“El gran desafío que tenemos por delante es no confundir una buena respuesta de emergencia con un modelo educativo funcional". – Leandro Folgar, Presidente Plan CEIBAL
Al inicio de la pandemia, las comunidades educativas con mayor dominio de las tecnologías de la información y la comunicación hicieron la imprevista transición a la educación a distancia con relativo éxito. Hoy muchos de los alumnos de esos aventajados sistemas educativos han reincorporado el aprendizaje presencial a sus rutinas escolares, porque sus educadores reconocen algunas limitaciones del aprendizaje y socialización virtuales, sobre todo para los escolares más jóvenes y vulnerables. A mayor familiaridad con las herramientas digitales, los maestros de aula desarrollan mayor conciencia de las enormes fortalezas y serias limitaciones de la tecnología educativa, así como mejor conocimiento de cómo maridar las dinámicas presenciales con ejercicios virtuales para producir óptimas oportunidades de aprendizaje para sus alumnos en los recintos escolares y en los hogares.
Uruguay es una de las naciones americanas con mayor experiencia en el uso pedagógico de las TIC, centrada en su Plan CEIBAL (Plan de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea), iniciado en 2007 con la finalidad de apoyar con tecnología las políticas uruguayas de inclusión e igualdad de oportunidades educativas. Desde 2009, el Plan CEIBAL proporciona a cada maestro y alumno de las escuelas públicas una computadora portátil o Tablet con conexión gratuita a Internet, y capacita a todos los educadores en el aprovechamiento de la herramienta con fines pedagógicos.
Cuando estalló la pandemia y hubo necesidad de interrumpir las clases presenciales, Uruguay llevaba más de una década promoviendo “la integración de la tecnología a la educación para contribuir a mejorar su calidad e impulsar procesos de innovación social, inclusión y crecimiento personal”. Gracias a su Plan CEIBAL, Uruguay es el único país de la región que actualmente cuenta con las condiciones digitales de base para brindar una educación en línea a todos los estudiantes, según el criterio del Banco Interamericano de Desarrollo en su evaluación publicada en abril, “COVID-19: ¿ESTAMOS PREPARADOS PARA EL APRENDIZAJE EN LÍNEA?”. Entre las principales condiciones digitales de base se destacan: la conectividad en las escuelas, plataformas digitales, tutoría virtual, paquetes de recursos digitales y repositorio central de contenido digital.
El exitoso programa, Ceibal en Inglés (CEI), concebido en colaboración con el British Council para la enseñanza del idioma con docentes extranjeros, “presentes” en el aula y el hogar mediante una plataforma de videoconferencia, ha elevado significativamente el aprendizaje del inglés de los escolares uruguayos y sirve de modelo para muchos otros sistemas educativos. Las clases virtuales son conocidas y apreciadas por los uruguayos por la experiencia con el CEI para mitigar la escasez local de docentes con la requerida fluidez en inglés para la enseñanza del idioma. Para aprender inglés, mejor hacerlo a distancia con un maestro que habla el idioma como nativo y sabe cómo enseñarlo, que con un profesor sin los conocimientos apropiados en el aula. La virtualidad no suplanta la presencialidad, pero bien aprovechada puede ser de gran utilidad para la escolarización en ciertos contextos.
Cuando el 19 de marzo, poco después de iniciar su calendario lectivo 2020, fueron cerrados los centros escolares, Uruguay pasó rápidamente a la educación a distancia en línea. Sin embargo, a pesar de su ventaja comparativa sobre los demás latinoamericanos por su gran experiencia con el Plan CEIBAL, los uruguayos trabajaron desde el primer día para retornar a las clases presenciales a la primera oportunidad. El liderazgo uruguayo reconoce que su extraordinario programa de emergencia, basado en su experiencia de la educación en línea, de ninguna manera es un modelo educativo funcional, y, que les urge reincorporar el componente presencial como un elemento enriquecedor en la formación integral de sus escolares.
A principios de abril, el Presidente Luis Lacalle Pou anunciaba el retorno escalonado a las aulas, comenzando el 22 de abril en los centros escolares rurales y con los alumnos más jóvenes y vulnerables, y siguiendo un detallado protocolo sanitario basado en las recomendaciones de la UNESCO. Finalmente, Uruguay reinició las clases presenciales en abril, como se había programado, pero en menos de la mitad de las escuelas rurales y con pocos alumnos. Los educadores uruguayos están demostrando su voluntad de proporcionar las mejores oportunidades de aprendizaje a todos los alumnos de acuerdo con sus necesidades particulares, conquistando a los alumnos y sus familias con su ejemplo.
El proceso de reintegración escolar fue pausado, en etapas y voluntario. Luego de la primera experiencia exploratoria en escuelas rurales y la calibración del protocolo sanitario basado en la práctica, se definieron tres nuevas etapas, con una diferencia de 15 días entre ellas (empezando el 1 de junio y completando 29 de junio), en las cuales escalonadamente fueron retornando todos los niveles de la educación, excepto la universidad. Marcelo Pérez Alfaro, especialista líder en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), explica que la estrategia uruguaya se construyó sobre tres gradualidades: "Una regional, iniciando por el interior (afuera de la capital) donde existió menor difusión de casos de covid-19; otra de vulnerabilidad, donde se privilegiaron las zonas de contexto crítico; y la última, pedagógica, que privilegió la conclusión de ciclos".
La asistencia presencial voluntaria por etapas fue ganando la confianza de las familias y las comunidades al no producirse el descalabro sanitario augurado por los pesimistas. Los poquísimos casos de contagio en las comunidades son manejados con la debida precaución, siguiendo el protocolo establecido para evitar brotes infecciosos y el pánico en las familias. A mediados de julio, en el primer balance del retorno a las aulas, el gobierno anunció que más del 70% de los estudiantes de educación media habían retornado a las aulas, mientras que en educación primaria fue del 63% y en las rurales, de más del 60%. Los estudiantes uruguayos que prefieren las clases 100 % en línea pueden hacerlo sin ningún cuestionamiento, contribuyendo a cumplir el aforo reducido que facilita el distanciamiento físico en los espacios escolares.
Los líderes uruguayos han tenido el buen tino de no conformarse con su oportuna respuesta de emergencia al inesperado cierre de los centros escolares por la pandemia apenas iniciado el año escolar en marzo. Han luchado por restablecer a la mayor brevedad posible un modelo educativo funcional, fruto del maridaje de la educación virtual y las clases presenciales. La educación en línea ha servido bien en la emergencia, fortaleciendo su posición en el sistema educativo uruguayo, sin suplantar el sitial de las clases presenciales. Según Leandro Folgar, "Lo que tenemos hoy en día es un ecosistema de semipresencialidades muy diverso".
Una educadora uruguaya ha encapsulado la lección aprendida de esta experiencia sobre el necesario maridaje de lo presencial y lo virtual en la educación: "Lo peor que nos puede pasar es que en la virtualidad nos olvidemos de lo que extrañamos de la presencialidad y en la presencialidad, de las conquistas de la virtualidad".
Volcados a la educación a distancia por imperiosa necesidad, no olvidemos de hacer factible la reincorporación paulatina de las clases presenciales en el régimen escolar a la mayor brevedad posible, para así afinar el maridaje perfecto de la modalidad virtual con la presencial en favor de nuestros niños.