La celebración del día de las madres visibiliza la relevancia de las mismas para nuestra sociedad. El peso social de la maternidad no solo se sustenta en las relaciones consanguíneas entre hijos-hijas nacidos/as desde el vientre materno, sino también en relaciones de hijos-hijas con madres de crianza, que pueden ser abuelas, tías, hermanas, madrinas, vecinas que han asumido su cuidado. Sea por la muerte de sus madres en distintas condiciones o porque han emigrado a otro país en búsqueda de alternativas de sobrevivencia.
Las madres de crianza tienen mucha presencia en toda la geografía nacional. En los trabajos de campo que realizamos continuamente en comunidades urbano-marginales y rurales e igualmente en estratos medios aparecen estas mujeres que deciden criar niños, niñas y adolescentes aun cuando tienen otros/as hijos/as consanguíneos o cuando no los han tenido.
La orfandad producida por feminicidios en nuestro país es un problema social de gran envergadura pero con escasa atención, registros y estadísticas. Sheila Báez en su estudio sobre el tema establece una estimación a partir de la tasa anual de feminicidios:
“Si cada año muere un promedio de 200 mujeres víctimas de la violencia feminicida en la República Dominicana de las cuales alrededor de un 60% ha tenido hijos y calculamos una media de 2.5 hijos por mujer podríamos concluir que alrededor de unos 300 niños, niñas y adolescentes quedan en la orfandad cada año” ( Báez-CEG-INTEC 2017: 483)
Si bien hay distintas instituciones que acogen a niños, niñas y adolescentes que quedan en la orfandad, muchos y muchas de ellos/as pasan a ser cuidados, atendidos y criados por mujeres de la familia u otras mujeres cercanas a la familia de la madre a quienes se le ceden en adopción.(Op.cit: 482).
La mirada a la orfandad y la maternidad supone reconocer la cultura de acogida y cuidado a la niñez y adolescencia sostenida por las mujeres y el capital social creado en ese tejido social femenino para revertir los círculos de violencia de las víctimas de feminicidios desde el apoyo y la solidaridad.
Igualmente hay que destacar que estas mujeres están muchas veces solas y no necesariamente cuentan con recursos económicos ni educativos para ofrecer una respuesta que favorezca el desarrollo integral de esa población vulnerable.
Se necesita la intervención socio-educativa desde el Estado y gobiernos locales en todo el ámbito nacional en esa población en condiciones de orfandad. De igual forma realizar cambios en las políticas sociales y educativas que fomentan la familia nuclear como eje fundamental y que por tanto excluyen y discriminan a esta población que vive en otras estructuras familiares.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY