El tomo 1 de Letras de América, revela un temario que, por lo que presenta como contenido y objetivo es el estudio de la literatura dominicana como visión y creación de valores culturales, históricos y estéticos sostenidos por la escogencia temática y la idea que conduce a la interpretación y comprensión crítica de la República Dominicana como espacio de origen, cultura, creación e identidad.

Los mismos temas del volumen parecen desprenderse de otros, tratados, trazados y ya atendidos por el maestro y polígrafo dominicano. En el prólogo del autor escrito en La Habana en 1913 para “un texto que aglutinaba trabajos suyos sobre Cuba, México y República Dominicana”, nuestro autor motiva su “reunión” como unidad dentro de la diversidad temática y la cohesión intelectual que subyace en muchos de ellos.

“Entre estos artículos –anota Max-, escritos en distintas épocas, hay un nexo común que me permite compilarlos en un volumen, sin que este pueda parecer desprovisto de unidad o de cohesión. He pensado que reuniendo estos trabajos, dispersos hasta ayer, podría divulgado aspectos interesantes de la mentalidad contemporánea de nuestra América, y he puesto en orden, para formar esta primera serie, los ensayos críticos que tienen por tema la obra de artistas y escritores de tres países a los cuales me hallo estrechamente ligado: Cuba, México y República Dominicana”. (“Prólogo” en Letras de América 1; ver Obra y Apuntes, Op. cit. p. 1).

MHU presenta una especie de autocrítica en la línea de motivación de estos escritos críticos, ensayísticos y algunos periodísticos y de circunstancias:

“Achaques hay en el libro, propios de toda obra formada a retazos, más no he pensado en remediarlos, por considerarlo innecesario para el fin que persigo. La labor de algunos escritores

se encuentra analizada minuciosa y detenidamente; la de otros, apenas esbozada en los ligeros contornos de una silueta breve. Esto depende, en gran parte, del destino que tenía cada trabajo en el momento de ser escrito: uno para la revista, otros para el periódico diario, algunos para ser leídos en actos académicos”. (Ibídem.)

Agrega MHU que:

“Solo una parte de los trabajos que aquí publico fue preparada con el propósito de formar un volumen especial, empeño del cual desistí más tarde, por causas que no importa mencionar. Intitularíase dicho volumen Diálogos críticos, y era mi intento resucitar en él la forma amena y espiritual del diálogo, que en otro tiempo fue tan socorrida para controversias de crítica y filosofía. Al lector no le será difícil, por esta causa, reconocer cuáles son los trabajos que con tal propósito fueron escritos”. (Ibídem. pp. 1-2)

El tercer y último párrafo de dicho “Prólogo” se enfoca al objetico de base de la compilación que su autor justifica en el marco específico de la misma:

“Entrego estas páginas al público en el deseo de contribuir a la labor de difusión de la intelectualidad hispano-americana, que va, lenta pero firmemente, mereciendo cada vez más la atención del mundo. Aunque existen en América mentalidades de primera fuerza, acaso no podamos los hispanoamericanos vanagloriarnos todavía de tener una literatura completa, por el escaso cultivo que encuentran entre nosotros algunos géneros literarios de positiva importancia, pero sí puede afirmarse que la literatura del continente tiene carácter propio y diferencial. Eso basta para merecer siquiera que se despierten hacia nosotros la curiosidad y el interés en otros pueblos, que quieren tener en cuenta nuestra producción”. (Ibídem.)

El hispanoamericanismo que cultivó MHU a todo lo largo de su vida se comprometió con ideas gobernantes en América y España, pero engendradas por Francia y toda su escuela reguladora de leyes, procedimientos, modos de pensar los conceptos de nación, independencia, cultura,

espíritu de las letras y otros conceptos predominantes en el pensamiento hispanoamericano del siglo XX y del siglo XX que aún hoy permanecen gravitando en políticas de la interpretación ligadas a fuerzas conservadoras y “sanas” para el buen desarrollo de los pueblos de América.

Sin embargo, el temario y el rutario que presenta la reunión de artículos Letras de América 1, muestran y revelan su movilidad ideológica en el caso de las letras, el pensamiento y la historia dominicanos. Tal y como ya hemos destacado y analizado en ensayos anteriores, el trabajo titulado y recogido en este primer volumen citado de Letras de América, es una historia de las letras llamadas por él antillanas y donde nuestro autor describe, retrata, informa y analiza la historia de las Antillas en cuadros y paisajes de países, autores y formas culturales, históricos de mentalidades creadoras y pensantes.

El temario de una conferencia titulada Unidad de las letras antillanas que según nota al calce “…fue presentado en el último congreso de profesores de literatura Iberoaméricana, celebrado en Puerto Rico el pasado año (¿1957?), se propone demostrar la unidad que existe en el proceso de desenvolvimiento de la literatura en las tres Antillas españolas: Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico. El autor hace resaltar cómo los movimientos literarios se desenvuelven en forma paralela en las tres Antillas…” (Nota del autor, p. 3).

Entre los temas que comprende el citado ensayo histórico-literario se destacan: “Conquista y colonización”, “Las primeras descripciones de las Antillas”, “Cronistas que no vinieron a América”, “Misioneros y Conventos”, “Prominentes Juristas y hombres de leyes”, “Primeros escritores nativos”, “La imprenta”, “Transición del siglo XVIII al XIX”, “Decaimiento de la vida intelectual en Santo Domingo y Puerto Rico”, “Actividad intelectual en Cuba”, “La Lírica romántica”, “La poesía criolla”, “La poesía política” y otros ligados a los aprestos literarios y culturales de las tres Antillas.

Sin embargo, el estudio-conferencia citado parece ser una síntesis de aquel Panorama histórico de la literatura dominicana (1945), donde se observa la misma travesía histórico-literaria e

informativa, así como la misma estructura u estrategia de redacción. En la página 45, y refiriéndose a la República Dominicana como tal, se pasa a la misma idea del Panorama, pero ahora bajo el título de República Dominicana o Santo Domingo y donde Max Henríquez Ureña analiza el marco en la geohistoria y la intrahistoria. El ensayo informa bastante y explica la conformación del país como Estado-nación, identidad, literatura, artes plásticas, música y ritmo popular. (Ver, pp. 45-46)

Max le asigna muchas páginas a la cultura, literatura e historia del Santo Domingo colonial (Ver también pp. 65-123 y pp. 125-128 y passim.) el contexto histórico-epocal resulta significativo por los valores que se gestaron en la colonia y la poscolonia, habida cuenta de las ocurrencias, tanto fundadoras como conmovedoras, religiosas, económicas, artísticas e institucionales que incidieron más tarde en el período de la independencia nacional y entre 1863 y 1865 como parte de la lucha restauradora del país.

MHU elabora muy esquemáticamente un “Índice histórico de la poesía dominicana” (Ver, p. 131-136) que cubre desde el periodo independentista hasta las nuevas promociones llamadas vanguardistas y otras expresiones independientes de los años 40: Postumismo, Poesía sorprendida, Poetas del 48 y otros con diversas actitudes y modos de poetizar más eclécticos. Pasa entonces a presentar otros géneros y expresiones literarias como el teatro, la novela, la tradición, el cuento, la oratoria, el periodismo, la historia y otros tópicos histórico-culturales del país.