La Marcha Verde es el movimiento social que más alcance movilizador ha provocado en la sociedad dominicana en más de 30 años. La anestesia social colectiva está cerrando un ciclo. Por vez primera en la historia de los movimientos sociales de República Dominicana aterriza una estrategia de alcance e integración territorial y multisectorial, que aporta a superar una deuda con la esperanza y la perspectiva de provocar movilización de gran calado. Se ha pasado de la presión social de la clase media de los grandes centros urbanos y metropolitanos (Gran Santo Domingo y Santiago) y de las acciones barriales por el bienestar material y de sobrevivencia hacia la articulación, combinación e integración de sujetos sociales de barrios populares, estudiantes, comunicadores, pequeños y medianos empresarios, políticos… Hacia la interacción intergeneracional o de ciudadanos y ciudadanas de diferentes generaciones.
Marcha Verde, aunque sociológicamente es el continuum de procesos de movilización social de ambientalistas, feministas, grupos anticorrupción, por la educación, por la transparencia electoral y por la superación de la deuda en bienestar territorial; es el mayor fenómeno socio-político, sostenido en 6 meses, capaz de movilizar a cientos de miles de dominicanos. La marea verde, como agencia y huracán humano, ha puesto a repensar a los dominicanos y por efecto a los agentes de la impunidad y controladores de los asuntos públicos. En las peñas entre políticos, intelectuales, académicos, empresarios, trabajadores, etc. se inserta el tema de la Marcha Verde.
El vacío de contrapeso político de los partidos de oposición, los cuales han operados como zombis y con brújulas defectuosas, la alta concentración del poder político en el manejo del Estado como negador de la gobernabilidad democrática, la desigualdad salarial y la ostentación antiética de funcionarios públicos, la pérdida de expectativa y de confianza en el liderazgo oponente, junto con el hartazgo social constituyen incentivos para la movilización social. El amplio menú internacional de los sobornos de Odebrecth, delatado por Estados Unidos con propósitos de superar su déficit en el monopolio de adjudicación de mega obras públicas, y la implicación de políticos se convirtieron en una oportunidad para la ampliación de la base de sustentación del movimiento social.
El impacto público y en el imaginario social, la Marcha Verde encantó a la sociedad, y de ahí se desprenden interrogantes y propuestas sobre si es factible o no convertir el movimiento verde en un partido. También, la interrogante sobre quiénes son los líderes de la Marcha Verde.
Apostar a la conversión de Marcha Verde en un partido sería un suicidio, su autodestrucción. También, no apostar a la construcción y posicionamiento de un nuevo liderazgo político sería una gran frustración. No es lo mismo que Marcha Verde sea un partido político, que este movimiento aporte liderazgo social a una nueva opción partidaria, o que provoque algunas rebeliones en el interior del actual sistema de partidos. El adversario de Marcha Verde, en su propósito o fines, también está dentro de este movimiento. Aunque en mayores dimensiones, no sólo el partido de Gobierno tiene responsabilidad en el descalabro institucional de la transparencia, también, dentro de Marcha Verde hay sectores partidarios que han irrumpidos o penetrados, que son poseedores de conductas políticas alineadas con el cuestionamiento a la corrupción y la impunidad. Este embrollo, enredo o maraña, bastante complejo, es obstáculo para pensar en crear una estructura de magnitud política.
Por su parte es necesario indicar que existen factores de la cultura política que limitan la trascendencia hacia la conjugación partidaria y hacia el nacimiento de un liderazgo político renovado, que se pueden convertir en ingredientes para alcanzar la concreción de una nueva opción política. También hay causales para explotar como oportunidad, a saber:
La coherencia. Esta, como principio que se decanta o pondera por la consistencia y alineamiento entre la manera de pensar, decir y actuar, podría ser un factor que crearía resistencia, animadversión y oposición para crear una estructura partidaria y un liderazgo catalizador del descontento. La fortaleza, por ahora, podría residir en que Marcha Verde está enfocada en el ataque a la corrupción del Gobierno Central. El momento de cuestionamiento a congresistas por los beneficios ilegítimos e ilegales que disfrutan, y de autoridades municipales por corrupción y malos gobiernos, prácticas comunes en algunos de los participantes de la esfera política, que son militantes de partidos que apoyan a Marcha Verde traería, por un lado, consecuencias de crispación en su interior o de huida de sujetos políticos aferrados al poder, y, por otro lado, de fortalecimiento y consolidación de la credibilidad del movimiento, forjando esto último su sostenibilidad. La permanencia de Marcha Verde tendría como base la coherencia en el discurso y en la práctica.
Trascendencia del debate. El debate asambleario es oportunidad para posicionar liderazgo social, pero no debe limitarse a este ámbito. Marcha Verde ha calado lejos cuando ha podido posicionar el descalabro de la ética y la honestidad, en la cuestión de la corrupción e impunidad del caso Odebrecht. No obstante, es observable el vació de liderazgo referencial. El liderazgo social que emerja, y con rostro visible y reconocible, está compelido a incorporar una agenda de ideas, que, sin abandonar el caso de la multinacional de los mega sobornos, toque la cuestión del poder político y económico como causales de la crisis estructural de los sectores populares y de la pérdida de bienestar de la clase media. Por su lado, la territorialización de la Marcha Verde aporta a forjar liderazgos sociales con dimensiones futuras para la participación política, sin obviar la referencia socio-política nacional.
Apertura política partidaria. Todo movimiento social tiene una base política para la movilización, y, toda movilización aporta capital social a las estructuras partidarias que compiten por el poder político. Los partidos políticos, sean conservadores, liberales o de izquierda, han estado interviniendo en los procesos movilizadores. Marcha Verde a oxigenado a la oposición político, y esta ha aprovechado aportando militancia. Una parte del éxito de la masificación de la participación es aportada por las estructuras partidarias. Sin embargo, la cultura política dominante ha sido el desacuerdo para articularse en un proyecto común para ganar el poder político. La estructuración de un proyecto común será posible en la medida que los actores partidarios de Marcha Verde pacten en función de una agenda política, económica y social alineada con los fines de Marcha Verde, fines que deberán definir; fumiguen las malas prácticas de quienes siendo parte de la oposición tienen poder político en el Congreso y los municipios, asuman la democratización de los partidos y sus procedimientos para la toma de decisiones y que abandonen el autoritarismo que cuestionan. La debilidad de los partidos de oposición será su fortaleza en la medida que tomen decisiones radicales sobre el predominio de la cultura clientelistas, rentista y de acomodarse con los ilícitos públicos; temas de la agenda de Marcha Verde.
La agenda de Marcha Verde, a futuro inmediato, debe mantener el espíritu del procedimiento de toma de decisión asambleario, sin dejar de lado que la propuesta social necesita del soporte político, y los actores de soporte político entender que de abandonar la agenda de Marcha Verde su futuro será mucho más incierto en torno a ganar el poder político. Un movimiento social se crea para ganar poder social, transformarlo en poder político y no en un partido político.