Hay un extraño durmiendo conmigo.  Al principio no lo noté, porque tiene un aspecto conocido, pero no es el mismo…  ¡Ya no!  Yo solía encontrar unos ojos alegres, que destellaban gozo y se iluminaban cuando me miraban.  Últimamente, esos mismos ojos, parecen poseer espadas que cortan toda comunicación.  De ellos sale ahora un fuego, que tiene la tendencia a encenderse y flamear el ambiente consumiendo los ánimos en segundos, tan rápido que muchas veces no logro siquiera entender qué lo provocó.

¡Ay de mí que no poseo capacidad telepática para leer los pensamientos!  Si así fuera, tal vez sabría dónde quedó el enamorado comprensivo que no podía esperar a compartir su vida conmigo.  Pagaría cualquier monto por el rescate del hombre que me hablaba con respeto, que le importaba lo que me pasaba y que quería saber de mí a cada minuto del día, pero no para controlarme, como este intruso lo hace ahora.

La contagiosa sonrisa y melodiosa voz han desaparecido en el eco de los gritos que ahora son frecuentes en la atmósfera.  He revisado los dinteles de la puerta buscando el botón que hace a aquel hombre entrar como una fiera.  Después de una década juntos y dos hijos más tarde, se supone que el matrimonio evolucione y funcione.  Más, nuestra metamorfosis parece habernos transformado en dos seres distintos.

Estoy convencida de que comimos y nos alimentamos de hojas diferentes.  Mientras yo ingerí sacrificio, el rol materno, ropas, colegios, tareas, visitas a emergencias, médicos y fiestas de cumpleaños; él tragó el pesticida de los asuntos por pagar, la competencia de poseer carro nuevo y el veneno de los amigos divorciados, que le inducen a noches de tragos y hacen burlas de su “fidelidad”.

Cualquiera que sea.  Dios instituyó la familia.  Los males sociales son el resultado del rompimiento de ese principio.  Si en algo te identificas en este caso, haz como esta guerrera.  Lucha de la mano de Dios

Así, el mismo que antes expresara el deseo de tener más tiempo para estar con su familia, ahora se enrola en innumerables actividades que lo mantengan siempre fuera de la casa. Y en la misma medida, logran convencerle de que yo, quien por estar llenando ambos roles ante los hijos, termino siendo clasificada como poco interesante, aburrida; burdos calificativos que sólo enmascaran la verdad: esposa menospreciada e ignorada.

Mas yo, desde mi aparente papel de mártir, estoy librando varias batallas: +

(1) La de no despreciarte por haberte convertido en un vulgar pervertido, que busca en el porno la satisfacción que debería ser exclusiva de nuestra intimidad.

(2) La de mantener intacto el respeto como padre ante tus hijos, a pesar de que ellos, porque te temen, están de acuerdo en que siempre estés ausente de la casa.

(3) La de mantener mi dignidad y valor como mujer, y no enfrascarme en la tentación de pagarte con la misma moneda de traición y malos tratos con que me tratas a mí.

(4) La de mantener viva la llama de la pasión a pesar de que exiges sexo, cuando tus besos saben a alcohol y hueles a borracho de colmado.

(5) La de amarte a pesar de que no eres ni sombra del hombre de quien yo me enamorara.

(6) Ignorar los consejos feministas que me invitan a darte una lección demostrándote que no me tienes bajo tus zapatos por ser el proveedor.

Todas estas batallas, son parte de una misma guerra: Mantener un matrimonio.  Pero no peleo con tus mismas armas.  Yo estoy librando nuestra relación del divorcio de rodillas.  Cada gritería, cada escena dolorosa, cada temor que le infundes a los niños, cada lágrima va a parar a los pies de Cristo. Estamos reclamándote en oración los niños y yo.  Rogamos para que salga de ti el monstruo y te llenes de la paz, el gozo y el amor que impregna Dios en los corazones. Por tanto, tengo fe de que yo, en las manos de Dios, alcanzaré completar mi metamorfosis.

Dejaré de arrastrarme como gusano por las imperfecciones de mi pecaminosidad, para convertirme en una hermosa criatura capaz de sustraer dulces néctares de ese maravilloso jardín que se llama Mi Familia.Maduraré y seré un ser evolucionado, con la capacidad de volar por encima de las adversidades, mostrando siempre belleza.

Y me pregunto, serás tú, mi esposo enemigo, capaz de sacar todo el veneno que los afanes y las tentaciones te inyectaron, para que dejes de ser oruga y alcances la plenitud de lo que pudieras llegar a ser?Hombre, padre esposo e Hijo de Dios.  Oro para que así sea, después de todo soy humana y mi anhelo por la felicidad puede llevarme al convencimiento de que eres el mal que debe ser sacado de en medio…

Diario de una esposa en medio de muchas que atraviesan situaciones similares.   Unámonos como ella en la batalla por el sostenimiento de las familias.  Traigamos nuestro dolor a los pies de Cristo.  Cualquiera que sea.  Dios instituyó la familia.  Los males sociales son el resultado del rompimiento de ese principio.  Si en algo te identificas en este caso, haz como esta guerrera.  Lucha de la mano de Dios.

Proverbios 14:1  La mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la derriba.

1 Pedro 3:7Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

Efesios 5:25-27Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

¡Bendiciones!