Luego de dos semanas de ausencia por causa de fuerza mayor, proseguimos con nuestro tema y el análisis breve de los planteamientos hechos en el artículo anterior en torno al urbanismo bioclimático.

Calles adaptadas a la topografía, buscando las orientaciones óptimas.

Este punto, que da continuidad al desarrollado en el artículo III de esta serie, avanza un poco más con el tema de los viarios y plantea el asunto de la topografía y las orientaciones en las calles.

La geomorfología es la disciplina que tiene que ver con el relieve del territorio, así como los orígenes y causas del mismo. También abarca la parte que tiene que ver con su posible evolución.

Es fácil pensar en geomorfología si partimos de un territorio nos urbanizado, es decir de algún llano, monte o ladera con rocas y vegetación en estado natural, pero ¿realmente nos cuesta tanto pensar en esto en código de urbanismo?…no debería.

Para planificar un nuevo asentamiento o incluso modificar un asentamiento ya establecido, es preciso trabajar tomando en cuenta las huellas previas de escorrentías y/o pendientes del lugar, pero también las posibles umbrías y solanas, así como la propia altitud del lugar. Esto último muy necesario para territorios como el nuestro, casi rodeado totalmente por el mar.

Pero… ¿Por qué esto?

Las pendientes o escorrentías son, nunca mejor dicho, el cauce del agua. Cuando trazamos un viario lo que hacemos es impermeabilizar esta parte del terreno natural a nuestra conveniencia. Poder transitar por una vía asfaltada es una exigencia que hacemos todos los contribuyentes a los gobiernos de nuestras ciudades, pero la satisfacción de esta necesidad debe hacerse tomando en cuente el curso natural del agua por el terreno y partiendo de que ya, el agua, no podrá ser absorbida por la tierra. En este caso tendremos que crear los mecanismos para una correcta evacuación de la misma y que en este proceso no resulta contaminada irreversiblemente.

Las umbrías y la solanas, o lo que es lo mismo decir,  las partes sombreadas y las que reciben el soleamiento necesario y adecuado, son también temas de consideración en la planificación urbana. Ya lo decíamos en el artículo anterior al poner el ejemplo de un acristalamiento inadecuado en una vía en la que el sol entra de frente. Por poner otro ejemplo, un recorrido vehicular frontal hacia el este en horas matinales, puede y debe ser tomado en consideración a la hora de realizar un trazado viario a menos que nos interese que sea la buena dicha la que decida por nosotros lo que sería más conveniente, es decir, crear barreras o no, modificar el trazado de acuerdo a ciertos puntos del itinerario, etc.

Otro ejemplo más. Una hilera de viviendas puede ser planificada para que sus fachadas principales estén orientadas, con sus lados largos, hacia el  norte y el sur (en función de nuestra latitud), y que sea hacia estos lados que se plantee la vía de acceso a las mismas, dejando hacia el oeste y el este,  los lados cortos de la manzana y las caras más cortas y menos comprometidas, en cuanto a confort,  de las viviendas.

Para conocer la pertinencia de una planificación correcta, con una altitud adecuada y un trazado de las calles consecuente con esto, solo debemos acudir a nuestra memoria, a momentos de tormenta, y ver como el mar puede entrar con mayor o menor dificultad en determinados asentamientos urbanos de costa….¡Es cuanto magistrado…!!!

Pinceladas no más

Esta pinceladas no serían nada sin el compromiso del lector de indagar más por su cuenta sobre estos aspectos y su enfoque bioclimático. Esperamos que estos planteamientos valgan como titulares sobre temas que invitamos a que sean ampliados por cuenta propia sin son de su interés. De momento nosotros continuaremos la próxima semana con los siguientes planteamientos sobre urbanismo bioclimático.

Continuaremos la próxima semana.