La enseñanza de corte euro-occidental que ofrece Max Henríquez Ureña en su Obra y Apuntes, tal vez condensa un tramo de su producción que leída a partir de sus huellas no muestra quizás todo lo que logró pedagógicamente como efecto en institutos, sociedades culturales, universidades norteamericanas y de otros lugares del continente y del mundo sembró conocimiento como escritor, historiador, crítico y divulgador cultural.
Los “Apuntes” críticos, académicos, culturales e históricos, invitan al estudioso y curioso lector a un acercamiento muy especial, si pensamos que dichos apuntes, ensayos, reseñas, cátedras, conferencias y homenajes, entre otros, muestran todo un rutario intelectual que aún espera ser estudiado, discutido y divulgado para el conocimiento literario general.
Así, el magisterio universalista y americanista de MHU sobresale por sus líneas literarias de producción y por los caminos que su trabajo crítico e histórico produjo de manera visible en los cursos, lecciones universitarias y conferencias magistrales que dictó desde el comienzo de su actividad pedagógica en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Brasil, los Estados Unidos de América y otros países donde laboró como maestro y divulgador artístico, literario y cultural.
En efecto, la disciplina de lectura y trabajo intelectual que se hace visible en su obra histórico-crítica y divulgadora, ofrece ejemplos especiales de conocimientos, acercamientos literarios y aperturas que podemos advertir en los 28 volúmenes de Obra y Apuntes y en todo lo que logró publicar en vida como obra crítica y obra de creación.
De ahí la importancia que ofrecen sus estudios, ensayos, apuntes de literatura europea y oriental, así como también las líneas de orientación propuestas en sus escritos culturales y académicos. El acercamiento al Oriente y al lejano al Oriente cercano en su Obra y Apuntes, pronuncia juicios histórico-críticos que aun hoy sobresalen como ejemplo de trabajo, pero además, por ser estos escritos “mundializadores” y universales, elaborados y dictados a título de cátedras, ensayos y conferencias escritos por un autor dominicano con una visión americanista y a la vez “mundialista” de la cultura, las letras nacionales y universales.
En nuestro ensayo anterior leíamos y citábamos su proyección del Oriente literario y bíblico a la luz de sus cardinales históricas, culturales y formativas. La literatura hebrea, griega, árabe, china, japonesa, india y otras ocuparon un lugar de significación para MHU en su juventud y madurez. Hemos observado que, libros como la Biblia, el Talmud, Anales de Lu, Zend-Avesta, Rig-Veda, Sama-Veda, Yahur-Veda, Mahabharata y el Ramayana, entre otros, aparecen en su acercamiento a la literatura oriental.
Un juicio de MHU destacable a propósito de la literatura hebrea y que se lee en Obra y Apuntes X (1), es el relativo de las letras doctrinarias:
“Con el Talmud, que se completó hacia 500 A.C. termina el período anónimo de la literatura hebrea. Después, la literatura hebrea ha tenido muchos y muy valiosos representantes, sobre todo en países como España donde los judíos se establecieron y permanecieron durante muchos siglos. Se destacaron en la Edad Media sobre todo en filosofía; pero ya eso es de una época posterior a los orígenes que estamos examinando”. (Ver, op. cit. Tomo X, Vol.1, p.7)
Ofrece nuestro autor su “Explicación sobre lenguas aramaicas”, donde anota que:
“Son las de “Aram”, voz semítica que designa los mismos distritos que en conjunto los griegos llamaban Siria. Aram no comprende la Palestina, pero sí la Mesopotamia que los griegos distinguen de la Siria propiamente dicha”. (Ibídem.)
Una precisión geolingüística y geocultural acotada por Max en este contexto es la siguiente:
“Los idiomas aramaicos (sic) pueden definirse geográficamente como dialectos semíticos corrientes en la Mesopotamia y en las regiones que se extienden al sudoeste, desde Eúfrates hasta Palestina”. (Vid. P.8)
Un aspecto visible en la Primera Lección, sobre literaturas orientales, es el relativo a las referencias y aparición de los libros bíblicos provenientes de escritores, profetas, cantores e historiadores judíos. Pero algo que resalta en el caso de la lectura de estos libros es justamente su poeticidad e historicidad, ambas reconocidas en su traductibilidad.
La doxa crítica de MHU sobre el Libro de los proverbios y el Libro de los profetas, plantea un desarrollo de lectura y visión de texto y contexto en el orden histórico- significante de dicha literatura:
“El libro de los proverbios se atribuye a Salomón, a quien también atribuyen el Eclesiastés. El Cantar de los Cantares sí es suyo con toda probabilidad. Los libros de los profetas son los más literarios, sobre todo el de Isaías, que vivió cien años, hizo cargos a su pueblo y condenó a los enemigos de Israel, así como anunció la venida del Redentor. Jeremías es igualmente enérgico. Daniel también anuncia la llegada del Mesías. Sofonías es artístico y elocuente en la expresión.” (Ibídem.)
Aunque MHU poseía una vasta cultura universitaria y sobre todo un conocimiento general de las literaturas orientales, no era, sin embargo orientalista de formación, sin embargo, contribuyó a divulgar muchos ejes de las mismas y de sus aportes en sentido amplio. Una puesta al día de estos Apuntes, ensayos y notas hubiera sido pertinente en la medida que su edición crítica hubiera aportado también toda una bibliografía basada en un campo historiográfico actualizado y re-activado como proyecto.
Así las cosas, lo que revela esta lección es, básicamente, su caminar por una geografía literaria y cultural con una larga y extensa historia en la antigüedad, en la modernidad y en la ultramodernidad. Max ha tocado muchos puntos que implicarían un estudio y conocimiento de sus estadios y desarrollos productivos al respecto.
El mismo concepto de Libro que se maneja en cuanto a las diversas literaturas orientales antiguas o modernas, evoluciona en el marco de una nueva historia crítica: la Historia global. Los nuevos estudios mundiales que cobraron alto valor en el marco de la “Guerra fría”, han propiciado nuevos estudios culturales, históricos y literarios que motivan, al día de hoy, nuevos análisis y nuevas perspectivas de los estudios sociales y continentales que, para la época de nuestro autor, y sobre todo en el marco historiográfico asumido por él, no se contaba con las herramientas necesarias de investigación que respaldaran su trabajo humanístico divulgador.
Los materiales culturales que manejó MHU en estas lecciones, no ofrecen las debidas y puntuales referencias, anotadas como apoyo a su Obra y Apuntes. El hecho de ser publicada esta obra sin los merecidos complementos de edición, información, juicios específicos de organización y advertencias, produce, sin embargo, ciertos vacíos que hubiesen sido mejorados por el equipo de edición.
El magisterio literario de MHU fue siempre orgánico y continuo como el de sus padres y hermanos. Todo lo cual se pone de relieve en la obra de Yolanda Ricardo: Magisterio y Creación. Los Henríquez Ureña (Santo Domingo, Publicaciones de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, 2003).