El pasado domingo me convoque a la marcha del 4% y percibe a gente que lo hacía por moda, pero incluso hasta por eso ayuda a que se concienticen grandes segmentos sociales cuyos ímpetus y amor por la paz y la equidad están aletargados por las cantaletas de la clase política gobernante. Vi gente de todos los partidos políticos, y entre esas personas vi caras que vengo conociendo desde el 1966. Una marcha justa por algo que injusta e arrastradamente Leonel Fernández le niega a un pueblo que aplaude todas sus vanidades y que él especula como obras de progreso.
Hay una voluntad reaccionaria histórica implantada en este país, a la que el líder del PLD no escapa. Con tres principales características.
La primera característica es el control absoluto de todos los poderes del Estado Dominicano, de manera que cualquier alegato para no atender reclamos razonables e ineludibles es un acto de agresión reaccionario.
Le sigue la adaptación que abraza el PLD para subsistir, como lo viene haciendo el PRD y sus desventurados líderes de papel. Adaptarse no es malo, es un comportamiento perspicaz el ajustarse a las condiciones históricas, sociales, materiales e incluso ideológicas. Sin embargo, esos grandes partidos de masas caducaron como motores de las transformaciones que necesitamos. Avanzar en un proceso de adaptación sin conservar la capacidad combativa para tomar decisiones e intervenir la realidad para transformarla, no es precisamente lo que necesitamos. La adaptación de los partidos políticos es más bien un acto de defensa para sobrevivir en todo el sentido del concepto tanto en lo denotativo como en lo connotativo, por tanto no le sirve al interés nacional de progresar y democratizar Estado, instituciones, así como su administración. Hoy los partidos políticos dominicanos para lo único que marchan son para buscar los votos que le permitan ganar posiciones de poder y sobrevivir ellos y quienes alcancen del botín del Estado.
La tercera característica de esa voluntad reaccionaria de partidos como el PRD y el PLD (ni hablar de los chiquitos, muchos de los cuales existen porque la JCE les dio un acta de nacimiento), pues bien esos partidos no se empoderan de una inserción en el proceso que vive el país, en su lugar asumen una posición acrítica de pasividad. Nunca podrán ir más allá de sus propias narices. Las posturas rebeldes están del lado de los que marchan por el fuñío 4%, por ejemplo, que sí es fecunda y saludable para un proceso de transformaciones impostergables. Y marchar es un acto de querer ser lo que niega la intransigencia.
Adaptarse sin insertarse para transformar es lo mismo que acondicionarse sin determinación, en una palabra estamos ante una clase política de hombres y mujeres sin determinación, hombres y mujeres que contribuyen al confinamiento de la voluntad popular hacia áreas no intrínsecas de la democracia.