La vida social en los estratos pobres tanto en comunidades rurales como barrios urbano-marginales está caracterizada por la solidaridad. El apoyo y la solidaridad se expresan en el tejido social con la conformación de redes informales que se estructuran a partir de distintos tipos de actividades. Algunas de las actividades que se articulan son las siguientes:

1-Actividades domésticas. El lavado, la preparación de los alimentos y la limpieza cuenta con el apoyo entre vecinas que se manifiesta en el préstamo de objetos y de electrodomésticos como mencionábamos anteriormente. Cuando una vecina compra una lavadora la pone a disposición de las vecinas que no tienen, o si se le daña la licuadora o necesita un anafe porque se le acabó el gas, cuenta con los artículos de este tipo que poseen las otras vecinas para realizar sus actividades domésticas.

2-Salud y enfermedad. El apoyo y la solidaridad en los casos de problemas de salud y enfermedad que ofrecen la gente a una vecina o un vecino es muy variado. Este apoyo se muestra en:

*Préstamo de medicinas o de dinero para comprarlas
*Elaboración de  remedios caseros con hojas y raíces
*Acompañamiento al médico en casos de emergencia
*Cuidado de los niños y las niñas cuando se produce un parto o una salida de emergencia.

3-Apoyo en casos de muerte. Cuando se muere una persona en el barrio todo el vecindario acude a apoyar la familia para suplir necesidades afectivas y de acompañamiento durante los 9 días. Igualmente se produce el apoyo económico con la recolecta en el barrio para la compra de la caja y artículos necesarios para el funeral así como para la celebración de los 9 días. La celebración de la muerte es un acontecimiento de mucha trascendencia en la vida cultural de la sociedad dominicana y el vecindario entra en “luto” en solidaridad con la familia afectada.

Todas estas redes de apoyo y solidaridad tienen como sujeto protagónico a las mujeres. Son las mujeres quienes en los barrios y comunidades rurales se movilizan y movilizan al resto de la comunida articulando el tejido social y permeándolo de horizontalidad.

La presencia del COVID 19 no necesariamente ha provocado rupturas significativas en las redes de solidaridad y apoyo. Por el contrario, se ha producido un fortalecimiento del apoyo a través de los remedios caseros, la medicina popular. La medicina popular que tiene una tradición histórica en nuestra sociedad, sosteniéndose del fuerte vínculo ancestral con las plantas y la naturaleza.

Esta medicina popular ha sido la respuesta de resiliencia colectiva ante una pandemia que se extiende y que aparenta ser una amenaza a la vida de gran parte de la población. Sus fuertes raíces en la vida social se han fortalecido con la sabiduría empírica en el manejo de los productos naturales, hojas, frutas, raíces que tradicionalmente han sido utilizadas para el tratamiento de enfermedades respiratorias e infectocontagiosas en los sectores populares. La medicina popular se convierte en un eje de cohesión en las comunidades donde la población se resiste a mantenerse aislada y crea mecanismos de sostenimiento de sus relaciones primarias y la reciprocidad.

En medio de la situación de emergencia que se vive en las comunidades pobres tanto urbano-marginales como rurales por la presencia del COVID 19 se hace necesario el desarrollo de acciones que tomen en cuenta y fortalezcan la presencia de este tejido social con liderazgo fundamentalmente femenino e informal, así se garantiza una mayor cohesión social en las comunidades y se logra una mejor salud mental en la población que reside en ellas.

Fomentar la alegría desde actividades culturales que se desarrollen desde el hogar, pero en coordinación colectiva contribuiría a disminuir el ambiente de pánico y tristeza que genera el confinamiento, la cuarentena y la crisis socioeconómica provocada por la incertidumbre.