El título de la entrega del día de hoy constituye con mucha probabilidad la última frase que muchas de las víctimas de feminicidios han escuchado antes de dejar solos en esta tierra a sus hijos, muertas a manos de los hombres que cobardemente prefieren premiar con adrenalina y sangre el machismo, nacido de la falta de educación plena y valoración al "lujo de ser mujer", heredado de un sistema patriarcal sembrado en el "tuétano de los huesos" de muchos que respiran, dejando con estas acciones plagadas de irracionalidad, a muchísimos niños y niñas sin familias a expensas de las dadivas económicas y emocionales de los vecinos y el Estado.

El término inicialmente conocido como "femicidio", fue utilizado tanto por las autoras Diana Russell y Jill Radford en su obra "Femicide. The politics of woman killing", como por la escritora Mary Anne Warren en el año 1985 en su libro "Gendercide: The Implications of Sex Selection". Estos conceptos fueron llevados al idioma español por la feminista mexicana Marcela Lagarde como "feminicidio", siendo acogido este, frente a otro denominado "genericidio".

En los actuales momentos, dicho término ha sido adoptado para referirse especialmente al "acto mediante el cual un hombre mata a una mujer con quien tenía una relación sentimental", lo cual constituye un acto irresponsable de disgregación familiar, afectando de manera irreparable a este entorno que es el principal núcleo de la sociedad.

El feminicidio como tal no está contemplado en nuestra legislación, aunque como todos saben el homicidio y el asesinato como conductas antisociales si lo están en el artículo 295 y siguientes de nuestro Código Penal. También en esos articulados podremos identificar los tipos penales de parricidio, infanticidio y envenenamiento, quedando estos tres últimos, el asesinato y el homicidio, sancionados con una pena máxima de 30 años de reclusión mayor, sin embargo, para el caso del homicidio sólo conllevaría la pena antes citada, si su comisión "precede, acompañe o siga otro crimen" o que dicho homicidio haya tenido por objeto "preparar, ejecutar o facilitar un delito", como por ejemplo la comisión de un robo.

Debe llamar la atención de nuestras autoridades los cambios que a nivel internacional viene sufriendo el derecho penal como consecuencia del estudio profundo de los diferentes sistemas sobre la base de la dogmática penal, a propósito de la sentencia que de mayor trascendencia que en materia de feminicidio se haya rendido, y nos referimos a la que dictara la Corte Interamericana de Derecho Humanos, en fecha 16 de noviembre del 2009.

Dicha decisión, considerada por muchos expertos como "ejemplarizadora", trata el caso del asesinato de varias jóvenes mexicanas de Ciudad Juárez, cuyos cadáveres fueron descubiertos en el año 2001, en un lugar conocido como "campo algodonero". Los cuerpos de Laura Ramos, Esmeralda Herrera y Claudia González, de 17, 15 y 20 años, respectivamente, mostraban signos de que fueron violadas y muertas con extrema crueldad, y frente a la insistente negligencia de las autoridades mexicanas, las familias de estas decidieron llevar el caso hasta la Corte Interamericana de Derecho Humanos.

Luego de una larga espera, ya en el año 2009, la Corte condenó a México como país, considerándolo responsable de feminicidio, declarándolo culpable de "violentar el derecho a la vida, la integridad y la liberta personal y de no investigar adecuadamente las muertes". Asimismo, en dicha sentencia también fueron impuestos a dicho país una cantidad de deberes tendentes a impedir los feminicidios en su territorio.

Algunos doctrinarios la han considerado populista, sin embargo, entiendo es una decisión digna de ser estudiada a profundidad.

Los feminicidios en nuestro país no cesaran si las familias no dan un giro extremo a los procesos de formación de nuestros hijos. Los padres dando y demostrando amor a sus compañeras, y los hijos sirviéndose de esos modelos anti patriarcales y de reconocimiento amoroso al ser más preciado de la tierra: una madre.

Los comerciales de prevención a la no violencia contra la mujer ayudarán, pero, no sanaran a los hombres abusadores. Necesitamos hombres y padres comprometidos en la labor de prevención y menos mujeres que reclamen derecho a la vida. Necesitamos hombres y mujeres que si no pueden estar al lado de sus parejas, le permitan hacer nuevas vidas y formar mejores familias funcionales. Se necesitan hombres que sustituyan el título de este artículo por uno que se lea "mejor te amo".