Lo que constituye un rutario de pensamiento y cultura en América son sus obras, lenguajes, proyectos críticos, artísticos, utópicos literarios y filosóficos legibles, cualificados en tiempo, espacio y recepción. Las ideas y motivos surgentes en la historia crítica de los modos de pensar en el siglo veinte, promete un campo que desde la contemporaneidad hace visible una travesía cultural aprovechable en el marco de nuevas propuestas y lecturas críticas de la cultura y los principios de producción literaria que han orientado o desorientado al sujeto histórico latinoamericano y caribeño.

Lo que hasta hoy se ha denominado pensamiento crítico, literario, cultural, político, económico, pedagógico insular y continental de América, ha sido una suma de huellas, vínculos, señales, signos y fuerzas de la consciencia que han permitido leer y releer las imágenes de poder y resistencia en un marco histórico de independencia y dependencia sociocultural de nuestros pueblos.

Nuestras identidades y desidentidades han reposicionado históricamente las prácticas de pensamiento, libertad, producción social de las ideas filosóficas, históricas y críticas en una dialéctica de los signos que se afirma en el conflicto de las ideas y las prácticas políticas de espacios humanos y sociales que han tenido que pagar su precio, su independencia y sus ideales culturales e históricos.

La lectura que se reconoce como formación de un ideal o nos conduce a pensar América como espacio identitario, razón y dialéctica de la producción estético-literaria reafirma un proceso fundador y crítico de nuestra cultura de la dependencia y la independencia.

La historia de corrientes culturales, filosóficas, sociales y literarias han sido estudiadas en diferentes momentos del pensamiento caribeño y latinoamericano. Sin embargo, una historia cultural y literaria planteada desde la utopía, la patria de la justicia y la experiencia identitaria de la América continental tiene y ha tenido hasta hoy niveles de preguntas y respuestas que necesariamente hay que reanalizar y repensar, habida cuenta de un conocimiento y reconocimiento de registros y dispositivos culturales reales y específicos.

La aventura de Martí, Rodó, Sarmiento, Bello, y los demás surcos y huellas de pensamiento latinoamericano y Caribeño nos lleva a repensar las diferentes aperturas y modos de decir, fabricar y asumir la verdad del saber y el poder saber como crítica de los principios, claves y movimientos de la diferencia, la identidad y la síntesis que hasta hoy han gobernado las diferentes ideas de insularidad y continentalidad en la historia sociocultural del Caribe y Latinoamericana.

La suma de ensayos, semblanzas y caminos literarios agrupados como Letras de América 1, 2 y 3 en Obras y Apuntes de Max Henríquez Ureña, no puede ser más elocuente, si se piensan las razones que inducen a este intelectual dominicano a leer, reconocer, interpretar y comprender los diferentes núcleos y esferas de pensamiento de la cultura hispanoamericana y universal.

Los biografemas fabricados por nuestro autor nos llevan a pensar los diversos trayectos de su “hermano y maestro” Pedro Henríquez Ureña a partir de los principios, razones y verdades escritas sobre Hispanoamérica, sus huellas modernas y transmodernas. ¿Cómo deben, pueden o necesitan ser pensadas las ideas, travesías utópicas, ideales de justicia, educación, solidaridad y democracia en un proceso de producción, comunicación, significación, identidad, alteridad y otredad que se ha definido en el contexto de una historia de los signos socioculturales gobernada por la paradoja, la metáfora, y las figuras dominantes de la autoridad política e institucional en lo que se ha llamado Hispanoamérica, Iberoamérica, Latinoamérica, el Caribe y como tal América?

La crítica del pensamiento en América ha fabricado a través de las diversas prácticas y discursos de nuestros autores, universos, sentidos, trazados de historia y pensamiento generalizadores, particulizadores de travesías políticas verticales y liberales de un sujeto histórico las más de las veces contradictorio y determinista.

Al analizar la historia de este contexto sociocultural en la obra ensayística y crítica de MHU pensamos también en ciertas conjunciones, presencias y ausencias de figuras, emblemas y travesías políticas de la creación literaria, artística y cultural: interpretación que nos induce a pensar la verdad y el decir la verdad en Hispanoamérica.

El 17 de marzo de 1960, escribe MHU una nota-ensayo de un párrafo a propósito del pensador, político y ensayista peruano José Carlos Mariátegui (1895-1930) titulado “Decir la verdad”. La nota, brevísimo ensayo de Max sobre Mariátegui escrito en 1960 en La Habana, parece sintomática en el movimiento de actitud y consciencia de un pensador que como MHU, se ha movido entre el conservadurismo jurídico y el liberalismo filosófico político.

Al tratarse dicho brevísimo ensayo del fundador del Pardito Socialista Peruano, llama la atención su lectura de este ícono intelectual y político, protestatario, marxista y revolucionario “en boca” de un intelectual que ante todo respeta el ordenamiento jurídico y social democrático-burgués y que fue un brillante embajador, mensajero y representante de un gobierno dictatorial que duró en el mando treinta y un años en la República Dominicana.

Ciertamente, el escrito de MHU anuncia otra búsqueda política, intelectual y social dentro del dispositivo liberal y democrático del momento. Decir la verdad: José Carlos Mariátegui (18951930):

“Decir la verdad; decir su verdad de manera clara, concreta y objetiva, sin eufemismos ni vacilaciones, he ahí la lección que nos dio José Carlos Mariátegui en sus ya famosos Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. No conozco un estudio más hondo, más sereno ni más severo de los aspectos esenciales de la vida, junto con el engranaje de las ideas, en un país determinado de la América española.” (Ver Letras de América 3, op. cit. p. 229)

El trazado de pensamiento que interpreta MHU a partir de una visión identitaria, asumida desde la historia de la opresión y la consciencia crítica del político, pensador y ensayista peruano, anuncia y enuncia un espacio de verdad y crítica sorprendente en un intelectual que como Max, ha transitado por un camino difícil de la crisis, la iuris y la doxa:

Según MHU:

“Mariátegui trazó la pauta a seguir: teniendo en cuenta, cuando fuere necesario, ciertos factores que pueden variar por influencias telúricas o históricas, ningún método ni procedimiento mejor que estudiar la realidad de cada país de nuestro continente. El mensaje de Mariátegui, que proviene de un espíritu privilegiado y luminoso como era el suyo, mantiene su vigencia a lo largo del tiempo”. (Ibídem. Loc. cit.)

Ya en la segunda mitad, de la década del 50, se hizo notorio cierto alejamiento de MHU del régimen dictatorial de Trujillo, dedicándose más a la cátedra universitaria y a la divulgación de obras que como el Panorama histórico de la literatura cubana (1963) y el Panorama histórico de la literatura dominicana (1945), se publicara como segunda edición en Santo Domingo por la colección Pensamiento Dominicano-Eds. Librería Dominicana en 1965-1966.

En la última etapa de su vida, MHU regresa a la República Dominicana y prosigue su labor periodística y educativa en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, hasta su fallecimiento el veintitrés de enero de 1960. El rutario de pensamiento y cultura que asumió nuestro autor en diversos momentos de su vida-obra, admite las cardinales críticas, estéticas, históricas y filosóficas visibles en sus obras reunidas hasta el momento.