El XI Festival Internacional de Cine Fine Arts 2021 “hecho en República Dominicana”, podría estar inaugurando un antes y un después de la producción cinematográfica dominicana. Casi todas las películas son óperas primas y en su gran mayoría muestran unos criterios de producción y realización muy alejados de las comedietas de mal gusto, que por años permearon la industria del cine local.
La muestra se inaugura con la ópera prima “Más que el agua” https://festivaldecinefinearts.com/mdetails.php?id=1,dirigida y escrita por Amauris Pérez (no el cantante cubano sino el actor dominicano).
El drama temático dirigido por Amauris está estructurado en los cimientos cinematográficos “telenovelescos”, lo cual es un precepto difícil de defender sin caer en los estereotipos del melodrama barato. Cuando la historia de un film está tan cargada y exagerada de enredos sentimentales, el único recurso que le queda al director es defender ese tinglado con una puesta cinematográfica que apele a la formalidad impecable y la creatividad escénica. Debe salvar la película con un montaje lacónico que sugiera y no que ilustre. Toda la primera parte del film logra este cometido, consigue establecer una atmósfera de planos cinematográficos lacónicos, escuetos, y una banda sonora muy por debajo de los primeros planos trágicos de los personajes.
Con sus altas y sus bajas, el cuento emocional del púcher de mariguana "bimbín alegre" está logrado. La trama fluye y atrapa. La actuación de Frank Perozo tiene buenos momentos internos, está más allá de esas comedias fáciles donde siempre le toca el rol de un “gustanini”. Aunque la historia del film transfiere momentos de protagonismo a casi todo el elenco, descansa en la actuación de él (en el rol de Nicolás), en el amigo (cubre faltas) que con excelentes momentos logra caracterizar el talentoso actor Manuel Raposo (en el rol de Mamelo) y Micky Montilla (en el rol de Joaquín) El drama abre y cierra desde el universo emocional-laberíntico de ese púcher (Frank Perozo) de cannabis. Los acontecimientos y el conflicto de todos los personajes están sujetos a la prosperidad y los vericuetos de su vida angustiada y desordenada.
A excepción de Dalisa Alegría (en el rol de la fiscal), los actores y actrices tienen excelentes instantes. El director logra un cierto equilibrio en su visión de acting; aunque es pertinente señalar que hay secuencias dramáticas (en una trama ya laberíntica) en las que el conflicto se pudo manejar desde la contención actoral, o sea apostar más a los silencios y no la exposición oral-gestual. Sin embargo, las actuaciones son creíbles, en especial el personaje casi invisible, atemorizado y sin carácter que logra Axel Mansilla (en el rol de Carlitos).
Más allá de los enredos telenovelescos, el film dirigido por Amauris es una película lograda respecto a todos los preceptos formales que supone la producción y realización cinematográfica: Guion, fotografía, música, actuación y montaje.
Aunque en los inicios del film, el director logra que la escena no se cargue de sentimentalismo dramático, haciendo un buen uso de planos fotográficos no ilustrativos y distantes, más una musicalización (o sea la forma en cómo está colocada la banda sonora en el drama) que siempre está situada por debajo del suceso escénico; sin embargo; el tratamiento final de la película, lo traiciona. No sé por qué Amauris no siguió apostando a los buenos silencios del inicio de la película, a la moderación entre musicalización y situaciones dramáticas. De continuar con ese recurso, no hubiese permitido que el filme cayese en el melodrama melcochoso de los sentimientos. Se dejó llevar del enredo melodramático de la trama, y como tal, el film queda atrapado en su propia estructura, no la transciende. Y ahí radica el peligro de este género.