Cualquiera que no tenga por oficio el bregar con el comportamiento humano y las  múltiples expresiones silábicas y retorcimientos cognitivos de los que se vale la gente con la intención de ocultar o negar lo que hizo o lo que piensa, pues se sorprendería con  la declaración del Lic. Félix Jiménez, personaje de alto rango y nunca sometido a ‘desescalada’ en la jubilosa pero ahora aterrada cúpula del PLD, de que “el único culpable de la derrota del PLD es Leonel Fernández”.

Mi trabajo me pone a diario en contacto con personas disgustadas con sus padres o vecinos  o con sus parejas heterosexuales que acuden a mi consultorio  para que las ayude a encontrar un nuevo enfoque de  los esquemas que han llevado sus relaciones a una situación de conflictos. Y cuando pregunto ¿de quién cree usted que es la culpa del conflicto que ahora hay entre ustedes?, generalmente la respuesta llega sin demora: ¡“y de quién va a ser, doctor, de él, de ella”!

De los 5 mecanismos de defensa  usados por los humanos que se describen en todos los textos de Psicología para ocultar hechos o actitudes que podrían acarrearnos consecuencias legales y económicas o sufrimiento psicológico como sería la pérdida de la estima de los demás o el repudio social, el segundo más empleado es el “desplazamiento de la culpa”.

Dicho mecanismo defensivo lo ponemos en práctica cada vez que cometemos un hecho repugnante u ofensivo  espontáneamente o por incitación de terceros contra alguien, o cuando cometemos un hecho malévolo  sea de cola corta o de cola larga [es decir, un hecho  deliberado con el fin de arruinar la estima de algún amigo o, cuando al amparo de la sombra y la intriga, son saboteadas las expectativas de un líder o las de todo el grupo],  pero como ese comportamiento fue vergonzoso, si somos recriminados por nuestro mal proceder, recurrimos a culpabilizar del hecho a otra persona o a un grupo hostil. Con ese desplazamiento de la culpa intentamos “borrar” de nuestra memoria y de la memoria de los demás aquello malvado o  repudiable que hicimos en un vano esfuerzo por desdramatizar las despreciables consecuencias  que trajo la decisión o la actitud que tomamos en contra de una persona que está en nuestro entorno o que pertenece a nuestro grupo.

Dije que no me sorprendí de la “pará” de Felucho de culpar a Leonel de la derrota del PLD porque me consta que aunque él no es dado a publicar en los medios sus percepciones sobre los temas que atribulan al mundo occidental ni a nuestro país, pero es uno de los pocos ministros del Estado  o miembros del Congreso Nacional que lee, y por eso sé que para decir lo que dijo tuvo que haberse basado en lo que hoy se tiene como la doctrina base del posmodernismo la cual se reduce a plantear que la historia, la realidad  se construyen  a partir de la interpretación que usted y yo hacemos de ellas. Con esto quieren decir que si el mundo real, los hechos, carecen de esencia, de certeza, entonces somos nosotros mismos los que les damos un sentido. Y este modo de pensar los exponentes del posmodernismo se lo aplican a cualquier cosa, sea esa cosa un compromiso de convivencia marital, un principio de honradez política o un acuerdo en las relaciones de poder entre la jerarquía de un grupo.

Al parecer, Felucho olvidó o no sabía  que cuando alguien desplaza la culpa de un hecho hacia otra persona  lo que está haciendo es poniendo un recuerdo falso en su memoria y en la memoria ajena con la intención de que los demás vean lo malo que hizo a través de un vidrio opaco. He ahí la razón de por qué el cinismo práctico adquirió una carta de apostura entre miles de dirigentes políticos.

Allá por el 2010, el canal TCM pasó la famosa película “Memento” [dirigida por el británico Christopher Nolan] hecha con un guion y realización estrictamente psicológicos. Leonard, el protagonista, anda junto a la Policía buscando al culpable del asesinato  de  su esposa, pero al día siguiente Leonard súbitamente pierde la capacidad de recordar los años felices  vividos junto a ella, cómo la halagaba constantemente por su facilidad de intelección y por su destreza para formular argumentos filosóficos. Curiosamente, cuando Leonard fue llevado al psiquiatra por ese problema, se descubre que solo ha olvidado  aquellos recuerdos sobre las cosas que más le molestaban de su mujer asesinada. El psiquiatra queda desconcertado cuando descubre ese olvido selectivo del enfermo. Leonard insistía en que alguien ahí fuera mató a su esposa, pero  los psicólogos criminalistas del Scotland-Yard  no pasaron por alto el porqué este hombre recordaba el asesinato de su mujer pero nada de los felices 20 años que estuvo con ella. Los psicólogos del hospital concluyeron que Leonard era un simulador, pues mató a su mujer pero culpaba del hecho a alguien “ahí fuera” a través de una trampa disonante consistente en un olvido selectivo.

De una manera muy parecida, Felucho intenta desplazar la culpa de la salida del poder del PLD hacia Leonel Fernández, y para ello experimenta súbitamente un olvido selectivo de sus recuerdos. Olvidó los acuerdos firmados en la reunión de Juan Dolio en 2015 y calló su respuesta a la ofensa innecesaria a los peledeistas de la base dicha por el presidente Medina cuando dijo que en el 2012 “los seguidores de Leonel” no hicieron campaña por su candidatura.

En vez de tomar la palabra en la reunión del Comité Político para decirles a sus compañeros que cometieron un error al “sacarle la lengua al Pacto de Juan Dolio del 2015 y al promover la salida de Leonel del partido, el falible Felucho recurrió a remedar lo que hacen los tasadores de ganado cuando el toro de mayor peso y  valor genético de los 500  que tasaron se fue del corral y la mitad lo siguió: no dice que se fueron porque los azotaron de manera inmisericorde, sino porque eran “malas reses”.