Como es costumbre, nuestros insignes y magnos corruptos, políticos de la gleba patria querida, permanecerán orondos e impunes en los puestos de poder que el sistema les brinda (yo me he puesto a pensar en cejar y no joderme más la vida, agonizando por lo que a pocos parece importarle, por lo que a pocos le quita el sueño).
El país marcha comiéndose así mismo. Como si se inyectara de la nueva droga esa llamada “krokodil” la cual pudre el cuerpo mientras clama por más, más y más en su insondable estado psicotrópico de mundos e inframundos carnavalescos.
La nación supura un hedor a podredumbre, a cosa descompuesta que viene desde la raíz alcanzándolo todo, especialmente a los renuevos sociales de nuestra extraviada población urbana; siendo la corrupción el pan nuestro de toda jornada.
Los césares que tenemos y hemos tenido (jockes de saco y corbata) patinan más que Cantinflas en el lodo fétido de las denuncias; volviéndose gagos desmemoriados a los cueles las pruebas y las obligaciones les resbalan del discurso como palo encebado (observar a nuestros políticos, a nuestros dirigentes, a los representantes de los sectores pudientes y no pudientes de nuestra sociedad “no tiene precio” para lo demás existe un primo en “Nueballol”).
Hemos caído, y soy tan culpable como los demás. Hemos caído, y soy tan responsable como los demás. Nos hemos fuñido y soy tan desafecto como los demás, pues para poder sobrevivir, para poder respirar bocados de aire, rancios bocados de aire en nuestra nomenclatura de dichas y sulfuros, nos ha tocado dejar que el diablo se lleve al demonio; lo cual se traduce en la sustitución de un enano moral por otro, colóquelo usted como lo coloque.
No hay una sola pulgada del suelo patrio que no esté comprometida con el relajo ese de los bonos soberanos: cada semana nuestros “honorables” aprueban nuevos y escandalosos empréstitos nacionales e internacionales para que los hijos de mis posibles nietos, en el entonces debiendo hasta el derecho a usar el c…, se tornen caníbales y entre ellos se engullan.
Yo creo que voy a renunciar; que me conviene irme a la porra, al carajo, a la p… y lejana galaxia del qué me importa. Total, cada dos o cuatro años seguimos eligiendo en “santa democracia” a nuestros bien nacidos representantes del… Si es que cada país disfruta de los gobiernos que se merece (y bien que nos merecemos los secuaces bandoleros que nos gastamos en la nación).
¡Salves a don Feliz Bautista! ¡Salves al León! ¡Salves a las cloacas del país!