De lo acontecido en el 2011 me quedo con lo ocurrido en esos lados del mapa mundial donde se asientan los países árabes que han vivido una auténtica epopeya libertaria, conocida ya como la Primavera Árabe.
Bueno, también escogería la internacionalización de los "indignados" que cruzaron el océano desplazando su protesta desde Europa hasta las mismas fauces del distrito financiero de New York. Creo que han sido dos fenómenos que nos permiten mirar este 2011 con cierto aire de esperanza ante la crisis económica mundial que se agrava día a día.
Todo empezó en el mes de enero en Túnez con la revuelta ciudadana por la muerte, el 17 de diciembre del 2010, de un joven vendedor de frutas que se inmoló en protesta por los abusos policiales. A Mohammed Bouazizi se le considera el "mártir con el que se inició primavera árabe". De su carne chamuscada y de sus cenizas prendió la llama que acabó con el régimen de Ben Alí, hoy refugiado, creo que en Arabia Saudita.
Tras Túnez, las revueltas se extendieron por Egipto, donde Mubarak tuvo que dejar el país en manos de los militares tras cuatro décadas de dictadura encubierta y de abusos generalizados en el respeto a los derechos humanos y un lastre interminable de corrupción.
La misma suerte corrió el dictador libio Mohamad Gadafi, en Libia, dejando tras él un reguero de sangre al que él mismo puso punto final con el derramamiento de la suya propia al ser innecesariamente asesinado por sus captores.
También esta primavera árabe trajo aire fresco a Yemen, país en el que su presidente resistió la ira popular hasta donde pudo. Al momento de escribir esta columna, Ali Abdalá Saleh mendiga una entrada a Estados Unidos para ser tratado de las graves quemaduras que sufrió en un atentado meses atrás.
Queda Siria, país donde la revuelta aún parece estar lejos de triunfar. La brutalidad con que el régimen de Hafed Al Asad enfrenta las protestas dicen que se ha cobrado ya la vida de más de cinco mil personas.
Algunos países, como Marruecos por ejemplo, han aplicado la sabiduría del refrán que dice: "cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar" y han iniciado procesos de mayor apertura. Semanas atrás el monarca Mohamed VI reformó la constitución alauita y cedió parte de sus amplísimos poderes como jefe supremo de todas las instituciones importantes del estado y se realizaron las primeras elecciones.
El testigo de Mohamed Bouazizi en Túnez lo tomaron los jóvenes adiestrados en el manejo de internet y las redes sociales. Facebook y Twitter se convirtieron en poderosas armas revolucionarias. Hasta los propios inventores del sistema redes se sorprendieron de su poder al comprobar la rapidez con que se propagaban los mensajes que convocaban a las protestas. Así se reunían en la Plaza Tharir de El Cairo centenares y miles de egipcios descontentos y es lo que hoy sigue convocando a los sirios que se atreven a desafiar al dictador Al Asad.
Otras muchos acontecimientos han marcado ciertamente este año 2011 a nivel global en el mundo. De todos ellos, como digo, yo me quedo con la "primavera árabe" y cruzo los dedos para que tanta lucha y esfuerzo, tan sangre derramada no hayan resultado en vano.