Dedicado a los estudiantes y profesores del desaparecido Liceo vespertino Manuel Rodríguez Objio.
El 18 de abril de este postrero 2021 se cumplió el sesquicentenario del fusilamiento de Manuel Rodríguez Objio, patriota, historiador, periodista, poeta y general del ejército dominicano, combatiente contra dos intentos colonialistas por extirpar la República Dominicana, la anexión a España de 1861-1865 y la pretendida anexión a Estados Unidos de 1869-1873. Precisamente en esta última jornada en una desigual escaramuza en Los Pinos, Dajabón, fue apresado, conducido a la Capital y ejecutado por órdenes del tirano Buenaventura Báez. La conmemoración del bicentenario de su fusilamiento discurrió de modo prácticamente desapercibida.
Fue de la juventud que ingresó a las veleidades de la política en los tiempos de Santana y Báez. En la revolución del 7 de julio de 1857 contra Báez, primero tomó las armas junto a Cabral y Sánchez para defender el Gobierno, luego se adhirió al bando revolucionario que avanzaba desde Santiago, integrándose al campamento rebelde de Manganagua. La revolución fue asaltada por Pedro Santana. Rodríguez Objio un joven instruido avezado a la literatura, al advertir la apostasía de Santana promoviendo la anexión, abandonó el país y un empleo que ocupaba en el Ayuntamiento de Santo Domingo.
Al estallar la Guerra Restauradora en 1863, en Caracas se vincula al Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y regresa a la República en armas que tenía su sede central en Santiago, incorporándose a la revolución. Participando en el golpe de Estado revolucionario de Gaspar Polanco contra el vacilante Pepillo Salcedo, que conducía la revolución hacia un callejón sin salida. El Gobierno revolucionario de Polanco reactivó la guerra patriótica y obligó a la jefatura española a ordenar abandonar el país. Rodríguez Objio al definir el mandato de Polanco, sentenciaba:
Fue necesario un prestigio y una fuerza como las de Gno Polanco para imprimir a la Revolución Restauradora el doble carácter de nacional y ordenada. Este Gno supo inspirar confianza a los conservadores en el hecho revolucionario, y contener en sus justos límites las pretensiones reaccionarias de los mismos. Sin la caída de Polanco el nuevo orden de cosas habría adquirido desde luego la solidez necesaria; […]
Contra Rodríguez Objio al igual que Duarte el régimen español logró que las autoridades de Venezuela ordenaran interrogarlos, en torno a sus actividades en favor de la insurrección dominicana. Perseguían imputar cargos de conspiración a Amable Damirón, miembro de la expedición de Duarte que fue apresado por las autoridades anexionistas en la ciudad de Santo Domingo. Rodríguez Objio no regresó a Venezuela, se le permitió quedarse en la República en armas. Solo Duarte fue interrogado por la justicia venezolana, negó tener vinculaciones con Damirón y sobre el lugar que se encontraba Rodríguez Objio, de acuerdo al interrogatorio: “Preguntado por el Tribunal acerca del domicilio de Don Manuel Rodríguez, dijo: que ha oído decir que no se halla en esta ciudad”. Tampoco quiso revelar que sabía muy bien donde permanecía Rodríguez Objio.
Terminada la Guerra Restauradora Rodríguez Objio al igual que la mayoría de los oficiales patriotas (con la excepción de Luperón) aceptó el régimen de Buenaventura Báez. Damián Báez hermano de Buenaventura, en su opúsculo Apuntes y comentarios históricos, anotaba que en relación al proceso que regresó a Báez al poder en 1865:
La razón de esta revolución era muy clara. Manuel Rodríguez Objio, que tenía talento, aunque desgraciado, se acogió a ella, y lo que es más se acogieron hasta los mismos jefes tumbados Cabral y Manzueta. La razón decimos, es muy obvia. El pueblo dominicano no tuvo días de sosiego sino en la primera administración de Báez […].
Damián Báez alter ego de su hermano, desde temprano condenaba a muerte a Rodríguez Objio al ubicarlo como desgraciado y con talento, aspectos que lo convertían en reo para el despotismo baecista. Rodríguez Objio junto a Cabral, Pimentel, Manzueta y otros comprendieron que Báez era tan proditorio como Santana y se unieron a Luperón para desplazarlo del poder en 1866, se conformó el Triunvirato.
Se vincula a Luperón y ambos se convierten en los cronistas de la Restauración y la lucha contra la pretendida anexión a los Estados Unidos. Sobre la Guerra Restauradora, ellos y Benito Monción (que dictó un importante opúsculo) fueron los cronistas militares, pues la mayoría de los oficiales dominicanos eran iletrados.
Luego de la arriesgada acción patriótica del vapor «Telégrafo» encabezada por Luperón, se dispuso que barcos de la Armada de los Estados Unidos apresaran al líder rebelde dominicano. Este junto a varios oficiales entre ellos Segundo Imbert, Severo Gómez y Rodríguez Objio se trasladaban en la goleta «La Telemina» y lograron desembarcar en Cabo Haitiano eludiendo la persecución del vapor «Seminole», de Estados Unidos. Luego el 14 de marzo de 1871, Luperón ingresaba al país con una guerrilla suicida de 45 hombres, para manifestar la oposición armada de los dominicanos a la anexión ante los comisionados del Senado de Estados Unidos, que llegaron a “investigar” o tratar de justificar que los criollos querían vender su país. Luperón apuntó para la historia los acontecimientos del aciago 17 de marzo:
Así se preparó Luperón para ir a las cercanías de Santiago, donde residían sus principales amigos, con varias cargas de pertrechos, de fusiles y dinero, por desfiladeros poco vigilados; pero al llegar al Pino, fue envuelto por más de mil hombres, y después de una lucha sangrienta desde las cinco y media de la mañana hasta las tres de la tarde, donde el valor y la intrepidez de aquel heroico grupo pusieron a prueba una vez más su amor a la independencia de la patria, agotados sus pertrechos, fueron derrotados, […]
Fue una debacle desde el ámbito militar, se trataba de fuerzas cuantitativamente muy desproporcionadas, 45 rebeldes contra mil soldados. Se ordenó la retirada, Luperón fue cercado y se evadió en su caballo de una manera increíble. Sobre Rodríguez Objio una versión indica “que se le resistió la montura”, trató de buscar refugio en una cañada cercana, fue apresado y conducido en principio a Santiago, luego a Santo Domingo, donde le esperaba el paredón. José Gabriel García, el historiador nacional, apuntó que el general baecista Juan Gómez, lo envió a Santiago para que lo fusilaran:
[…] pero el pueblo presentó estorbos para la ejecución, que no era por cierto muy popular, y el delegado Cáceres la suspendió bajo su responsabilidad mandándolo a la capital, donde no bastaron los grandes esfuerzos hechos por todos los gremios sociales, para impedir que el gobierno con quien tenía pendiente la cuenta del pronunciamiento de Puerto Plata en 1867, lo pasara por las armas al amanecer del 18 de abril, apagando así una lumbrera que comenzaba a brillar con claro esplendor en el cielo literario de la patria.
El pensamiento y la acción de Rodríguez Objio estaban muy definidos al lado del anticolonialismo y constituían un grave estorbo para el baecismo. De acuerdo a la versión de Damián Báez la ejecución fue en represalia por su participación en el Consejo de Guerra que condenó a muerte a Pedro de Guillermo, baecista impenitente. No obstante, el “delito” de Manuel Rodríguez Objio al igual que numerosos patriotas fue su oposición radical al proyecto de anexión a los Estados Unidos que propiciaba Báez y el presidente Ulysses S. Grant de Estados Unidos. En su inconcluso libro Gregorio Luperón e historia de la Restauración, Rodríguez Objio advertía que la especialidad de Báez era desvirtuar la verdad, cuando apuntó:
Hemos hecho una innovación que puede parecer extraña y aún ridícula a aquellos que ignorantes de la depravada inmoralidad que se ha amparado de la prensa periódica dominicana desde que Báez advino al poder, no saben que ella ha servido a este mandatario para inventar los hechos más absurdos, para deificar todos los crímenes, y acriminar todas las virtudes, para desfigurar la historia de nuestras glorias; en suma, para erigir altares a la mentira, con el más cínico descaro; y a la vez que suplicar a la verdad con la más inicua impudencia. Hemos revelado sucesos bien deplorables, y sentimos en el alma que nuestra misión debiera cumplirse a costa de tan duras relaciones; pero debíamos la verdad desnuda al país […].
Esa participación activa de Manuel Rodríguez Objio en las denuncias contra el inmundo crimen antinacional de Báez, le costaron la vida. El historiador Ramón Lugo Lovatón en su obra biográfica sobre el héroe y mártir, nos dice que el día previo al fusilamiento:
Llegó la tarde, y a las tres un impresionante grupo de más de ciento cincuenta señoras, señoritas y niñas, entre las que iba la madre de Rodríguez Objio y varias cubanas, salió de la morada de Don Abraham Coen, Cónsul de Dinamarca, para ir a pedirle a Báez la vida del mártir que estaba en capilla.
Báez no pudo evitar recibirlas. Al saber que se acercaban al Palacio ordenó se le reunieran sus ministros para así poder defenderse mejor ante esa selecta representación femenina de la sociedad capitaleña que iba a pedirle una vida. […].
Báez con la voracidad autoritaria que le caracterizaba denegó la petición, e incluso se dirigió con enfado hacia Prudencia Lluberes (La Nona), la antigua novia de Juan Pablo Duarte, y hermana del prominente baecista Félix Mariano Lluberes. La Nona Lluberes al igual que todos, conocía que Rodríguez Objio fue miembro de la expedición de Duarte en 1864 porque Amable Damirón vinculado a la expedición, fue apresado por los españoles y en esos momentos residía en la ciudad y al día siguiente fue el familiar testigo de la ejecución del héroe.
Signado por el llanto de la población, llegó el fatídico amanecer del 18 de abril de 1871, Manuel Rodríguez Objio fue conducido desde la Fortaleza de La Fuerza pasando a través de la Puerta de La Misericordia hacia el Cementerio de la ciudad y fusilado a las 5.45 de la mañana. El historiador Emilio Rodríguez Demorizi hace 83 años desde la memorable tribuna de la Academia Dominicana de la Historia, manifestó sobre esta cruel ejecución: “Junto a la lira ensangrentada, para siempre silenciosa, quedó inerte aquella carne joven que animaran un noble y alto espíritu y una inteligencia esclarecida, en plena florescencia”.
Refirió Ramón Lugo Lovatón que tras la descarga del pelotón de fusilamiento, el español Juan Bautista Paradas, turiferario de Báez, tras cerciorarse que Rodríguez Objio era un cadáver, sentenció: “Ya estoy satisfecho”. Derrumbada la tiranía en 1874 en la prensa se publicó una nota, que indicaba tras el fusilamiento de Rodríguez Objio uno de los alabarderos del régimen (posiblemente el mismo Bautista Paradas o el no menos malvado Telesforo Volta) se acercó al cadalso y en un acto de profanación le gritó al cadáver: “Escribe ahora, escribe ahora”. Evidenciando que pretendían silenciar su potente pluma, responsable de denuncias al crimen de lesa patria que auspiciaba Báez. Gloria eterna a Manuel Rodríguez Objio en el sesquicentenario de su fusilamiento por oponerse a la anexión a los Estados Unidos propiciada por Ulysses S. Grant y Buenaventura Báez.