El 26 de junio la Suprema Corte de los Estados Unidos falló en un voto de 5-4 que todos los estados y territorios de los Estados Unidos deben permitir el mismo estatus de matrimonio a toda pareja de adultos que por decisión libre quieran obtener una unión legal. Estos estados y territorios deben proporcionar el mismo camino legal y reconocimiento a todas las parejas que soliciten para esta situación jurídica sin distinción de sexo, color de piel, estado socio-económico, empleo, etc. Este dictamen ha provocado vastas opiniones a nivel mundial, de ambos lados del espectro.
Cuando un organismo gubernamental permite que ciertos ciudadanos tengan privilegios específicos que no son obtenibles por todos los ciudadanos de igual manera, entonces ese gobierno específicamente discrimina y marginaliza al grupo al que le niega los mismos privilegios. Independientemente de la excusa que un gobierno, una institución o un miembro individual de la sociedad use para proveer cierto estatus legal a algunas personas mientras se lo niega a otras, el resultado es discriminación, intolerancia y marginalización. En cuanto al matrimonio, muchos dentro de la comunidad Cristiana de los Estados Unidos han utilizado su interpretación de la Biblia para justificar su odio y falta de consideración por la igualdad de todas las personas. Las democracias verdaderas no pueden existir sin la igualdad y las mismas protecciones legales de todo su pueblo. Este es el fundamento de las opiniones de la reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos con respecto al matrimonio. La fundación de la República no puede significar que la democracia puede permitir la tiranía de la mayoría para oprimir los derechos de la minoría y esa es precisamente la razón por la que tenemos una Declaración de Derechos (Bill of Rights) en los Estados Unidos.
Recientemente en el periódico Hoy de la República Dominicana, Rafael Acevedo opinó que “Los poderes que controlan la política del EUA parecen haber olvidado que la suya y todas las democracias occidentales modernas tienen su fundamento en el cristianismo”. Desafortunadamente el Sr. Acevedo está equivocado ya que los Estados Unidos de América está fundado en una clara separación de la iglesia del Estado. De hecho, John Adams, cuando gobernó como segundo presidente de los Estrados Unidos en el 1797, convirtió el Tratado de Trípoli en ley que el Senado aprobó por unanimidad y que en parte leía: “A medida que el gobierno de los Estados Unidos no es, en ningún sentido, fundado en la religión Cristiana.”
A través de nuestra historia, nuestros líderes de cada rama del gobierno han continuado recordándonos del fundamento de nuestra igualdad para todas las personas. El 12 de septiembre de 1960, en un discurso ante la Gran Asociación Ministerial de Houston, el Presidente John F. Kennedy declaró: “Creo en una América donde la separación de la Iglesia y el Estado es absoluta – donde ningún prelado Católico pueda decirle al Presidente (aunque sea Católico) cómo actuar, y donde ningún ministro protestante le diga a sus feligreses por quien votar—donde a ninguna iglesia o escuela de la iglesia le sean concedidos fondos públicos o preferencia política—y donde a nadie se le niegue un cargo público meramente porque su religión difiera a la del Presidente que lo pueda nombrar o las personas que lo puedan elegir.”
La Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos dice: "El Congreso no hará ninguna ley respecto al establecimiento de religión o para prohibir el ejercicio libre de la misma …." Esta es nuestra libertad de culto, lo que significa que tenemos el derecho legal y la libertad en los Estados Unidos de América a adorar libremente como queremos. Esto significa que nuestro gobierno no puede dictar cómo debemos orar o decirnos lo que debemos creer. Una de las razones principales por la cual nuestros padres fundadores huyeron de Inglaterra fue que el rey impuso sus creencias religiosas personales al pueblo y ellos no tenían el derecho de adorar o no adorar libremente. Esta es la razón por la cual existe la Primera Enmienda de nuestra Constitución de Estados Unidos.
Sin duda, usted tiene derecho a su opinión con respecto al matrimonio. Usted puede opinar que el matrimonio sólo debe ser para ciertos miembros de la sociedad según sus creencias. Sin embargo, usted no tiene el lujo de pretender que está aceptando y amando a todas las personas cuando cree que es aceptable que algunos tengan ciertos derechos y privilegios al mismo tiempo que se les niegan esos mismos derechos y privilegios a otros miembros de la sociedad. En los Estados Unidos, el derecho legal para casarse es otorgado por la autoridad del Estado, y no por la autoridad de la iglesia. Cuando uno se casa legalmente en los Estados Unidos por el representante autorizado del Estado, el pronunciamiento dice "Por la autoridad investida en mí por el estado de…". Es posible llevar a cabo una ceremonia de matrimonio en una iglesia, si lo desea, pero usted se casa por el estado y una ceremonia de la iglesia no es obligatoria para que el estado reconozca legalmente su matrimonio. Por lo tanto, la Corte Suprema de los Estados Unidos no le obligó nada a ninguna iglesia o institución religiosa con el fallo del 26 de junio cuando decidieron que el matrimonio es un derecho para todos los ciudadanos. La decisión de ninguna manera requiere que iglesias o instituciones religiosas lleven a cabo ceremonias de matrimonio gay. Por lo tanto todas las iglesias e instituciones religiosas en los Estados Unidos pueden continuar la tradición de proveer ceremonias de matrimonio a su congregación sin ninguna reserva o repercusión por parte del gobierno de los Estados Unidos.
Las opiniones de la Corte Suprema de Estados Unidos con relación al matrimonio se basan en la opinión legal, y que la opinión legal surge de los pensamientos de nuestros padres fundadores cuando se formó nuestro país. El juez de la Corta Suprema Anthony Kennedy escribió: "Ninguna unión es más profunda que el matrimonio, ya que encarna los más altos ideales de amor, la fidelidad, la devoción, el sacrificio y la familia. En la formación de una unión matrimonial, dos personas se convierten en algo más grande que antes estaban. Como algunos de los peticionarios en estos casos demuestran, el matrimonio representa un amor que puede durar hasta después de la muerte. Sería malentender a estos hombres y mujeres si decimos que difaman la idea del matrimonio. Su motivo es que ellos lo respetan, lo respetan tan profundamente que tratan de encontrar su cumplimiento por sí mismos. No se puede condenar su esperanza a vivir en soledad, excluidos de una de las instituciones más antiguas de la civilización. Piden igual dignidad a los ojos de la ley. La Constitución les otorga ese derecho ".
Cuando dos seres humanos deciden entrar en una relación legal permanente y contractual, sancionada por el gobierno con el fin de consolidar su compromiso con el otro, entonces sólo hay una palabra que se puede usar para todos los que entran en dicho acuerdo: "matrimonio". Por lo tanto, no es un matrimonio entre personas del mismo sexo y no es un matrimonio interracial. Es un matrimonio …… ¡y punto!