El presidente de Haití, Michel Martelly estuvo de gira por Europa en noviembre pasado, tratando de restablecer la “confianza” en Haití. Como lo destaco en casi todas las entrevistas, que le realizaron los periódicos del viejo continente, donde fue recibido con honores de gran estadista, en pleno otoño alemán, por la canciller Angela Merkel.
Al ser entrevistado por el periódico Der Spiegel, casi cinco años después del terremoto, y tras recibir parte de la ayuda prometida para la recuperación, el Palacio presidencial, junto a gran parte del país, aun reposa bajo los escombros. Lo que conduce, al gobernante haitiano a tener cierta urgencia, en tratar de ordenar la casa, faltado apenas unos meses para su cuarto año de gobierno.
Martelly dijo, “Solo necesitamos organizarnos. Solíamos ser el país más rico del hemisferio occidental. Hoy día, todo es débil en Haití, la infraestructura, las instituciones, la mentalidad.”
Manifestando el interés de apoyarse en políticas públicas, orientadas hacia la educación, como ha hecho su homologo dominicano Lic. Danilo Medina
En Haití donde la educación es escasa y costosa, el 70 % de la población es analfabeta. Martelly aspira a llevar la educación gratis para todos. “Como un mecanismo para cambiar la mentalidad”. En un acto de clarividencia política, que le conduce a descubrir que, la educación es el único recurso para empoderar a los individuos de su desarrollo y crecimiento material e humano.
Para llevar a cabo sus propósitos, el presidente anuncio que se apoyaría en la diáspora haitiana, para obtener los recursos materiales y, tratar de que le den algo más los países ricos.
“Es por ello que tengo previsto hacer que la educación sea gratis para cada niño. Usamos 5% de nuestro presupuesto para la educación gratuita, y retiramos 5 centavos por minuto de cada llamada recibido de la diáspora haitiana, y $1.50 de cada envío de dinero hecho por la diáspora hacia Haití. Eso todo suma unos $50 millones por año. Pero no es suficiente – aun falta un tercio del presupuesto educativo."
Martelly, como todos los gobernantes que le han precedido, carece de políticas públicas para evitar que los ciudadanos haitianos agobiados por la pobreza dejen su país, y que los están en el exterior regresen
Mostrando algunos aspectos del uso de la diáspora que hacen los gobiernos, y de como la clase política reposa sobre la movilidad de sus nacionales fuera de sus fronteras. Estas declaraciones además muestran que la migración y la pobreza son los grandes negocios del Estado haitiano.
Algo que parecen ignorar muchos, entre ellos los trabajadores haitianos, miembros de la Red de Apoyo Laboral y de la Confederación Nacional de la Unidad Sindical Haitiana, residentes en Dominicana, cuando en fecha reciente le escribieron una carta a Martelly, solicitándole la creación de políticas públicas, que le garanticen a los trabajadores haitianos, no tener que emigrar para salir de la pobreza.
En dicha carta, que tiene como objetivo “expresar lo que sufren en la República Dominicana” como declaro la vocera de los trabajadores, pedían “la reconstrucción social de Haití (…) queremos que Martelly entienda que necesitamos regresar a trabajar a nuestro país” (Hoy, 20-2-15)
Pretendiendo obviar el doble e histórico papel que viene jugando la diáspora: liberar la sociedad haitiana de tensiones, presiones socio políticas y económicas, además de ser la fuente de mayor ingreso de divisas del país.
Lo que permite suponer que los gobernantes de Haití, siempre, han estado conscientes de los niveles de utilización y condiciones laborales, que sufren sus ciudadanos fuera de Haití, al negociar condiciones “especiales”, con las sociedades que han necesitado mano de obra.
Es conocido, que en momentos históricos precisos, algunos gobiernos de la región del Caribe recurrieron y recurren directamente a las autoridades haitianas, para contratar mano de obra para desarrollar sus economías.
El envío de remesas, para ayudar a sus familiares residentes en Haití, y los costos de emisión de documentos en sus consulados, son un aporte de divisas a una economía en crisis permanente.
Las remesas son el secreto mejor guardado en Haití- nadie sabe exactamente cuánto entra-, se cree que solo en el 2011 ingresaron a Haití US$ 2.100 millones producto de remesas, siendo este el aporte más importante a la economía, junto a las ayudas de las ONG.
Martelly, como todos los gobernantes que le han precedido, carece de políticas públicas para evitar que los ciudadanos haitianos agobiados por la pobreza dejen su país, y que los están en el exterior regresen. Se estima que uno de cada cinco haitianos vive fuera. Lo que en términos de ingresos de divisas, representa una inyección económica para la quebrada economía de un Estado fallido.
La diáspora, es además el equilibrio y desahogo demográfico, la opción de gobernabilidad, en la medida que esa población insatisfecha, que sale a servir y a servirse en otras economías, evacua las tensiones internas, postergando estallidos sociales. Lo que puede explicar la falta de interés de los gobiernos haitianos, en dar soluciones al problema migratorio de sus nacionales.
La presencia haitiana en R.D. se ha convertido en el único instrumento vinculante, de los gobernantes haitianos, quienes recurren sistemáticamente a los aspectos más negativos de la inmigración haitiana en el país. Acusando a los dominicanos en foros internacionales de racistas, xenófobos y de no respectar los derechos humanos. Desviando la atención- nacional e internacional- hacia gobiernos autoritarios, corruptos e incapaces de dar identidad, garantías y derechos a una población invisible, de miles de seres humanos, inexistentes, en su territorio, llamados “ciudadanos haitianos” cuando emigran.