La trayectoria intelectual  de Max Henríquez Ureña, parece no perderse en lo que surgió política, cultural y literalmente como nacionalismo patriótico o patriotismo liberal. Meta y horizonte adquirieron valor en la obra de MHU desde el punto de vista universal. El hombre local y el hombre universal fueron comprendidos e interpretados en su obra como valor, deber, historia y creación.

De ahí que su obra fuera abarcante de mundo, vida, historia y cultura en un cuadro general de valores donde el concepto de “universal” logró su campo de necesidad en la producción de bienes espirituales en vida, obra y orden cultural. Las miradas intelectuales de este dominicano cuyo estatuto de creador, lector, educador e historiador hizo legible la significación de autores universales y nacionales, impuso desde las ideas culturales, literarias e históricas un derecho a la lectura, entendido como camino y creación intelectual marcada como deber de escritura.

El risorgimento que analizó nuestro autor en el caso de la literatura italiana, determinó una travesía por las humanas letras modernas, partiendo de lo que propagaba su leccionario en América, Europa y el resto del mundo como forma de darle cuerpo a un archivo de grandes dimensiones culturales, sobre todo en un siglo XX convulsionado y atravesado por dos guerras mundiales que se llevaron a cabo antes de 1950 y que determinaron cambios bruscos de convivencia, comunicación, derechos humanos y sociales.

MHU vio en el Renacimiento un resurgimiento de prácticas artísticas y literarias propias de una cultura respaldada por una democracia de la palabra cultural en una Italia de autores, obras, artistas, políticos, dramaturgos, biógrafos, críticos, filósofos e historiadores que entre la época del humanismo y el renacimiento concibieron mundos imaginarios y sociales a favor de principios de creación y difusión de obras e ideas que han incidido hasta hoy en la geografía literaria europea.

Tal y como podemos advertir en la Lección Décimocuarta de su enciclopédica Obra y Apuntes, la  prosa, la crítica, la filosofía, el teatro y la poética fueron en los siglos XVII, XVIII y XIX horizontes y prácticas de creación que sellaron la modernidad de una mundo cultural donde el progreso de las formas culturales, literarias y filosóficas, provocaron cambios importantes en la historia cultural de los sistemas de pensamiento y creación que Michel Foucault pensó como estructura, episteme y archivo en su obra Las palabras y las cosas.

MHU resalta que en los siglos XVII y XVIII los Principios de una nueva mirada aspiraban a convertirse en ciencia y filosofía de la historia desde la prosa de ideas:

“La prosa tuvo buenos cultivadores, como Giambattista Vico (1668-1744(, que creyó descubrir las leyes de la Historia Universal, en sus Principii di una scienza nuova intorno alla natura delle nazioni… Otros  se dedicaron a la crítica y la historia literaria: ApostoloZeno (1668-1750), sagaz y erudito; Giovanni Mazzuchelli (1707-1765), autor de una colección de biografías de escritores italianos (Scrittorid’italia”. (Ver, Obra y Apuntes, Vol. XI, op. cit., p. 68)

En su posicionamiento histórico e informativo, nuestro autor destaca obras y autores que sobresalieron en el mismo siglo y dentro del concepto de los Principios y de las Enciclopedias culturales:

“Sobresalió en cuestiones históricas Ludovico Antonio Muratoni (1672-1750), algunas en latín, y unos Annalid’italia, en italiano, lengua en que también escribió una Poética: Perfetta Poesía.

Según Max:

“El resurgimiento, que abarca un siglo (1750-1850), se inicia con prosistas como Gaspare Gozzi (1713-1786), que elevó el periodismo a una categoría, en el Osservatore, escrito íntegramente por el mismo: o como Giuseppe Baretti (1819-1789), que en su Frusta letteraria  (Látigo literario), hizo crítica agresiva principalmente contra los árcades”.  (Ibídem.)

MHU nombra en su panorama contribuciones de autores que adquirieron personalidad litearia en el llamado “Resurgimiento” que se constituyó como suma y movimiento que acogió lo clásico y lo moderno, pero también la “decadencia” que más tarde significó caducidad y novedad en la productividad literaria.

El “risorgimento” es también una categoría histórico-literaria de la modernidad que se dio en toda Europa como fuerza y modo de creación cultural y literaria, en cuya efervescencia se leen los rasgos de una producción intelectual propia de la Europa moderna. La historia del resurgimiento literario se explica en su movimiento interno o nacional y el movimiento externo o universal.

En el caso de la historia literaria de los siglos XVIII y XIX dicho fenómeno parte de una praxis que involucra progreso, creación, lengua y sociedad.  Escribir poesía, narrativa y preceptiva fue una herencia propia de la tradición literaria como diría Vossler y se reconoce en las primitivas formas de los pueblos románicos. Dicha travesía creacional popular y culta alcanza relieve en el concepto de forma histórico-cultural.

En el caso de la literatura italiana del resurgimiento encontramos figuras notables:

“Pero la primera figura de alto relieve del resurgimiento es la de Giuseppe Parini (1729-1799), de cuna humilde y campesina, que emprendió serios estudios, se ordenó de sacerdote, fue maestro y se dedicó a escribir versos, con innegable elegancia. Fue árcade, pero en vez de consagrarse a la poesía artificiosa de imitación clásica, quiso dar en sus versos un trasunto de la realidad circunstante”. (Vid. op. cit. p. 68-69)

MHU, refiriéndose a Giuseppe Parini, cita a Karl Vossler:

“Él, primero que otro alguno, volvió a dar sustancia a la poesía y la puso en contacto con la sensibilidad propia y la vida real y cotidiana de su tiempo, cuando hacía siglos que la Poesía se arrastraba por la campiña arcádica en frívolas bagatela. El Il Giorno nos describe la vida inútil de un señorío noble de Milán, olvidado de sus deberes y sin aspiraciones de ninguna clase, y persigue al petrimetre desde la mañana hasta las altas horas de la noche con sus zumbonas lecciones”.  (Ibídem. p. 69)

La cita larga del filólogo alemán que hace Max, quiere servir al argumento sobre Parini con base en la biografía y la poética de dicho autor. Explicando el tipo de sátira del poeta, continúa Vossler diciendo que: “Su sátira” es doble: primeramente es una sátira literaria, en la cual todo el tesoro de las formas clásico-retóricas del Renacimiento en su más alta perfección está dilapidado en un asunto de tan humilde rango, esto es, para contar la estupidez de la ligereza de un muchacho: y en segundo lugar ser una sátira moral, en la que se pone de relieve el contraste de la vaciedad y la mentira del mundo elegante con la naturaleza y con la seria realidad de la vida”. (Ver, Vossler, apud. MHU, Ibídem.)

MHU señala que Parini no llegó a terminar Il Giorno, poema satírico en el que trabajó toda su vida. Sin embargo, escribió 19 Odas “inspiradas y melodiosas” con las que alcanzó fama en vida. Fue un poeta con solvencia moral y con la debida autoridad que le daba su “vida honesta”, sus principios morales y éticos.