Toda la producción poética de Lebrón Saviñón está atravesada por el tema del amor. «Es la virtud del hombre que más lo acerca a Dios», así concebía él el amor. Su sensibilidad y su honda preocupación por lo humano caracterizan su obra literaria toda. Es un cantor del amor y un fino y hábil sonetista; un neoromántico tardío cuya emoción se instala en sus versos provocando en el lector un verdadero placer estético:
Dulce amor
¿Qué hay después del rocío que te toca?
¿Qué hay después de esa nube que se escapa?
¿Qué hay detrás de esa roca
y después de esa ruta supraestelar de mapa?
y detrás de tu sombra, ¡oh, Dios! ¿Cuál es tu canto?
¿Cuál es tu melodía de místicas estrellas?
Te busco por la torre quebrada de mi llanto
y en el hueco más triste de mis huellas.
En el confín de tu orbe donde llega
con su gesto olvidado la vieja caravana,
el torrente sin ruido donde el amor se anega
y donde cae dormida la luz de tu mañana.
Yo voy buscando, cielo, los soles que tú nombras
¡oh Dios!, y tu pupila eterna en tu desvelos.
Para mi fe le bastan tus infinitas sombras,
para mi amor tan sólo tu follaje de cielo.
Yo seguiré tu nombre de amor sobre los mares,
sobre tu flor eterna como una mariposa,
hasta que te estremezcas sintiendo mis cantares
y bajes a mirarlos dormidos con tu rosa.
Dentro del género del ensayo justo es destacar el extraordinario aporte de Mariano Lebrón Saviñón a la bibliografía nacional al publicar, en 5 tomos, su Historia de la cultura dominicana (Santo Domingo: Universidad Nacional «Pedro Henríquez Ureña», 1981-1982). Esta obra, fundamental y de consulta obligatoria al momento de estudiar las raíces y evolución de la cultura dominicana, en el año 2016 fue reeditada en un volumen de 1,007 páginas por el Banco de Reservas de la República Dominicana. En su introducción, y aguijoneado por ese espíritu dominicanista que lo animaba siempre, Lebrón Saviñón afirma: «En resumen: nosotros podemos ufanarnos de nuestra cultura y afirmar que ésta no le muy a la zaga a las más adelantadas de nuestra América».
Otros trabajos ensayísticos publicados en vida por Lebrón Saviñón: Luces del trópico: conferencias y notas acerca de la literatura en la República Dominicana (1949), Herbario dominicano (1984), La Trinitaria (1988), Cultura y patología (2000), Santo Domingo en la vida de Martí y otros ensayos (2000), Usted no lo diga y otros temas de lingüística (2008), Heroísmo e identidad. Duarte: libertador, romántico y poeta (2013).
Numerosos son sus ensayos dispersos en compilaciones y en obras de otros prologadas por él con brillantez. Ahora bien, aliadas son la dispersión y la ineditez, por lo que alguna institución pública o privada debería asumir como un proyecto editorial la reunión de esos textos en prosa —en la culta prosa— de Lebrón Saviñón. Podría ser la Editora Nacional o el Archivo General de la Nación, dependencias del Ministerio de Cultura ambas.
En la revista Cuadernos Dominicanos de Cultura (Santo Domingo) Lebrón Saviñón publicó dos piezas dramáticas no recogidas aun en volumen: Mirtha Primavera (1950) y Cuando el otoño riega las hojas (1951). Al morir, dejó inéditas varias obras de ensayo, entre ellas: La guerra civil en España y en Santo Domingo, La locura de Alonso Quijano, el Bueno; y Epopeyas sangrientas de una triste patria heroica. Estas fueron donadas por sus herederos testamentarios a la Bibliotecas Nacional «Pedro Henríquez Ureña» para fines de edición futura. Nos cupo el honor de ser el enlace entre su familia y dicha institución bibliotecaria en el proceso protocolar de entrega y recepción de la donación.
«Lebrón Saviñón, a la altura de los grandes», es el título del artículo de Marcio Veloz Maggiolo publicado en su columna «El Correr de los Días» del periódico Listín Diario (Santo Domingo). El ilustre humanista valora a Lebrón Saviñón así: su obra literaria y cultural es tan densa como necesaria para conocernos como pueblo. […] Si hubo en la cultura dominicana del siglo XX un verdadero representante de un Renacimiento moderno, estuvo representado por la labor en muchos campos de Mariano.
Mariano Lebrón Saviñón fue el último de los poetas sorprendidos en partir: falleció, en la misma ciudad que le vio nacer, el 18 de octubre de 2014. Hacía dos meses y 11 días que había cumplido 92 años de edad.