Hay profesores que, más allá del merecido reconocimiento que le otorga la sociedad, su vida silenciosa y fructífera es digna de emular por la legión de alumnos que pasan por sus manos. La de Manuel Matos Moquete (Tamayo, Provincia Bahoruco, 1944) es una de esas vidas que merecen contarse y tomarse como modelo a seguir ya que, sin pretenderlo, han inspirado a otros desde su ejercicio como docente. Hace unos días ha recibido el Premio Nacional de Literatura 2019 otorgado por la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura, con este galardón se reconoce a toda una vida de valiosa labor intelectual con vocación de convertirse en ejemplaridad pública.
Hay varias facetas en Matos Moquete que harán difícil no solo la clasificación de su obra, sino también la labor de una crítica o lectura total a su obra. Por un lado, está el ensayista renombrado que se ha centrado tanto en el análisis sociolingüístico del discurso político dominicano como también el análisis crítico del discurso literario en América Latina. Añádase a esta labor de investigación intelectual de primer orden todo el material publicado por el autor sobre la enseñanza del español como lengua materna y las transformaciones curriculares más importantes ocurridas en el país que llevan su impronta.
Está igualmente la faceta del Matos Moquete novelista. Las obras de imaginación que este autor ha publicado muestran sin temor a dudas el hondo calado de trabajo sobre el lenguaje. Es una obra digna de análisis y relectura. En el marco de este premio es un buen pretexto para leer un novelista dominicano o releerlo concienzudamente para aquellos que le seguimos sus constantes publicaciones.
De mi parte, he admirado siempre al Matos Moquete maestro. Todo lo que he adquirido en mi formación académica en torno a la enseñanza de la lengua materna y el análisis del discurso se lo debo a sus clases en Intec, la maestría en Lingüística Aplicada y, después, a los diplomados de formación permanente sobre estrategias de enseñanza en las aulas de español, todo ello merecen una mención especial ya que el derroche de sabiduría académica (no solo en Lingüística, también en Pedagogía, Sociolingüística y Análisis del Discurso) nos dejaban impresionados a los que acudíamos con fervor a beber del pozo.
Estos últimos años me he encontrado con el Matos Moquete maestro de la UASD, académico incansable de cuyos alumnos oigo el reproche de que les pone a leer demasiado. Como académico uasdiano es una muestra de que la Primada de América tiene un cuerpo docente de primer orden en América Latina, no tenemos nada que envidiar a tantas otras universidades del país o del extranjero.
De Matos Moquete extraño su obra crítica. Para mí es uno de los mejores críticos literarios dominicanos en términos de formación, construcción de un juicio estético en torno a la obra de arte literaria e independencia de criterio. Sus claves de lectura a “Hay un País en el Mundo” es lo mejor que se ha escrito sobre el poema de Pedro Mir y hay que tomar en cuenta sus análisis de los cuentos de Bosch cada vez que analicemos la cuentística dominicana en los años venideros.
Con este galardón merecido no solo gana el autor y las academias que han apoyado su trabajo tesonero, también gana el país al reconocer a unos de sus lingüistas y académico más prolijos. La sencillez, la libertad y el rigor de una vida académica e intelectual que se convierten en ejemplaridad pública en estos tiempos de crisis de referentes.