Para salir del gobierno de los 12 años en 1978, fue necesario un proceso amplio y continuo de movilización de masas, que inició con mucha fuerza tras la caída del Coronel Caamaño en 1973, creció mucho en 1974 alentado por el Acuerdo de Santiago, y continuó el mismo 16 de mayo de aquel año.

Ese proceso de lucha, que involucró a casi toda la izquierda y al PRD de Peña Gómez, creó en el país un ambiente de cambio que se podía tocar en el aire.

Las masas movilizadas construyeron un casi consenso para el cambio de gobierno.

Junto a esto, la Internacional Socialista de la cual Peña Gómez era Vicepresidente para América Latina y el Caribe, movilizó la opinión pública en capitales de Europa, reclamando a Balaguer respeto al principio de la alternabilidad del poder.

Más, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, entonces con el presidente Jimmy Carter a la cabeza, consideró que su proclamada política de "defensa de los derechos humanos" se ponía en entredicho si permitía que el Dr. Balaguer se mantenía en el poder apelando a sus conocidas trampas.

Sólo cuando todos esos factores se juntaron, fundamentalmente el del pueblo movilizado, una gran parte del empresariado dio señales de apoyar el cambio político. Debe recordarse el comunicado de Popy Bermúdez en representación de un grupo de empresarios, diciéndole al gobierno que acatara la voluntad del pueblo expresada en las urnas.

Hacia el cambio de 1978, no hubo un pacto político con el PRD. Lo que si hubo fue una decisión popular arroyadora de salir del gobierno de Balaguer, y el PRD era el partido mejor habilitado para canalizar electoralmente ese sentir popular, e hizo discursos, se colocó en una actitud de ventanas abiertas frente a los diversos sectores sociales, y se convirtió en el canal.

Con todo eso, Balaguer hizo trampa para quedarse con el control del Senado y con éste, de la Justicia; lo que en parte permitió a los balagueristas cubrirse de las pesquisas por los crímenes políticos y desfalcos de recursos públicos cometidos.

Con toda su voluntad represiva, el de los 12 años era un gobierno más débil que los del PLD; por todo lo que se sabe en materia de control y uso de todo el aparato del Estado que este partido ostenta, y por algo que es muy importante a considerar: la imposición de sus valores en buena parte de la sociedad.

Siempre hay factores que hacen diferentes las circunstancias politicas. Ahora no hay un Peña Gómez al frente del PRD o su derivación en PRM; la Internacional Socialista es una caricatura y está del lado del gobierno; hay una veintena de aspirantes a la candidatura presidencial; el mercado, incluso el de conciencia está consolidado, como mecanismo rector de la vida económica y social, y muchos elementos más que hacen diferente la coyuntura actual a la que se configuró entre 1973- 78.

Pero ahora, es igual de claro, que aquella vez, que para que haya cambios democráticos, es necesario un cambio de gobierno.

Es necesario un ambiente de punto de partida nuevo, de aire de liberación, de cambio.

Si en un supuesto, los cambios políticos que protestamos, los llevara a cabo el PLD, estos aparecerían ante la conciencia colectiva como demagogia, y no aportarian el frescor ni la energía social para echar el país hacia delante. El país seguiría sumido en el desconcierto, en la abulia política.

En buena parte del pueblo existe ese deseo de cambio. La Marcha Verde del domingo 12 de agosto, expresó ese deseo.

Pero falta que ese deseo se exprese en una salida política, en una fórmula. De estas también hay elementos en el país, pero dispersos.

La cuestión ahora es, seguir con el pueblo movilizado, y en medio de este, construir la fórmula política que de salida al gobierno PLD .

Por supuesto que en en la coyuntura 1973- 78 hubo actitudes y posiciones políticas tangentes a lo que requería el momento, y algo hicieron para favorecer el continuismo. Debe recordarse que el peledeismo, hizo una apuesta a desconocer el triunfo de Don Antonio Guzmán y el PRD, como lo hizo Vincho Castillo.

Si la historia es ciencia, y las conductas políticas de los seres humanos obedecen esencialmente a intereses y realidades sociales, entonces debemos tenerlos en cuenta; para hacer las lecturas adecuadas de los comportamientos de los grupos y dirigentes en la coyuntura que se está configurando.

Ahora también habrá tangentes, y es de esperar, que el pueblo movilizado como aquella vez, las haga mínimas.

Pero también es de esperar, y más que esto, reclamar, que el PRM tenga en cuenta la enseñanza popular: da más el que tiene más.

Y no se trata de dar funditas, cargos públicos, ni nada material, sino de entender que siendo el más desarrollado de la oposición, entender a conciencia, que no gana sólo, que necesita aliados, grandes o pequeños.

Dar, mejor dicho, proponer, políticas democráticas, actitud democrática para la toma de decisiones; voluntad de cambios, y de integración con los demás, para hacer de un Nuevo gobierno una ocasión para una Nueva Transición Democrática, o de reformas, que cambien el país para lo bueno, y lo inhabiliten para lo malo que está ocurriendo bajo la jefatura del PLD.

Dar confianza de que cumplirá lo pactado.

Una actitud conservadora, prepotente y cerrada, que es contraria a lo que hizo siempre Peña Gómez, da oportunidades a las políticas tangentes y lleva agua al continuismo de la marca PLD.

En todo caso, este no es momento para Alianzas electorales; sino para impulsar la lucha de masas y el debate de propuestas políticas, con el propósito de generar un ambiente nacional de cambio, y en medio de este, y en el momento oportuno, discutir y pactar una fórmula política.

En este proceso, es bueno que cada opción política procure desarrollarse, e incluso con la voluntad de convertirse en la mediación política principal para el cambio de gobierno.

No es descabellado que surja incluso un Polo Alternativo, si es que este se inscribe en la idea de que lo fundamental es derrotar al PLD en el 2020, y hacer de ese hecho el punto de partida para cambios al régimen político.

Lo que diga la realidad, cuánto se acumule en ese esfuerzo, sería determinante para la toma de decisiones al momento de decidir la fórmula política que pueda derrotar a la marca PLD .

Pero, si el Polo Alternativo, armado en el discurso de búsqueda de una " segunda vuelta", se constituye como fin en si mismo contra los datos de la realidad, entonces es otro " juego a la ruleta rusa", funcional al continuismo.

Aprender de la historia es tener en cuenta que "segunda vuelta" hubo para cerrarle el paso a Peña Gómez en 1996. Luego jamás ha ocurrido.

Un gobierno como el de la marca PLD se derrota por KO.

Es nuestra reflexión al corte de la coyuntura actual, y un corte de coyuntura, es una medición de la correlación de fuerzas actual.