltaba por celebrarse dos Sarandungas.
La realidad del batey la golpeó desde que abrió los ojos, pero Sonia nació cimarrona, rebelde, y a los 13 años, coorganizó una protesta de cinco días pidiendo mejores condiciones de vida, herramientas más adecuadas para el trabajo y aumento de salarios para los trabajadores. La maquinaria represiva no consideró la edad y fue arrestada por agitadora y subversiva. ¡Desde pequeña mostró lo que iba a ser!
Sonia creció conviviendo con la injusticia, con la explotación de los trabajadores haitianos en los ingenios azucareros, con las discriminaciones y los abusos a los dominicanos (as) descendientes de haitianos, como ella, ya que sus padres eran haitianos, que habían venido a trabajar, a dejar su sudor, su sangre y su vida en los campos de caña, contribuyendo con su trabajo al desarrollo del país y hacer más ricos a las élites voraces.
Sonia se convirtió en una activista y defensora de los derechos humanos, en una luchadora en contra de la discriminación y el racismo, defensora de los derechos de los haitianos residentes en dominicana y de los dominicanos descendientes de haitianos, destapando la caja de pandora de la represión, azuzando los mil demonios de los falsos y fanatizados “nacionalistas” y de los sectores retrógrados oficiales del Estado.
Con un grupo de mujeres activistas, fundó el Movimiento de Mujeres Dominico-Haitianas (MUDHA) para institucionalizar la lucha por los Derechos Humanos y la defensa de los trabajadores haitianos y dominicanos descendientes de haitianos, así como el bienestar de la vida en los ingenios azucareros.
Su lucha fue tenaz, valiente, desigual, difícil, pero no desmayó ni se arrepintió nunca. No hubo dinero para comprarla. En el 2005, recurrió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos con un caso dramático de dos niños de descendencia haitiana, Yeam y Bosicó, los cuales habían nacido en dominicana, a quienes se les negó su acta de nacimiento en los organismos oficiales. La Corte internacional condenó esta decisión y ordenó que se les entregara su acta de nacimiento a las cuales tenían derecho.
La reacción del Estado fue radicalmente opuesta a esta decisión y la Suprema Corte de Justicia, determinó que los trabajadores haitianos estaban de tránsito en el país, sin importar los años, y “que sus hijos, por lo tanto, no tenían derecho a la ciudadanía dominicana”.
La reacción contra ella fue brutal, suprimiéndole la nacionalidad dominicana que poseía, argumentado en el supuesto expediente de que ella había falsificado su acta de nacimiento y tal como afirmó Sonia: “Si hubo algún error, fue responsabilidad de algún empleado del gobierno, no de parte nuestra”. Aun así, se mantuvo la decisión oficial de la supresión.
Pero Sonia no se arrepintió, siguió su lucha con determinación y se convirtió en el símbolo de la mujer indomable, rebelde, que no pudo ser amedrentada, que no claudicó, a pesar de ser una mujer sensible, amorosa, tierna, pero de firmes principios y determinación cimarrona. La justicia social, la igualdad, la no discriminación eran sus banderas de lucha y el pueblo era su trinchera de honor! ¡Era el símbolo de la dignidad!
Sonia creció, trascendió en su lucha a nivel internacional, como símbolo y como ejemplo. En reconocimiento le fue otorgado en el 2003, el galardón para los derechos humanos Ginetta Sagán, en el 2006, el premio Robert F. Kennedy Human Rights Award, el cual le entregado en un acto solemne. En el año del 2008, recibió el Premio Giuseppe Motta, en el 2010, el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje. Y en reconocimiento póstumo, en el 2016, el Departamento de Trabajo de Estado Unidos, le otorgó el Premio Iqbal Mash.
Pocas mujeres en la historia dominicana, y del Caribe y América Latina, han obtenido tantos reconocimientos por su lucha por los derechos humanos, por la defensa de la justicia de nuestros pueblos como Sonia. ¡Sonia es un orgullo para nuestro país!
Por eso, Edward “Ted” Kennedy, afirmó que “Con certeza puedo afirmar que Sonia es uno de los seres humanos más abnegados, valientes y compasivos de mi generación. Sonia está muy cerca del top ten de mi lista de heroínas”.
Tuvimos unas relaciones de amistad larga, donde la respetaba y la admiraba, por ser una de las mujeres excepcionales, de la cual uno siente orgullo de conocerla, de una mujer símbolo, de un icono, de una leyenda, que al mismo tiempo era de carne y hueso, sensible y apasionada. ¡Se podía estar en desacuerdo con ella, pero esto no disminuía su grandeza!
El 4 de diciembre del 2011, un infarto fulminante al miocardio, le quitó la vida, en su batey, una vida de tanto valor. Sé que cumplió su misión y fue a descansar de tanta incomprensión, de tanto odio, de tanta hipocresía, de tanta mentira, de tanta discriminación y de tanta injusticia. A nivel oficial, la respuesta ha sido el olvido. Pero llegará el día de la justicia, para entonces reconocerla y poder medir su grandeza y su generosidad, la lucha por la paz y la comprensión de los dos países de su corazón: Dominicana y Haití.
Sentí profundamente su partida, fueron varios días de tristeza y aún hoy, hay días de nostalgia por su ausencia, pero ella tiene un lugar en mi corazón y en mis recuerdos. ¡Se te hará justicia, hermana, te ganaste la nacionalidad de la gloria, el reconocimiento del pueblo y la bendición de dos patrias!