No existen dudas del impacto y la trascendencia de la educación en las personas, el aprendizaje continuo desde los primeros años de todo ser humano es un instrumento de alto valor en su desarrollo a lo largo de la vida.
Esta acumulación de aprendizaje es la herramienta más importante para la integración exitosa en la sociedad. El conocimiento obtenido a través de la enseñanza escolar, universitaria y de la propia experiencia del individuo tanto a nivel general como especializado provee capacidades y habilidades permanentes y de alto impacto.
La educación provee de capital humano a las personas lo que en sumatoria crea un óptimo social que se manifiesta en una mayor productividad en términos macroeconómicos. Esta mayor productividad a su vez se traduce en un mayor crecimiento económico que en términos prácticos significa un aumento en la creación de riqueza de una economía.
Esto último al margen de la forma y los mecanismos que puedan ser equitativos o no para distribuir este crecimiento, independientemente de esta realidad, el tema es de altísima relevancia sobretodo en una economía tercermundista como la República Dominicana.
Las investigaciones de los analistas confirman la relación directa que existe entre los niveles educativos y la productividad, los individuos con una mayor tasa de escolaridad tienen a ser más productivos, eficientes e innovadores en las tareas y labores que realizan.
Esa relación directa y estrecha entre la educación y crecimiento económico es una herramienta fundamental para reducir la pobreza y las desigualdades en el ingreso, siendo los países de África, Asia y América Latina, los que registran las más altas tasas de pobreza y con índices de Gini más cercanos a 1, es decir, con niveles más altos de desigualdad
Esta teoría conocida como la “Teoría del Capital Humano” se define como el aumento en la capacidad de la producción del trabajo alcanzada con mejoras en las capacidades de trabajadores, en donde dichas mejoras en las habilidades y capacidades se obtienen a través del entrenamiento, la educación y la experiencia. (Schultz-1961),
Previo a esta teoría, la educación no formaba parte de la función de producción de una economía y era considerada como una variable exógena a los factores que incidían en el crecimiento económico de un país. En ese momento se entendía que dicha expansión económica debía ser explicada por múltiples causas vinculadas al volumen de producción y la capacidad de ahorro de una determinada economía, sin embargo existía un factor residual importante en el crecimiento económico y que no podía ser explicado por los elementos establecidos hasta esa fecha. (Solow-1959)
Es en esa coyuntura que se realizaron investigaciones que resaltaban de forma inequívoca la conexión real y directa entre el crecimiento económico explicado por la innovación tecnológica lo que a su vez es una respuesta de la provisión de capital humano que se traduce en una mayor productividad general. (Becker 1964, Mincer 1974 y Schultz 1961)
Otro aspecto a destacar lo constituye el hecho de que la sociedad en general obtiene un beneficio mayor producto de la educación que lo que obtiene cada persona individualmente, por lo que la decisión más racional de cada persona de forma individual es invertir menos en educación a título personal que lo socialmente óptimo, lo cual desde el punto de vista del análisis de las políticas públicas y frente a la externalidad positiva que produce la educación constituye un estímulo social para que en términos reales el Estado se haga cargo en gran medida de su financiamiento (Romer 1986, Lucas 1988)
Esa relación directa y estrecha entre la educación y crecimiento económico es una herramienta fundamental para reducir la pobreza y las desigualdades en el ingreso, siendo los países de África, Asia y América Latina, los que registran las más altas tasas de pobreza y con índices de Gini más cercanos a 1, es decir, con niveles más altos de desigualdad.
Numerosos estudios también confirman la relación inversa que existe entre la pobreza y la tasa de escolaridad de los países, así mismo los resultados obtenidos arrojan que las actividades productivas del tipo “Learning by doing” son aprendidas y hechas con mayor precisión por aquellos individuos con al menos una base mínima de escolaridad.
En un tercer enfoque aparecen los teóricos que contrastan lo anterior y asocian la productividad a las habilidades y capacidades innatas que poseen algunos individuos lo cual explica los niveles de escolaridad alcanzados por éstos. En definitiva consideran la productividad una variable dependiente de las habilidades y capacidades innatas, señalando que la educación solo se encarga de confirmar esta evidencia. (Blanco-Pons-2004)
La evidencia empírica nos habla de cómo las habilidades innatas, la educación, el entrenamiento y la experiencia podrían influir y estar asociados a una mayor productividad a nivel individual como general, estos mecanismos intervienen en el crecimiento de las economías lo cual en teoría impactaría en su nivel de ingreso general, no así en la forma como éste es distribuido en la sociedad.
No podemos dejar de subrayar el efecto marginal que añade valor a la sociedad gracias a la educación como actividad transformadora de los individuos, basta citar la propensión de los más educados al cuidado de su salud, la capacidad para la creatividad, la reflexión e inferencia en múltiples facetas de la vida, el respeto a las leyes y normas, la autodisciplina y la apertura al dialogo armónico frente a situaciones de conflicto por citar algunas.
La educación es la actividad social de mayor valor en el crecimiento y desarrollo económico de un país, por lo cual la ciudadanía debe convertirse en la principal vigilante de las acciones del Estado al respecto. La Sociedad Civil como representantes de la ciudadanía deben vigilar el uso de los recursos, las transformaciones del sector, la nueva metodología a implantar en materia de enseñanza, el reclutamiento de nuevos maestros y la evaluación de los actuales, la formación de los maestros, la construcción de nuevos planteles, entre otros aspectos y que deben formar parte de la agenda pública de forma permanente con una visión de continuidad del Estado.
Dado su altísimo impacto social y económico resulta imperativo en RD que luego del logro del 4% al sector educativo se actúe sin dilaciones en la formulación y diseño de políticas públicas dirigidas a estructurar un sistema educativo más inclusivo y de mucho mayor calidad como piedra angular de una sociedad más horizontal y productiva, que garantice el bienestar, la movilidad social y la formación de ciudadanos más conscientes.