Vivo en el barrio Las Flores en San Cristóbal. Una parte importante de mis empobrecidos vecinos vive en tierras que en otro tiempo formaron parte del cauce del rio Nigua. Invariablemente, tal y como ocurrió el pasado 24 de agosto, cuando llueve mucho en poco tiempo el rio sube y la gente reedita un drama que incluye perdidas de vida, pertenencias y generalizada desolación.

Me parace que la ocasión se presta para recodar, a 75 años del asesinato del poeta granadino Federico García Lorca, su discurso 'Medio pan y un libro', al momento de inaugurar la sencilla biblioteca de Fuente Vaqueros, su pueblo. Las palabras del famoso poeta tienen el valor de recordarnos que el hambre de muchos dominicanos no sólo es física sino espiritual, que la fundita no basta, que la sed no se calma sólo con agua, sino también con libros, herramientas básicas para la superación que sigue siendo prácticamente imposible para demasiados.

Septiembre de 1931:

"…No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas, es convertirlos en esclavos.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? …

….Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz¨.

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