La más gigantesca manifestación organizada por sus actores de forma conjunta, colegiada y como colectivo fue la realizada el pasado domingo 12 de agosto, en un tramo de 3.5 Km. bajo sudor, agua y sol radiante. El punto de salida, Av. 27 de febrero esq. Tiradentes y el lugar de pleno encuentro lo fue en el Centro de los Héroes, en la cercanía de la Suprema Corte de Justicia y la Procuraduría General de la República.
Esta multitudinaria y colosal marcha estuvo matizada por la festividad y alegría; gozo y desahogo mostrado por los centenares de miles de ciudadanos y ciudadanas que se dieron cita allí desde todos los litorales de la geografía nacional.
En el rostro de cada caminante se dejaba traslucir la fuerza de voluntad, espontaneidad, decisión y firmeza, de estar allí de manera intensa y con un deseo inconmensurable unido a una indignación que enervaba su piel porque se haga justica contra los corruptos y depredadores de los recursos que al pueblo le pertenece.
Vimos desfilar como un solo pueblo a políticos de oposición, jóvenes, adolescentes, niños, ciegos, minusválidos, blancos, indios, mestizos, religiosos, académicos, intelectuales, profesionales, campesinos, mujeres; clase media, excluidos sociales o marginados y familias enteras con pancartas, vestuarios típicos y una interminable muestra de simbología alusivas a corruptos y corruptores, funcionarios y políticos de los gobiernos pasados y presente.
Para mi fue de gran regocijo y orgullo ver el hermético orden al caminar, la limpieza en las calles que transitamos, la familiaridad y camaradería que prevalecía en el ambiente, como si todos nos conociéramos; la mano amiga y la solidaridad; la carencia de gente buscando y pidiendo dinero al estilo “Pica pica”. Todo el mundo se costeó su pasaje, se hizo serrucho, la comida se la traían en familia en sus vehículos.
Si hiciéramos la comparación de una manifestación política del oficialismo peledeísta con la realizada el 12 de agosto por Marcha Verde en términos logísticos y económicos la diferencia sería del cielo a la tierra, abismal. Ellos hubiesen gastado en publicidad, organización, propaganda, pasajes, viáticos y comida cientos de millones de pesos, acompañado del escarceo, extorsión, manipulación, amenazas y todo tipo de presión psicológica para hacer llegar a la gente que tiene un empleo, un bono luz, bono gas, asistencia educativa, un titulo de propiedad, una vivienda donada por el gobierno y una tarjeta solidaridad.
No valió la presión mediática de las bocinas peledeístas para asistir a ese torrente humano que se agolpó en las avenidas 27 de febrero, Tiradentes, Jiménez Moya, entre otras. El juicio de Odebrecht pasó desapercibido, la amplia discusión en los medios de comunicación de la mostrenca y antidemocrática ley de partidos políticos tampoco impidieron la asistencia a aquella monstruosa Marcha Verde. Mucho menos surtió efecto el sonido estruendoso de trompetas desafinadas alusivas a la reelección presidencial por parte de adulones, funcionarios, legisladores y periodistas que borrachos y enajenados del poder corrupto del PLD se hicieron sentir adrede durante toda la semana previo a la marcha.
Ese mar de gente congregados casi en 4 km. son un termómetro de la indignación y alta preocupación que se siente en la gran mayoría del pueblo dominicano por los incontrolables escándalos de corrupción, seguidos y protegidos por un manto de impunidad a todos los niveles de la administración pública y de otros poderes del Estado. Son un termómetro también del compromiso cívico y ciudadano que cada hijo de Quisqueya va asumiendo, con la firme convicción de erradicar las estructuras injustas y antidemocráticas de poder que laceran el alma institucional y democrática de la nación.
Felicito a los organizadores de tan contundente y compacta marcha; por ser abiertos, flexibles, plurales y diversos en la definición, diseño y configuración de todo el cuerpo de la exitosísima y trascendental manifestación, impregnada de civismo e impecable orden. Para los que del oficialismo creían que Marcha Verde estaba de capa caída, le salió el tiro por la culata. Hoy día están más preocupados que nunca. Marcha Verde retoma el vuelo aún más alto y lo hace como el ave Fénix.