El sufrimiento emocional te fortalece, te hace entender mejor la vida. Pero el físico es humillante, no te deja nada, te resquebraja (…), nada de lo que uno vive se pierde, que todo queda dentro de nosotros, que no hay olvido. (Jaime Sabines)

Un sinnúmero de veces  hemos descrito y analizado la forma de organización social gris que se ha incrustado en la sociedad dominicana, la cual está dirigida por élites políticas que lo corrompen todo y no hay instancia del poder que no haya sido corrompida.

Nuestra sociedad, después de la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, vive sin referente ideológico que la cohesione. Las pasiones políticas eran contenidas por líderes de la estatura de Juan Bosch y Peña Gómez.

Hoy el fundamentalismo económico es el aire que respiran los partidos tradicionales. No hay línea divisoria,  sus élites políticas están permeadas por dos prácticas que son recurrentes en la historia política dominicana: el clientelismo y el patrimonialismo. Estas prácticas corroen la política dominicana y forman parte de los lastres políticos que bloquean la modernización democrática, social y económica de los dominicanos.

La primera práctica política, que es el clientelismo, se caracteriza por intercambio de favores, en la que se utiliza el poder del Estado, por parte de los funcionarios políticos para beneficiar a sus clientes y familiares, a cambio de que estos los sigan apoyando (con votos y dinero) en su proyecto de perpetuación en el gobierno, y además tiene como objetivo perjudicar a todo aquel que no colabora con el sistema clientelar. En cambio,  la segunda, es el patrimonialismo, a través del que se recurre a la concentración del poder del Estado en el  líder político de una elite gobernante, quien se considera el propietario de todos los bienes, servicios y personas que le han sido asignados a su cargo, por parte de la sociedad.

La expansión de estas dos prácticas políticas ha permeando la sociedad  hasta el punto que se ve como natural la  utilización de recursos económicos para apoderarse del poder del Estado o mantenerse en este. Así como el transfuguismo político, en la que una persona cambia a un partido o grupo en tiempo de conflictos, lo cual se ve como algo normal  en los principales partidos  políticos dominicanos. A estos tipos de políticos no les interesan las ideas, los proyectos con fundamento filosófico y de cambio social. Es de ahí la entrada en escena del lumpen político, una especie de sujeto que  evidencia en su práctica cotidiana la política como botín de guerra, como estrategia de saquear el presupuesto del Estado dominicano y de lavar dinero a como dé lugar.

Este es el panorama actual del proceso político en que vivimos los dominicanos,  en donde a los principales partidos tan solo les importa el comercio y los intereses del grupo en detrimento de la sociedad, no los valores encarnados en la justicia social y el bien común. De ahí que el secretario de organización del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), principal fuerza del país, sea considerado a nivel nacional e internacional como uno de los políticos más corruptos del mundo y sin embargo  pasa como algo tan natural en esa organización.

Pero también vemos como un mafioso político como Blas Peralta, representante de una de las zonas grises del país, y quien asesinara al ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, maestro Aquino Febrillet, era llevado como diputado por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) en San Cristóbal, a sabiendas del prontuario de crímenes que tiene en su vida esta esfinge dominicana, y el cual se erigió una estatua como símbolo de que al escenario político dominicano solo puede llegar el lumpen político sin referente moral y enganchado a empresario. Este espécimen es la que tiene únicamente el derecho a llegar a una diputación, una senaduría, una sindicatura o a la presidencia de la república, en una sociedad como la dominicana.

Es una pena que  una figura académica como el ex rector Mateo Aquino Febrillet fuera asesinada, para que este Partido se diera cuenta de que ese sujeto es un psicópata político, que hace tiempo debió estar en la cárcel. En este país, todos sabemos quién es ese sindicalista y como su Partido de la Esperanza Nacional (PEN), forma una mafia política. Pero además, vemos como a un empresario burdo y enganchado a político no le importa destruir un partido como el PRD, moviéndose, como dice Juan Bosch, por instinto animal de acumular riquezas sin ningún escrúpulo y actuando en la política con un lenguaje momificado.

Es por eso que la indignación por el vil asesinato de Aquino Febrillet se convirtió en un virus en las redes sociales, dejando bien claro que este tipo de sistema político está a punto de colapsar. La solidaridad y el afán de justicia se manifestaron en más de cinco millones de dominicanos en el ciberespacio, lo que hace pensar que luego del proceso electoral, el escenario de la ciberpolítica será el primer escenario que abrirá la fisura de ese sistema en que hoy nos movemos.

Es de ahí que no nos encontramos ante las firmas de los famosos pactos de no violencia electoral por parte de los partidos, como tampoco que la Iglesia, la Junta Central o el Presidente dominicano se pronuncien por la paz y la concordia en la campaña comicial presente, tal como ocurría en los procesos electorales anteriores. No es eso lo que está en juego, sino que el sistema político dominicano, tal como ha funcionado por décadas, está a punto de colapsar.

No podemos olvidar el asesinado dirigente del PLD, Victoriano Santos Hilario y su hijo en marzo de 2015 en Cotuí, o cómo la triple muerte, en donde sobresale el síndico del PLD en Santo Domingo Este,  Juan de los Santos (15/12/2015) y la muerte de dos dirigentes peledeístas Yeral Pérez y Pérez y Erasmo Medina Espinal en las primarias internas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD, 12/12/2015). Sin mencionar las figuras importantes que han sido asesinadas por robos o por un simple roce entre vehículos, no por política.

Por eso, desde las redes sociales se han estado creando movimientos sociales contra la impunidad, la corrupción y las zonas grises, las cuales arropan a la sociedad dominicana y causan indignación y malestar social. En este sentido cobra importancia la comisión que formó nuestra Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) para que el  Consejo Universitario se constituya en querellante,  en acto civil, en el proceso judicial en contra de los responsables del asesinato del ex rector Mateo Aquino Febrillet.

Por cuanto no habrá olvido maestro Febrillet, ya que como académico, hijo de la UASD,  te has quedado  entre nosotros, forma parte de la vida intelectual de la institución. Hoy recuerdo tu presencia en aquel  17 de Marzo de 2011 cuando  pronuncié el discurso a nombre de los doctores investidos en el doctorado del País Vasco, así como en otras tantas actividades académicas, como la puesta en circulación de mi libro Hackers y filosofía de la ciberpolítica (12 de abril de 2012) donde presidiste la mesa de honor  junto a Diógenes Céspedes, Rafael Morla, Francisco Acosta y Francisco Terrero Galarza.

Este libro, tan pronto salió de la editora, te lo llevé a tu despacho, y en él se recogen parte de mis reflexiones  sobre temas ciberespaciales (1998-2001) publicadas en el desaparecido suplemento Cultura del Siglo, del desaparecido periódico El Siglo. Ahí explico cómo en la sociedad dominicana se estaban formando las zonas grises de forma virulenta. Decía yo: “diputados que no creen en principios, ni en ideales, que se venden a cambio de apartamentos y dinero, políticos que desprecian la cultura, la ciencia y viven hablando de que nuestro problema es de educación y de preparación académica. Funcionarios virtuales que solo pasan a ser reales en nuestros barrios marginados cuando hay campaña electoral. Estos y otros males bloquean la búsqueda de una democracia real y participativa. Si se quiere trabajar por ese deseo imaginario, los primeros que deben comenzar a cambiar son la mayoría de los políticos, funcionarios, abogados, militares, ya que su verdadera procedencia viene de esas zonas grises. En vez de condenarla, lo que deben contribuir es a transformarla, ya que de esa manera se transformarían ellos mismos.”