Dedicado a todas las madres del mundo y a nuestro recién fallecido profesor de entomología Abraham Abud, Bamban, por su dedicación de por vida al estudio de los insectos.
En su reciente libro The Language of Butterflies (El Lenguaje de las Mariposas, Simon & Schuster, N.Y., 2020) Wendy Williams, periodista científica, nos trae una fabulosa historia y llena de nuevos datos científicos sobre estos animalitos, tan frágiles y tan hermosos como son las mariposas.
Las mariposas pertenecen al orden de los insectos llamado lepidópteros, lo que significa alas con escamas, el segundo con mas especies (180,000) después de los escarabajos. Y no todas son mariposas, solo unas 14,500, el resto son polillas, que aquí llamamos mariposas nocturnas; aunque algunas vuelan de día y presentan coloración variada (a propósito, el gusano de la seda es una polilla y no una mariposa).
Una mujer, poco menos que desconocida hoy día, fue durante el siglo XVII la naturalista mas conocida y respetada en la Europa civilizada y estudiosa de entonces.
María Sibylla Merian (1647-1717) nació en Frankfurt, Alemania, como se ve, a mediados del siglo 17. El siglo del 1600 no fue un tiempo muy atractivo para vivir. En 1600 se condenó a la hoguera a Giodano Bruno en el Vaticano; matemático, cosmólogo y monje, por afirmar que la Tierra era la que giraba alrededor del sol y 8 años después Galileo inició su viacrucis con la misma iglesia que condenó a Bruno, produciendo en su interín la escapada de pensadores y naturalistas de Europa Central y España principalmente.
Era la época de Aristóteles o muerte (como vemos el Patria o Muerte viene de lejos), no aparecía aún siquiera los inicios del Método Científico y la creencia en la generación espóntanea de la vida era una de las ideas communes que se conocía de siempre (las moscas nacen de la carne putrefacta, paja y calzones viejos y sucios producían ratones, las abejas aparecían de los restos de bueyes viejos y hasta el gran artrónomo Johanes Kepler, quien descubrió y demostró matemáticamente la ruta elíptica de los planetas alrededor del sol, escribió que los gusanos se generaban espontaneamente del sudor de los árboles. Y no solo los grandes matemáticos, ¡Shakespeare escribió que los cocodrilos se generaban espontaneamente del lodo del Nilo!).
Maria Sibylla Merian, enamorada de las mariposas desde su infancia y observando, dibujando y pintando estos atractivos insectos durante toda su vida presentó la innovación científica mas importante del siglo que vivió: la observación cuidadosa. La búsqueda de hechos o datos que se repetían una y otra vez y constituían un patrón.
Desde adolescente estudió las larvas de las mariposas, los gusanos, descubriendo que muchas se alimentaban de ciertas hojas mientras evitaban otras y que mudaban la piel creciendo, varias veces, hasta volverse pupas o crisálidas, un “cocoon” o capullo, que no se movía ni se alimentaba y de donde emergía una mariposa adulta y notando que cada larva distinta producía su mariposa específica. ¡¡Descubrió la metamorfósis!! e inició la desaparición de la idea de la generación espontánea de la vida.
Pero era el siglo 16, M.S. Merian no podía publicar en las revistas “científicas” y académicas de la época porque era una mujer, a pesar de haber demostrado que, como bien dice W.Williams:“el mundo natural era ordenado y racional y las asociaciones en ese mundo eran consistentes y dependientes. Las asociaciones no eran al azar”.
Tanto en Alemania, como en Amsterdan, Meriam publicó sus trabajos, pagándolos ella, y por su precisión científica y belleza estética se convirtieron de inmediato en “best-sellers” de su tiempo.
También, por ser mujer, le negaron fondos para investigación y con su propio dinero y la venta de sus obras, se costeó el primer viaje exclusivamente científico al Nuevo Mundo, llegando con su hija de 21 años, y ella de 52, a Surinam, en Suramérica.
En 1705 su libro, producido y costeado por ella, “Transformaciones de los Insectos de Surinam”, atrapó a los europeos en su totalidad. Ella no solo mostraba, con exquisitos dibujos y acuarelas (las mujeres no podían pintar al óleo) los huevos, larvas o gusanos, crisálidas y mariposas adultas sino su contexto, las plantas que las alimentaban.
Los entomólogos de todo el mundo siempre mostraron su aprecio y respeto por esta extraordinaria mujer. Linneo utilizó sus obras en sus trabajos y tan reciente como en siglo XX el premio Nobel en literatura y lepidopterista Vladimir Nabokov la menciona en su “Speak Memory” como una gran influencia en su niñez. Y ni que decir de sus seguidores entomólogos del siglo XIX en la América tropical Wallace y Müller y su ayuda e influencia a Darwin y su Teoría de la Evolución.
En este siglo XXI varios trabajos tratan de su influencia y conocimientos, aunque es en estos dias cuando sus libros están siendo traducidos por vez primera al inglés. Mas de un historiador de la Biología la considera la primera ecóloga, 200 años antes del advenimiento de esta rama de la ciencia.
Mariposas, esas tenues y hermosas criaturas aún hoy nos asombran y nos fuerzan a seguir su vuelo cuando vemos una. ¡No en balde psyque en griego significa alma o espíritu, así como también mariposa!
Y es a una mujer, una madre con su hija, curiosa, disciplinada, obervadora y dispuesta a que su trabajo se conociese y llegase a cambiar las formas de investigar y de pensar, a quien debemos el inicio del estudio de estos insectos y su mundo, que aún nos causa sorpresas y deslumbramientos en nuestros dias.