El gobierno del Presidente Luis Abinader comienza enfrentando, probablemente, los retos más grandes que ningún otro gobierno haya tenido que enfrentar en la historia dominicana: una crisis sanitaria ineludible y una crisis económica global de grandes proporciones.

En este contexto, justo cuando escasean más los fondos, se requiere destinar más al sector salud. Este clamor lo veníamos repitiendo durante décadas, sin que las autoridades nacionales advirtieran la importancia de invertir en el sistema de salud para hacerlo más resiliente y capaz de enfrentar una crisis sanitaria. A pesar de que, desde hace tiempo se sabe que esta crisis era muy factible, sobre todo porque el país es altamente vulnerable al cambio climático, no se hizo… y ahora no queda más remedio que buscar donde sea esos fondos para aumentar el financiamiento público a la salud, con el fin de evitar más dolor a la población dominicana.

Me han resultado muy esperanzadoras las palabras del Presidente Luis Abinader, en su discurso de toma de posesión. Y también las que pronunció al anunciar el plan para enfrentar la crisis sanitaria, delineado por la Vicepresidenta Raquel Peña. Entre ellas, quisiera destacar las siguientes:

  • Enrolar al SENASA subsidiado a toda la población dominicana que no está hoy afiliada al Seguro Familiar de Salud. Me parece un gran acierto y, en el proceso, se definirá cuáles de esas personas pueden contribuir para pasar el régimen contributivo (como los profesionales independientes y otras personas con capacidad de pago).
  • Aumentar las pruebas diarias a 7,000, incluyendo nuevos laboratorios públicos y privados. Me imagino que, además de hacer las pruebas, esto implicará también fortalecer la capacidad de rastreo de contactos y de dar seguimiento a las personas en aislamiento, tanto hospitalario como domiciliario.
  • Aumentar la capacidad de hospitalización y cuidados intensivos, uniendo esfuerzos con el sector privado y contratando personal de salud hoy desempleado, con capacidad para ejercer funciones de cuidados críticos.
  • Asegurar la disponibilidad de medicamentos de alto costo para las personas en cuidados intensivos, para ser suministrados de manera gratuita a quienes los necesiten.

Al presentar este plan, las nuevas autoridades señalaron que “aumentarían el presupuesto de salud en 15 millones, para llevarlo a 66 millones”. No me queda claro si se refiere al presupuesto institucional del Ministerio de Salud Pública o a la función salud de DIGEPRES o al gasto corriente en salud según las cuentas nacionales de salud.

A menos que los $66 mil millones se refieran al período agosto-diciembre (y no a la totalidad del año 2020), estas cifras me parecen reducidas, a juzgar por los fondos que históricamente se han destinado a este renglón en los últimos años, según las fuentes de información disponibles.

En efecto, según las Cuentas de Salud (que han sido publicadas sólo hasta el 2017), el gasto público corriente en ese último año ascendía a $103 mil millones de pesos, de los cuales $47 mil millones correspondían al régimen contributivo. Para financiar el régimen subsidiado, el gobierno asignó ese año $9 mil millones. La diferencia, es decir, $46 mil millones se destinaron al financiamiento de la red pública vía la oferta, a la función de rectoría y a financiar los programas de salud colectiva. Entonces, un total de $55 mil millones erogó el gobierno central en 2017.

Según la Dirección General de Presupuesto (DIGEPRES) y estimaciones de la autora – para los años 2018 y 2019 esos montos ascenderían a $62 mil millones y $68 mil millones, respectivamente.

Con la información disponible públicamente, no tenemos claridad sobre con cuánto se dispone para el año 2020. La única información es el presupuesto corriente (sin gastos de capital) aprobado al Ministerio de Salud Pública, de $80 mil millones (pero incluye transferencias a otras instituciones). También hubo un presupuesto complementario, pero no queda claro cuántos de esos recursos se asignarían para salud.

Es fundamental que el MSP retome la producción de estadísticas de cuentas nacionales de salud, para que sea factible dar seguimiento a las erogaciones que realiza el gobierno de una manera consistente y metodológicamente robusta, y pueda tener claridad sobre cuánto se gasta en cada partida, cuánto más se necesita y cómo va a financiarse ese gasto.

Las medidas propuestas por el gobierno son muy importantes y necesarias para mitigar el efecto de la pandemia. Son ineludibles pues, según han expresado varios epidemiólogos, no hemos llegado al pico y, aunque logremos frenar el ritmo, van a continuar creciendo los casos tanto leves como críticos.

Además de lo esbozado, quisiera ver, también, un plan para cumplir la promesa del Presidente Luis Abinader de producir una transformación irreversible del sistema de salud. De fortalecer el primer nivel de atención para que sea capaz de dar respuesta a la mayor parte de los problemas de salud de la población dominicana. Que, en tiempos como estos, sea capaz de dar seguimiento a las personas en aislamiento en sus casas, para evitar que se compliquen. Que esté cerca de la gente, que sepa cuáles son los problemas de la comunidad en que se desenvuelve y pueda abogar por resolverlos con acciones de carácter intersectorial. Que conozca los problemas de salud que tiene su población asignada, que sepa quiénes tienen enfermedades crónicas y necesitan seguimiento constante. En fin, un sistema de salud que funcione y que esté orientado a prevenir la enfermedad y fomentar estilos de vida saludables.

Necesitamos un plan (con financiamiento y responsables asignados) para caminar en la dirección de transformar el sistema de salud, para hacerlo resiliente, sostenible y comprometido con la salud universal.

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