A toda costa: narrativa puertorriqueña reciente (2018), volumen compilado por Mara Pastor para la editora mexicana Elefanta Editorial, constituye un importante archivo de la producción narrativa del Puerto Rico de hoy. Se trata de una propuesta osada que sorprende en múltiples sentidos.

En el prólogo, Pastor sostiene que la heterogeneidad de la muestra remarca "la costa común de apertura al otro, el deseo de comunicar". Esa pulsión hacia la comunicación con la otredad es una de las señas comunes de los textos incluidos, y lo que hace a cada uno de ellos participar de una dicción marcadamente caribeña. Ciertamente, más que hablar en puertorriqueño, la narrativa por la que apuesta Pastor revela un afán por adelantar un vínculo más estrecho con la literatura que se hace desde otras zonas del Caribe hispano.

Portada del libro A toda costa

Édouard Glissant emplea el concepto de la "errancia" para adelantar una historia del caribeño como sujeto fraguado en la interacción con la otredad. La errancia se opone a la raíz, a la fijeza de las configuraciones, y activa a partir de esta condición de desarraigo lo que el filósofo martiniqués denomina "poética de la relación". En la muestra de Pastor, el llamado, desde el título mismo, a una productividad inevitable, elaborada a toda costa, es en mi opinión la arena común de las diversas apuestas estéticas que ofrece este cuidado volumen. 

En 1958, María Zambrano escribió desde su exilio en Puerto Rico un lúcido tratado sobre la condición humana titulado Persona y democracia. En él aventura la idea del surgimiento de un nuevo tipo de sujeto marcado por la crisis de la postguerra. Según Zambrano, solo en momentos de crisis puede definirse un horizonte utópico que pueda materializar la “esperanza”. Los veinticinco textos de A toda costa tienen como horizonte una crisis y, aun sin proponérselo, estos relatos registran la coyuntura del colapso de un modelo económico y social particular, toda vez que apuntan a la posibilidad de una salida.

Como señala Pastor, A toda costa recoge textos publicados a partir de 2004 y algunos inéditos. Es significativa la coincidencia de ese marcador temporal. Justo en 2004, la economía de Puerto Rico empezó a presentar señales de que se encaminaba a una recesión, lo que en efecto ocurrió dos años más tarde con la consabida secuela que ha llevado a la insolvencia actual. La narrativa reunida en A toda costa da cuenta del impacto de esa nueva crisis en el sujeto puertorriqueño y en el modo en que se escribe narrativa en el Puerto Rico de hoy. En ese sentido, la compilación de Pastor entronca con otros importantes proyectos antológicos fraguados bajo el imperativo de la crisis: Apalabramiento, de Efraín Barradas, y Reunión de espejos, de José Luis Vega, publicados en 1983.

El lector encontrará en las páginas de A toda costa desde la mirada inocente y onírica de Lina Nieves Avilés, de las autoras más jóvenes del volumen, hasta el estilo realista de Marta Aponte Alsina, la mayor del conjunto, pasando por el alucinante cyberpunk de Pedro Cabiya, la portentosa ficción especulativa de Rafael Acevedo, los ribetes fantásticos de los cuentos de Tere Dávila y Jotacé López, la narrativa ciborg de Pabsi Livmar y Luis Othoniel Rosa, entre muchos otros estilos que hablan de la impresionante vitalidad de la narrativa puertorriqueña.

Llama la atención en el conjunto la preponderancia de personajes femeninos enfrentados a situaciones límite que desembocan en salidas inesperadas. Los textos de Mayra Santos Febres, Sergio Gutiérrez y Christian Ibarra explotan esta cantera temática. Otra importante veta registrada en A toda costa es la narrativa de tema gay, representada en el excelente cuento "Junito", de Luis Negrón, y "Changó", de Yolanda Arroyo Pizarro, aunque este último está mucho menos logrado. Mención aparte merecen los cuentos de Janette Becerra y Vanessa Vilches Norat, escritos con una pericia que hace que los conflictos de sus personajes puedan ser experimentados como dilemas que bien pudo haber enfrentado el propio lector. Asimismo, es patente la impronta de Roberto Bolaño en la dicción de los formidables textos de Cezanne Cardona, Alexandra Pagán, Francisco Font y Carlos Fonseca.

Hay que consignar que la extensa selección de A toda costa presenta historias que sacuden la imaginación del lector con anécdotas hilarantes, trágicas o demenciales escritas con fina destreza. Sin duda estamos ante un proyecto significativo para tomar el pulso de la narrativa puertorriqueña del tercer milenio.