Estos son algunos de los bienes y servicios que le han demandado al gobierno en los últimos días. En el deporte, más inversión en el fútbol y el boxeo; en recreación, arreglar el parque La Arboleda del Ensanche Naco; en pensiones, el aumento a la que recibe el Rey del Merengue. Pasémos revista.

El dinero público para el fútbol busca elevar en el corto plazo la calidad de los jugadores criollos, llevándolos al nivel que puedan ser “exportados” a las principales ligas. Con esto el gasto público contribuye a desarrollar la principal “materia prima”, para que una selección nacional pueda competir y lograr una plaza en eventos como la Copa del Mundo.  Ingresos fiscales para formar jugadores profesionales, con expectativas de lograr salarios millonarios, fama mundial y tríos con actrices porno, que nos llenarán de fervor y orgullo patrio con cada gol, u otra cosa que metan, en playas extranjeras.

Otra demanda “del paseo en bicicleta por el mundo de los deportes” es la del boxeo profesional.  La crisis de esta disciplina es por la falta de inversión privada y pública en su fomento. La privada se alejó al perder rentabilidad el gasto en su promoción.  El dinero público, disperso entre diferentes actividades deportivas, ahora debe venir al rescate y portarse como en los buenos tiempos. Se añora al vicepresidente que llenó un avión de la línea aérea estatal para apoyar, en New York, a un boxeador dominicano en pelea por campeonato.   Creo que recuerdo ese evento en que hasta al cuadrilátero subió Casandra y su ballet folklórico, cuando los atuendos apenas mostraban el tobillo de las bailarinas y el baile erótico no había salido de los burdeles.

El knockout de esa noche al pugilista criollo, aparentemente, también mandó a la lona el interés del gobierno en el boxeo.  Hoy, tristemente, las peleas que se ven son las de gallos.  Espuelas por puños, cambio del que es culpable el gobierno, abortó la oportunidad de tener a un Don King con poderosos gladiadores, bien posicionados en las clasificaciones y despertando interés mundial. En su lugar, ahora Angel Santana y similares con sus trabas de aguerridas aves peleadoras, en eventos de atractivo  localista, que ni espacio tienen para lucir exuberantes modelos en licras.  A ese deporte profesional en ruinas, ahora se le declama apoyados en Salomé: “Boxea, insiste, tus títulos reclama: que el gobierno de tu zona preste a tu genio su potente llama de ingresos públicos, y entre el aplauso que te dé la fama vuelve a ceñirte la triunfal corona.”

De concretarse estas dos iniciativas, futbolistas y boxeadores estarían así codo a codo con los cineastas y actores que hoy gozan de generoso amparo fiscal gubernamental.  Tanto a los aspirantes como a los recientes adictos al mecenazgo impositivo, esta administración debe decir “No más”.  A patear o morder, pegar, actuar y filmar sin el apoyo del fisco.

Del deporte pasamos a los parques públicos y pensiones a figuras de la farándula.  Un reportaje sobre La Arboleda, un parque interior del Ensache Naco, muestra que está abandonado por el Ayuntamiento del Distrito Nacional.  Los moradores del sector pagan impuestos, pero es el Alcalde que establece prioridades y distribuye un presupuesto que no alcanza para cubrir opciones de esparcimiento a todos los ciudadanos.  A los naqueños se les recuerda que poner a Cristo Rey a disfrutar el verano con piscinas en Güibia es más importante que gastar en embellecer su  parque. También que deben apoyar que más recursos sean llevados a la administración municipal vía transferencias, la aceptación de nuevos arbitrios o aumentar los existentes. Por ahí no.

Para Naco, y cualquier otro sector que pague impuesto a la vivienda suntuaria,  lo correcto es conformar juntas de vecinos que presionen por tomar control de servicios municipales a cambio de un crédito en el pago del impuesto al patrimonio inmobiliario y otros tributos que gravan la propiedad o su transferencia.  Por más que demanden mayor atención, no la van a recibir. En su contra también tienen que en la opinión pública no calan protestan donde se cierran calles con Mercedes o Harleys, se prenden velas aromáticas y las consignas se cantan a coro, en ropa de marca, al acorde de palmadas con vainas de  Flamboyan enfermo. En lo que propongo sí pudieran abrir un nuevo camino.  Organizarse para lograr vivir en su comunidad al estilo de las asociaciones de dueños de casa, como ocurre, por ejemplo, en San Mateo, Miami.  Ahí vive Becky Matos, cuñado miembro de la directiva, a quien entrevistaré sobre este tema.

Finalmente, el Rey del Merengue.  Los congresistas le aumentaron la pensión.  Duro votar en contra cuando de la Presidencia se pensionó, hace pocos años, a una cantante del grupo dominicano más famoso a nivel internacional.  Una aparente inequidad en la distribución de las ganancias millonarias de esa agrupación, a pesar de que se les creía como abeja al panal, impedía a esa talentosa cantante hacer un ahorro previsional.  Ante esa situación, el gobierno, a solicitud o actuando de oficio, recurrió a las arcas públicas para poner la miel de una pensión que, es probable, se entregó sin restricciones. La cantante la recibe sin importar su reincorporación a las rentables giras internacionales de la legendaria agrupación. También sin el requisito de bailar en tarima con una campana que recuerde en cada swing la solidaridad estatal.  Unánime, pues, el voto para mejorar la de este longevo Rey, con la salvedad que estos  casos deben tener más  limitaciones y otorgarlas como un mecanismo de excepción, cuando se comprueba no existen posibilidades de ayuda privada o solidaridad familiar.

La demanda de auxilio público o incentivos o subsidios para actividades que persiguen lucro, así como el grito de las comunidades que piden mayores gastos de inversión es infinita. El gobierno dijo que “para todo no hay”.  Que empiece a cortar, concentrarse en lo más importante  y ensayar novedosas formas de compensar con crédito fiscal provisiones de servicios públicos municipales en sectores donde grava la propiedad.