A las mujeres y niñas haitianas víctimas de la cooperación internacional.
En la cultura “occidental y cristiana” la figura del extranjero originario de Samaria es paradigmática de expresiones mayores: la solidaridad y la fraternidad entre los seres humanos. Sin importar la creencia religiosa -o su ausencia- la lectura de este pasaje bíblico enseña.
Precisamente desde esa cultura propongo una lectura del llamado escándalo de OXFAM, que ya ha superado las fronteras de esa organización transnacional. He esperado durante varios días opiniones, críticas o no, y no aparecen. De lo que se habla es de una estela de situaciones nuevas que sólo aumentan la gravedad de un problema que especialmente a quienes vivimos tan cerca de Haití nos ha conmovido.
Si utilizamos el modelo del samaritano, al leer los susurros que dicen “los conozco y son buenos” se ve con espanto que los hechos han sido manejados con éxito relativo por los bandidos de la historia. Todo, por supuesto, con matices. Lo que no está matizado es que es un imperativo recordar que los haitianos –y haitianas- no sólo tienen dignidad cuando habitan fuera de su país y sobreviven como indocumentados o cuando se les niega la nacionalidad a sus descendientes: quienes habitan territorio haitiano también la tienen.
Pasó el levita, pasó el sacerdote y desde lejos muy lejos tuvo que ser Desmond Tutu, uno de nuestros héroes antiguos, tradicional luchador por la justicia, quien le puso la tapa al pomo y renunció a la relación de colaboración que tenía con los oxfamer. Lamentablemente por aquí no se oye nada todavía, seguro que el individualismo neoliberal y su libertad estará ensayando el discurso de las responsabilidades individuales, porque las instituciones, como se sabe, no importan sino es para criticarlas en beneficio de aumentar las recaudaciones. Por eso hablar de Estado fallido en Haití resulta un acierto de doble entrada: primero porque ayuda a aumentar la recaudación y segundo porque justifica que no se denuncien a las autoridades locales la comisión de actos delictivos.
La decepción es grande y no hablo de la transnacional, hablo de los nacionales y especialmente de las nacionales pues pasaron junto a la víctima mirando para el otro lado. Igual que el levita y el sacerdote. No reconocieron como su prójimo al herido de muerte, eligieron al donante.
Quiero dejar establecido antes de seguir, que con todo no creo que lo de Inglaterra, lo de Sudán y lo de Haití sea una “política” de la transnacional. Pero lo que no merece la más mínima duda es que sí fue una política ocultar a los malhechores y protegerlos para que no se dañaran los aportes que reciben de los gobiernos y de particulares. Recordé que alguien dijo a propósito del escándalo de Watergate “No fue solo el crimen, fue el encubrimiento”.
Y lo que las transnacionales del escándalo (ya son más de dos) han dejado al descubierto, lo podemos empezar a deducir del diario de Cristóbal Colón: “Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mugeres, aunque no vide más de una harto moça. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de treinta años. Muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruessos cuasi como sedas de cola de cavallo, y cortos.” De aquí para adelante todo se reduce al lugar donde cada uno se ubique. Vale recordar ese primer acto de cooperación internacional del que hay registro en América: “les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidro que se ponían al pescueço, y otras cosas muchas de poco valor, con que ovieron mucho plazer y quedaron tanto nuestros que era maravilla.” Así comenzó todo. La relación autoritaria y dominante de la llamada cooperación internacional -tan bien retratada en la relación donante receptor- se nos aparece y nos degrada en el silencio paralizante e injustificado de receptores y receptoras que no quieren perder “bonetes colorados y unas cuentas de vidro”.
Hay suficiente bibliografía acerca de la función y del significado de las oemegés, sobre todo poniéndolas en el contexto de la dominación neoliberal. A esas organizaciones “muy gubernamentales” las describí hace un tiempo en este mismo espacio como guetos suficientemente conocidos que casi no se rigen por las leyes del país que los recibe, que cumplen con apoyo a los gobiernos, entre otras cosas remplazándolos en algunas obligaciones menores: son las burocracias doradas. Destinan todo su bagaje ideológico a socavar lo que queda de los Estados que deben proteger y promover derechos, a impedir que las demandas sociales y las potencialidades democráticas de las organizaciones populares hagan avanzar olvidadas luchas por la justicia puestas en la gaveta de los proyectos pendientes de financiar.
No me digan que no resulta a lo menos extraño que la oemegé financiara Polétika al tiempo que uno de sus contratados había sido un ex ministro de Álvaro Colom. Cuando se contrata a funcionarios de gobiernos conocidos como corruptos no se puede exigir, ni menos pretender, vigilar a políticos. Lo ocurrido desvela la verdad del negocio, de las organizaciones convertidas en fines en sí mismas, sin ningún límite ético-político.
Si alguien estudia este asunto en serio, tendrá que concluir que la operación neoliberal más exitosa para terminar con la influencia del pensamiento progresista y del compromiso político ha sido la instalación de oemegés. Todavía espero que aparezcan los y las defensoras de las denuncias “técnicas” de estos organismos imperiales, cuya influencia no descansa en reconocimientos académicos a la calidad científica. Solo los promueven los que Hayek denominó “vendedores de ideas de segunda mano” y que no alcanzan a distinguir entre sus lecturas un montón de papeles con conclusiones sacadas de fuentes secundarias y escritas para aumentar las recaudaciones institucionales.
En nuestros últimos quinientos años de historia la experiencia es definitivamente real maravillosa, o del realismo mágico que relata García Márquez con la llegada de los gitanos y el hielo a Macondo y también con el “rebú” que provocan los imanes de Melquíades y la idea de Aureliano Buendía (el mismo que anunció “La tierra es redonda como una naranja”) de usarlos para sacar el oro de la tierra. Pero, “Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: «Para eso no sirve.»” ¿Y no fue acaso a ese mismo Buendía que hacía que Úrsula perdiera la paciencia al que Melquíades tuvo que exaltar como inteligente? Acaso sea ésa la mejor descripción del nacimiento de una intelectualidad latinoamericana a la que no podemos renunciar, como no podemos renunciar a emanciparnos en libertad y sin ninguna pretensión de superioridad moral.
Pero todavía, tanto tiempo después de Macondo, tanto tiempo después del tiempo en que las cosas no tenían nombre y había que apuntarlas con el dedo, no valoramos la inteligencia propia.
"Lo que pasó con Oxfam en Haití es una violación extremadamente grave a la dignidad humana", tuiteó Jovenel Moïse, presidente de Haití la noche del lunes 12 y eso me hizo recordar que a Ricardo Seitenfus lo cancelaron de sus responsabilidades como jefe de la misión especial de la OEA cuando en el 2010 advirtió del abuso y del daño que estaban provocando las transnacionales a Haití: “Para las ONG transnacionales, Haití se ha convertido en un lugar de paso obligado. Yo diría que incluso peor que eso: el de la formación profesional. La edad de los cooperantes que llegaron tras el terremoto es muy baja: desembarcaron en Haití sin ninguna experiencia. Y Haití, les puedo decir, no es un sitio adecuado para los aficionados. Después del 12 de enero, a causa del reclutamiento masivo, la calidad profesional ha disminuido significativamente. Hay una relación perversa o maléfica entre la fuerza de las organizaciones no gubernamentales y la debilidad del Estado haitiano. Algunas ONG solo existen a causa de la desgracia de Haití.”
Claro, aún cuando nos previno, nadie hizo caso de su advertencia. Peor aún, puede que esta noticia del periódico inglés “El Telégrafo” del 13 de febrero pasado, sirva para aumentar la tranquilidad y los silencios de nuestros modernos yanaconas: “Sin embargo, una portavoz de Oxfam dijo que desde que surgieron las acusaciones sexuales también hubo donaciones récord. "Hubo también casos de más donaciones. El lunes, recibimos 78 obsequios individuales, el número más alto desde el 1 de enero, y 44 obsequios regulares, el más alto desde marzo de 2017 ", dijo.