Mas de siete muertes por día, exactamente 7.6, a causa de los accidentes de tránsito es la cantidad promedio que establecen los datos recopilados por el Observatorio Permanente de Seguridad Vial que fueron presentados por la ingeniera Claudia Franchesca de los Santos, directora del INTRANT, durante el acto en que dejó inaugurada la Semana de la Seguridad Vial.
Según informó la funcionaria, durante el pasado año 2 mil 804 personas perdieron la vida debido a los siniestros registrados en el tránsito. Esa cantidad difiere de la ofrecida por la Oficina Nacional de Estadísticas que registró solamente mil 989, o sea, 815 menos. La razón de la discrepancia es que las autoridades solo toman en cuenta las víctimas fatales en el lugar del accidente, no las que fallecen posteriormente en clínicas y hospitales a causa de la gravedad de sus heridas, a las cuales no les dan seguimiento.
Es una diferencia que data de mucho antes y que con frecuencia enfrentó por esa misma razón las minuciosas estadísticas que recopilaba el Dr. Pedro Green, entonces director de Traumatología del hospital Darío Contreras, con los datos incompletos que ofrecía la Policía Nacional.
Green fue una voz permanente de alerta llamando la atención sobre el ya grave problema que en términos de vidas humanas y lesionados provocaban los accidentes vehiculares, y la necesidad de establecer regulaciones mas precisas para lograr mayores niveles de seguridad en el tránsito. Como tal fue uno de los principales expositores en el I Seminario sobre Accidentes de Tránsito que convocamos Rafael Molina Morillo, entonces director del diario El Nacional y nosotros, como director del noticiario Radio Reporte de La Voz del Trópico, hace ya mas de cuatro largas décadas, cuyas recomendaciones lamentablemente no fueron mas allá de las simple participación de las autoridades vinculadas, al margen de la cual faltó la voluntad política para aplicarlas, quizás porque causaban mucha mas preocupación e interés mediático las muertes provocadas por las turbulencias políticas de la época.
Las víctimas fatales ocasionadas por los accidentes vehiculares constituyen la principal causa de muertes violentas en el país. Mucho mas que los feminicidios que con sobrada razón nos escandalizan, de los crímenes, homicidios y suicidios. Somos, se ha señalado en múltiples ocasiones y lo reiteró la directora del INTRANT, uno de los países del mundo con mas elevada tasa de muertes en relación a la cantidad de accidentes de tránsito.
Sin embargo, pese a tratarse de una verdadera sangría, del luto que llevan a los hogares, de los miles de lesionados que tienen que someterse a largos procesos de recuperación y rehabilitación y de quienes sufren una discapacidad de por vida, no parecen quitarnos el sueño. Tal como si nos hubiésemos resignado a aceptar como un hecho fatal e inevitable de nuestra naturaleza conducir en forma irresponsable y violar de continuo las normas mas elementales del tránsito sin reparar en las consecuencias, lo que solo ocurre aquí y cambia drásticamente desde que emigramos y nos ajustamos a las normas prevalecientes y de rígido cumplimiento en los Estados Unidos y otros destinos de la diáspora.
La creación del INTRANT tuvo como fin fundamental establecer normas de reordenamiento del tránsito a fin de reducir la cantidad de accidentes, y por extensión de las muertes que provoca. La meta que se ha trazado en primera etapa es reducir la siniestra estadística en un treinta por ciento.
Para tratar de lograrlo su directora anunció la ejecución de un plan que luce en extremo tan ambicioso como necesario y que requerirá una voluntad firme, tiempo, recursos y la mas colaboración del gobierno para su ejecución. El mismo abarca entre otros aspectos esenciales llevar la educación vial a las escuelas; la inspección de vehículos; la mejora del sistema formativo para obtener la licencia de conducción (¡fundamental¡) y una mayor supervisión policial.
Pero así como alcanzar la meta de una educación de calidad gira fundamentalmente alrededor de la capacidad y dedicación del docente, reducir los accidentes vehiculares y la cantidad de víctimas que provoca dependerá en mayor medida del grado de concientización de los conductores, su mayor sentido de responsabilidad y su compromiso de respetar las normas del tránsito en beneficio propio y de los demás.
Y, naturalmente, como obligado complemento, la aplicación de las mas fuertes sanciones a los infractores recurrentes sin importar de que papá sean hijos, ni la posición que ocupen en el gobierno, las fuerzas armadas, la policía o la sociedad y sin que al comando se le aflojen los ruedos del pantalón ante el consabido, ¿usted no sabe quien soy yo?, en la seguridad de que su puesto no corre peligro.
Tal será el mayor escollo y el principal reto a superar por parte del INTRANT para lograr sus objetivos.