Antes del 12 de agosto, fecha en la que se celebró la "Marcha del Millón", habíamos realizado, por las redes sociales, tres publicaciones acerca de esa refinada manifestación de lucha que buscaba integrar la mayor cantidad de dominicanos para exigir a sus gobernantes el fin de la corrupción y la impunidad.
Expresamos el día 8: «[Nuestro] corazón está con la marcha verde del domingo; [esperamos] que el pueblo se desborde para protestar contra la corrupción y la impunidad. ¡Ojalá un millón asista! ¡Dos sería fabuloso! ¡Con dos sacamos a estos truhanes a puntapiés del gobierno! [Esperamos] que la protesta se haga sentir; que prime la ira y el deseo de ajusticiar a los cleptómanos que perturban y desvalijan la sociedad; que las fotos subidas a las redes no revelen sonrisas ni episodios de goce, cual si fuera un carnaval, sino, imágenes representativas de que estamos irritados, enfurecidos, hastiados… dispuestos a desafiar a los forajidos purpúreos y prestos a enrostrarles nuestra repulsa por tanta depredación, tanta exención, tanto cinismo, tanta burla, tanta indolencia… También [esperamos] que el liderato se exprese y diga a los marchadores que el Movimiento Verde irá a la contienda electoral de 2020 a conquistar el poder; que una próxima concentración de masas debe ser política, en la que pronuncien discursos tanto los que conforman el liderato del movimiento como los que dirigen la silenciosa e insustancial oposición (disertaciones que deben ser elaboradas y articuladas con base en los mismos intereses y la misma línea política). Y por último, [esperamos], como [venimos] haciéndolo desde hace tiempo, que los imprescindibles comprendan que sólo anteponiendo la patria a las inclinaciones personales podremos liberarnos de estas lacras».
Cuando hicimos ese comentario teníamos cabal conocimiento de la imposibilidad de concentrar un millón de personas en esa o en cualquier otra actividad (aún fuera de carácter político); sabíamos que los que gobiernan monitorizarían el evento prestándole la debida atención al número de participantes porque ese parámetro les serviría para estructurar un programa de "iniciativas políticas" fundamentado en lo que para ellos pasaría a constituirse en un porcentaje de rechazo a la gestión de gobierno y no en una expresión popular, auténtica, de condena a los desmanes que contra el erario cometen (porcentaje que sería contrastado con la expectativa de movilizar un millón de almas en lo que erróneamente se denominó "Marcha del Millón").
El mismo día 8, 18 horas después, escribimos: «El domingo 12 será día tan importante en República Dominicana que permitirá a muchos conocer la actual sociedad. Las monjitas de la caridad tendrán que asimilar que la violencia es imprescindible cuando cada quien piensa en sus propios intereses y no en el interés colectivo. El domingo 12 agigantará, en una nación que se niega rotundamente a seguir los pasos de los países mínimamente normales, al más extraordinario ser humano de todo el siglo XX: Lenin. El domingo 12 llevará a millones a estudiar Composición Social Dominicana y Clases Sociales en la República Dominicana (obras de Juan Bosch). El domingo 12 mostrará que el camino es sólo uno: la toma del poder por la vía más expedita. El domingo 12 hará necesarias las ejecuciones sumarias perpetradas por Stalin, el más asesino de los asesinos…».
Estábamos más que convencidos de lo difícil que iba a resultar tocar la conciencia de tantos en un medio en el que cada quien conforma su propio mundo; la vida de cada dominicano está condicionada a su entorno, a sus intereses, a sus deseos, a sus caprichos… no al colectivo. Esto lo saben perfectamente los peledeístas y a eso apuestan; pero también deben saberlo los dirigentes de Marcha Verde y de la oposición. El propósito de llamar "Marcha del Millón" a la actividad del domingo 12 era convocar un millón de personas a protestar en contra de la corrupción y la impunidad en un país donde la mayoría cifra sus esperanzas de vida precisamente en esas vilezas. La más grande actividad de masas que se ha dado en República Dominicana fue política; la realizó José Francisco Peña Gómez, con el PRD, y en ella participaron, a lo sumo, 300,000 personas. Los peledeístas de la cúpula estaban muy claros con esa cifra, pero habían tomado sus medidas en caso de que asistiera la mitad de lo proyectado por Marcha Verde.
A las 7 de la mañana del 12 de agosto, día convocado para la realización de la "Marcha del Millón", y después de haber visto un vídeo al que muy pocas personas prestaron atención, dijimos: «Cuando Mariasela Álvarez se disculpó por el anuncio que hiciera de no respaldar la marcha de hoy domingo estuvo a punto de cometer una indiscreción: la razón por la que ella se pronunció en contra descansa en “alguna” confidencia que recibiera acerca de que “gobiernos extraños” estarían financiándola. ¿Cuáles serían esos gobiernos? Tendrían que ser de izquierda y de la región [no esperemos ver a Rusia, China, Vietnam o Corea del Norte inmiscuyéndose en asuntos dominicanos]: Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela. Los de Cuba y Bolivia se pueden descartar sin necesidad de hacer el más elemental de los análisis. Nicaragua, con la crisis que tiene, y su abstención en la OEA para aprobar una resolución de condena al gobierno chavista de Nicolás Maduro, [no está en condiciones de destinar fondos a otro país para apoyar movimientos de avanzada; peor aún,] está coqueteando con Estados Unidos. Queda el gobierno de Venezuela, al que hay que culpar de todo porque el imperio no se resigna a no disponer a su antojo del petróleo que tiene la patria de Bolívar y Chávez; y aquí está el recurso al que apelará el gobierno dominicano si la manifestación de hoy supera el medio millón de personas. A estas horas la perversa administración morada debe tener montada la acusación de que Nicolás Maduro está detrás de las actividades que desarrolla el Movimiento Verde en contra de la corrupción y la impunidad. Esta vileza, además de estimular la intromisión de EE.UU. en Venezuela, busca sembrar entre los dominicanos que repudian el pillaje morado la imagen de la actual situación de crisis que padece el pueblo venezolano (provocada y azuzada por el imperialismo norteamericano y la oligarquía internacional)».
La "Marcha del Millón" hizo un recorrido de 3.7 kilómetros. Si asumimos esa distancia como el largo de la marcha estaríamos hablando de que unas 230,000 personas pudieron haber participado en la misma (en un kilómetro de una vía de avenida -como la Bolívar, por ejemplo- pueden marchar, de manera concentrada, unas 62,150 personas), pero como fue menor a los 3.7 kilómetros podemos decir, con un alto grado de certeza, que unas 200 – 215 mil personas hicieron acto de presencia en tan importante manifestación, cifra que la convierte, al margen del proselitismo político, en la más grande que registra la historia dominicana, pero al mismo tiempo en anodina frente al inalcanzable objetivo que se había trazado la dirigencia de Marcha Verde. En esa realidad estaría cimentada la forma en la que sería desdeñada por el gobierno peledeísta y utilizada para ser minimizada ante la expectativa que se había creado con lo que incorrectamente se llamó, desde el punto de vista político, "Marcha del Millón".
Dentro del programa de "iniciativas políticas" que estructuró el PLD gobernante ante ese panorama están: la acicalada entrevista concedida por Danilo Medina a Jatnna Tavárez ("haciendo lo que nunca había hecho"), el relanzamiento de un agonizante proyecto reeleccionista que había perdido sustancia en tanto se exponían los grandes casos de corrupción –propiciadores de un miedo a todas luces palpable en muchas de las caras de sus principales patrocinadores- y el incremento en las hostilidades contra Leonel Fernández, el principal adversario de Danilo Medina (tanto dentro como fuera del PLD).
Este escrito provocará ronchas en ciertos sectores, pero la finalidad es abrir los ojos a quienes creen que el camino hacia la administración del Estado, y el ejercicio mismo del gobierno, es improvisación, verbena y pose (el mejor ejemplo de este grave error de entendimiento lo tenemos en Hipólito Mejía, responsable, desde cualquier punto de vista, por su relajo y pusilánime accionar, de los desafueros que hacen de los morados seres despreciables).
Nadie sabe de política (y antipolítica) en República Dominicana más que los peledeístas; la maquinaria de saqueo y perversidad que han construido no se combate con "selfies" ni trajes nuevos adquiridos para modelar, en una concentración de protesta, cual si fuera una fiesta de gala (actitud de muchos exhibicionistas que usan las redes como pasarelas); si ese es el método concebido para combatir a los impostores, habrá PLD en el poder más allá del 2044, año del bicentenario de la fundación de la República Dominicana. La política (no la politiquería ni "aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo") es una actividad para la que se requiere entereza, dedicación y valor. El poder se conquista con las armas o con una agrupación política capaz y combativa, educada y formada para tales fines, para desde él adecentar la forma de vida del pueblo. Pedirle a un gobierno corrupto que nombre jueces y fiscales íntegros y honestos para juzgar a sus propios funcionarios es más que un infantilismo. Apelando a la sabiduría del campesino dominicano, como en tantas ocasiones hiciera Bosch, sería pedirle a los depredadores que "afilen cuchillo para su propio pescuezo".