Es lamentable y, más que lastimoso, preocupante el que el Estado Dominicano se esté manejando desde el Poder Ejecutivo de manera improvisada y a todas luces cuestionable. No entendemos cómo se puede justificar que el atraso económico y la falta de políticas estatales para asegurar un flujo de inversión y desarrollo para la zona suroeste del país esté supeditado a la resolución de un conflicto de tierra con relación a las tierras de un Parque Nacional.

Es como si Theodore Roosevelt a principios del siglo pasado le hubiese dicho a los habitantes de Oregon, Washington, y todo el Noroeste de los EEUU que la inversión Federal (carreteras ínter-estatales, presas, universidades publicas, etc) estaba supeditado al desarrollo del Parque Nacional del Lago del Cráter y del Monte Rainier que él había delimitado en su gobierno!

Es obvio que el simple (pero en este país complejo) hecho de que un grupo de malhechores falsifiquen documentos oficiales y se quieran apropiar de terrenos en una zona de interés público (como un Parque Nacional) no limita en nada todas las acciones y herramientas de políticas publicas que tiene el Gobierno y sus funcionarios para garantizarle bienestar a sus conciudadanos. Eso se llama gobernar. Lo otro es maquinar con asuntos oscuros y tenebrosos que nos dejan, como en la época del General Heureaux, demasiado mal parados.

Inhabilitar desde el Poder Ejecutivo y sus Ministerios adjuntos al Poder Judicial, es muy mal presagio. Querer hacernos entender que ahora la voluntad del propio Presidente Medina está atada a lo que allí suceda en materia penal, denota una falta de interés por atender de una manera integral las necesidades fundamentales de la nación dominicana.

Hay que ir de manera decidida en auxilio del Sur y de todas las demás regiones del país que han sido sistemáticamente relegadas al olvido y la desidia por los gobiernos anteriores. Para esto no tenemos que esperar la decisión de los tribunales de la República con relación al fraude de marras cometido en Bahía de las Águilas.