El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) define medio ambiente como "el conjunto de circunstancias culturales, económicas y sociales en que vive una persona" mientras que la acepción de economía según el mismo diccionario es "la ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos."

Los elementos imprescindibles para producir los bienes y servicios que consumimos, son aportados por la naturaleza que nos proporciona: recursos no renovables (que son limitados) y recursos renovables, los cuales tienen una capacidad de reposición limitada que no debe ser superada, para poder garantizar su disponibilidad en cantidad y calidad adecuadas y no provocar el agotamiento, la extinción o la merma de poblaciones debido a la sobre explotación.

Los ecosistemas tienen una capacidad limitada para producir bienes y servicios orientados a satisfacer las necesidades de los seres humanos.  Dicha capacidad, condiciona los ritmos de producción ya que, el flujo de materiales depende no solo de factores económicos (tipos de mercado y precios) sino también de los límites físicos impuestos por la naturaleza.

Los flujos de la naturaleza son pues, el sustento de los flujos de la economía.  La capacidad de generación de riquezas de una sociedad así como la salud y la calidad de vida de las personas dependen de la calidad del medio ambiente así como de la disponibilidad y la adecuada conservación de sus recursos.

Esta disponibilidad de recursos, condiciona la viabilidad de cualquier sistema económico ya que los mismos no se pueden sustituir ilimitadamente a un ritmo creciente. La actividad económica de producción y consumo, demanda cada vez más recursos naturales sin tomar en cuenta que muchos de estos no son ni infinitos ni renovables.

La destrucción del medio ambiente es una de las causas estructurales del subdesarrollo. El modelo de crecimiento económico de la República Dominicana, se ha basado en una expansión urbanística acelerada y no armonizada, que afecta negativamente nuestro entorno y promueve el derroche y la contaminación provocando además flujos migratorios y consecuentemente, asentamientos humanos improvisados y precarios reproduciendo un patrón insostenible que afecta negativamente la calidad de vida de nuestros ciudadanos.

Garantizar el derecho de acceso al agua potable, al aire limpio, a la seguridad alimenticia, a la tierra no contaminada[1], a una vivienda digna y a un saneamiento seguro solo es posible si contamos con recursos naturales suficientes y hacemos una adecuada gestión de los mismos.

Para ello, es fundamental que en el proceso de toma de decisiones, los aspectos de protección y adecuada gestión del medio ambiente, la planificación y el desarrollo compartan un marco general de actuación de manera conjunta. No hacerlo implicará que el país no pueda contar con políticas energéticas, industriales, agropecuarias, de transportes, etc. concebidas como ejes interdependientes del desarrollo nacional.

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[1] Derechos consignados en los artículos 66 y 67 de la constitución política de la República Dominicana promulgada en enero de 2010