Al novio de la joven asesinada por policías la semana pasada hay que reconocerle el valor de enfrentarse a criminales con más entrenamiento, experiencia en peleas a tiros y decisión en usar fuerza letal para lograr sus fines.   Estar consciente de esa desventaja en habilidad y temeridad con respecto a quienes tienen por oficio iniciar acciones violentas para apoderarse de lo ajeno, es más común de lo que se piensa.

Entre quienes portan armas para su defensa, no creo que predominen los fanfarrones, que las exhiben e inventan cuentos sobre su puntería.  Tampoco los que en serio creen que, llegado el momento de la verdad, se desempeñaran airosos como su héroe preferido de películas de acción.  Creo que domina la modestia, pensar que lo suyo es voltear hamburguesas y destapar pequeñas, no intercambiar disparos con profesionales.  Pocos rezan para que Dios los ponga en situación de peligro en su contra, para probar su valor y justificar la inversión en la pistola. Todo lo contrario. Es una  oración al levantarse para pedir a Dios que no tenga que usarla;  de gracias en la noche por la bendición concedida.

A diferencia de la mayoría de pequeños empresarios como él, ese joven valiente tomó la decisión de portar un arma de fuego para proteger su vida y las propiedades de que depende su sustento.  Esta es una inversión sustancial en el país, desde que una ley se puso en vigencia para desarmar a los civiles de Abril 1965 y facilitar la cacería de los desafectos al régimen del Presidente Balaguer.  Cualquier arma legal hoy cuesta casi igual que un buen carro de medio uso, pero ese joven decidió adquirir una por culpa de los periódicos, redes sociales y la gente que no paran de informar sobre la epidemia de crímenes y delitos que azota al país.

No se tragó el cuento de que eso es “percepción”. Tampoco creyó en la autocomplacencia de autoridades que hablan de una reducción de puntos porcentuales en las tasas de criminalidad  o de bajar un escalón en el ranking de países más violentos. Su análisis fue sencillo: la alta frecuencia de estos actos criminales indica que hay poca vigilancia policial, que pocas veces están presentes para ayudar cuando hay asaltos en proceso o, como comprueba el suyo y cientos más de otros casos, son agentes del orden los autores o los cómplices de actos criminales.

franchescaLa primera línea de defensa ante delincuentes, en consecuencia, no podía ser una llamada al Sistema 911.  A pesar de las buenas intenciones y resultados positivos del mismo, nunca será posible el traslado instantáneo de una patrulla al lugar donde el crimen está teniendo lugar.  En lo de a “imagen y semejanza” no se transfirió el don de la omnipresencia.  Lo que nos dotó fue de la capacidad para reconocer esa limitación de terceros que están supuestos para acudir en socorro, y entender que tenemos un derecho natural a preservar nosotros mismos nuestras vidas, por cualquier medio entendamos posible, contra delincuentes o gobernantes tiranos, como nada lo expresa mejor que la Segunda Enmienda.  Eso es lo que ha hecho este joven: arriesgar su vida, asumiendo su defensa y la de sus acompañantes contra el atraco en curso, más la probable violación y muerte que podían provocar sus atacantes.

Los generales después de la batalla, que argumentan de estrategias después de los hechos, ahora pretenden hacerlo sentir culpable por la muerte de su novia, al resistir y provocar fuego cruzado en que, tal vez, una bala suya fue la del impacto fatal. ¡Barbarazos!  No defenderse del ataque sorpresa era lo mejor, se hubiese preservado una vida, los bienes se recuperan, andar armado ven que no garantiza resultados. ¿Cómo pueden hablar con tanta certeza de la intención de esos criminales? ¿Quién les garantiza que no había intención de violar y matar? ¿No hubo labor de inteligencia previa que sabía de la posesión de un arma y la anticipación de resistencia que llevaría a eliminación física? ¿Es promover la no resistencia, entrega pacífica de bienes y confianza absoluta en la policía, donde muchos agentes compiten o cooperan con los mismos delincuentes, la forma de acabar con este problema?

Franchesca, ¡Dios la tenga en Gloria!, ciertamente es una pérdida irreparable, pero esa resistencia armada de un joven civil, con poco entrenamiento y muchas agallas, provocó la captura de esa peligrosa banda, que ya no segará más vidas valiosas.  Honremos su memoria y apoyemos a ese joven valiente, tan digno de ser imitado por los que de verdad quieren ver este problema de la delincuencia resuelto.  Propongo que una organización civil cree y le otorgue la Medalla al Valor Comando Civil 1965, para que se entienda que civiles armados deben ser la primera línea de defensa contra la delincuencia. Esta es una tarea menos peligrosa que los logros que tanto alabamos del 1965: colaborar a derrocar un gobierno ilegítimo, enfrentar fuerzas regulares criollas, demostrar valor ante un ejército extranjero invasor y proteger la zona rebelde.