Desde hace varias semanas hemos visto como ciertos pueblos del medio oriente se han despertado en contra de la opresión y del abuso de sus gobiernos en aras de romper las cadenas que los mantenía atados; primero fue Túnez, posteriormente Egipto y como si se tratarán de fichas de dóminos, este sentimiento en contra de gobiernos corruptos, represivos y autócratas se ha esparcido por todo el medio oriente, preparando el terreno a lo que podría ser una incipiente democracia.

La última rebelión de las masas se ha dado en Libia, quien a diferencia de las demás naciones en medio de conflictos, es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, donde ocupa el octavo lugar dentro de los productores, con una reserva estimada en 36,000 millones de barriles del llamado oro negro, produciendo entre 1.5 y 1.6 millones de barriles de petróleo al día.

El mercado ha respondido a estos conflictos con una continua escalada en los precios del petróleo y del oro, temor lógico dado que las revueltas han tomado lugar en países de gran incidencia geográfica sobre este importante recurso energético. El barril Brent, que es el utilizado como referencia en Europa y el barril de West Texas que es el utilizado como referencia es Estados Unidos aumentaron su valor, superando ambos la barrera de los 100 dólares.

Esta incertidumbre geopolítica no solo afecta la volatilidad del precio en el corto plazo de este importante carburante, sino que atenta contra la recuperación económica mundial, dada la demanda inelástica de este bien por parte del resto del mundo. De seguir el nefasto camino que lleva, es muy posible que se repita un nivel de crisis parecido al del 2008 ante la falta de estabilidad en el suministro de petróleo.