Esta más que demostrado que el producto Republica Dominicana por los atributos que posee, los beneficios que tiene para ofertar y los valores intrínsecos que le han acompañado siempre, es un bien promocionable más allá de la simple oferta de “sol, playa y arena”, como es percibida en el potencial mercado de usuarios internacionales.
A pesar de ello, y a contrapelo de las recientes cifras oficiales, los datos estadísticos disponibles y las tendencias que marcan un declive en el mercado vacacional de los viajes de placer y entretenimiento, el gobierno continúa con su apuesta de considerar al turismo como eje central para el desarrollo futuro de la economía nacional.
Las cifras reveladas por el Banco Central mostrando una caída en el flujo de visitantes habida en los meses iniciales del presente año en el nivel de 1.10% son un claro indicador del riesgo que implica el mantenimiento de esta estrategia teniendo a mano la oportunidad de reorientarla basada en los resultados logrados con esta hasta el momento.
En ocasiones anteriores hemos alertado sobre el riesgo que corre el país de cara al entorno de competencia global que vive el mundo de la actualidad, sin pensar que la tendencia observada convertida hoy en una incuestionable realidad nos daría la razón en tan corto tiempo.
Lo conveniente ahora seria llevar a cabo una reorientación de la estrategia sustentada en cuatro pilares o ejes de acción comunicacional, orientada a la consolidación y diversificación del esfuerzo de promoción turística, la motivación e inclusión de la ciudadanía a la campaña y sobre todo a la proyección de un país dinámico con un sector exportador en capacidad de suplir la demanda en el creciente mercado de consumo internacional en condiciones de estabilidad y crecimiento, posicionándolo como un país atractivo para la inversión extranjera.
Ni el gobierno anterior de Leonel Fernández ni el actual de Danilo Medina han dado prioridad al tema de la campaña “Marca País” en este nuevo escenario. Se siguen trillando los mismos caminos de reforzamiento de una percepción que a todas luces se aleja de la realidad actual.
Nuestra nación se encuentra en una dimensión de madurez en su desarrollo que exige la implementación de novedosas y atrevidas estrategias de renovación e innovación de su posicionamiento en el competido mercado global.