¡Es más, me fascina tragarme los discursos que dan los presidentes, sobre todo cuando rinden cuentas al pais de lo que han hecho o están haciendo durante sus gobiernos. Son como unas enormes inyecciones de caballo sobre optimismo para levantarle las defensas a los ciudadanos que generalmente las tenemos estar bajas por las dificultades del diario vivir, y de los constantes impuestos.
Esos discursos, además de ser verdaderos y potentes antidepresivos, resultan gratuitos, basta con conectar la radio y televisión, poner la cara de idiota, la mente en blanco, y recubrirla con varias capas de la más ingenua y alienante credibilidad
Es más, hasta deberían ser recetados por los médicos y vendidos en las farmacias y boticas populares en forma de tabletas, para poder tomarlas a cualquier hora del día, cuando, por ejemplo, uno está capturado en un tapón de la 27, o cuando recibimos la factura de la luz, una de las pocas cosas que aquí llegan con cruel puntualidad.
Hay disertaciones de los altos mandatarios que son auténticas obras maestras del género de las utopías, que ya quisieran haberse inspirado en ellos Campanella en su famosa Ciudad del Sol, o los mismísimos Aristóteles y Platón cuando escribían sobre estos temas del idealismo, o George Orwell con su novela 1984. La pastoril Arcadia de Sannazaro, ese remanso de tranquilidad donde se refugió el joven Sincero en la región del Peloponeso, buscando la paz espiritual por sus desdichados amores, es una chivita jarta e´ jobos si se la compara con los paraísos que prometen los altos dignatarios cuando, también por ejemplo, dicen que eliminarán con mano dura la violencia en este país, que para muchos de sus hijos es un valle de lágrimas debido a la criminalidad.
Los presidentes al ponerse la banda, siempre dicen que todo lo de antes ha funcionado de maravilla, si el pasado dignatario era del mismo partido, y que ellos, los ganadores, los grandes césares, en los próximos cuatro años los perros se atarán con longanizas, y el maná caerá del cielo los lunes, miércoles y viernes, con tanta abundancia, que serán necesarios dedicar los martes, jueves y sábados para recogerlo con palas y carretillas, dejando el domingo para disfrutarlo a manos llenas, a su lado, los fabulosos cuentos de las Mil y Una Noches se quedan chiquitos.
Y si el que se pone la ñoña es del partido contrario, entonces lucharán contra los enormes déficits heredados en todas las áreas del gobierno, producidos por la impericia y la corrupción de los anteriores dirigentes. Recordamos, de nuevo como otro ejemplo, aquel Nueva York chiquito que se nos trató de vender en su momento, una propuesta que más parce el fruto del delirio de una resaca, que un pensamiento de un político al que se le debería suponer medianamente inteligente. Más nos hubiera valido pensar en un Santo Domingo Grande y Ordenado, que nos conviene y necesitamos.
Ademas tienen unos expertos en hacer líneas que van para arriba y para abajo, estilo montañas rusas, gráficos circulares de bonitos colores contrastados, y cuadros de barras, para poner datos económicos que no siempre cuadran con las barras de la realidad de la calle. En eso, los economistas y estadígrafos, son unos verdaderos magos.
Dicen que el titanio es uno de los materiales más resistentes que existen, pero no es cierto, si se coloca una barra de ese metal de 10 pulgadas de diámetro resistirá muchos quintales encima, pero con más peso se llegará un momento que se doblará sin remedio, sin embargo una simple hoja de papel aguanta todas los miles de toneladas de disparates que le escriban encima y ni siquiera se produce la más leve arruga, por eso dicen con toda razón que el papel lo aguanta todo, incluso el peso de los pesados discursos presidenciales.
En fin, lo dicho, nada como engullirse una perorata presidencial de un par de horas como para subirle a uno la moral, la autoestima y hasta la bilirrubina, pues el futuro a partir de esos momentos estará lleno de vinos y rosas. Claro que, los primeros, los vinos, se pueden subir a la cabeza, y las segundas, las flores, están llenas de espinas.