En estos días la Presidencia de la Republica  nombró como nuevo Jefe de la Policía al mayor general Nelson Peguero Paredes, quien aseguró que enfrentará “el crimen organizado y la delincuencia con mano dura y en el terreno en que los delincuentes quieran”.

Esta frase no es nueva. Haciendo un recorrido histórico con una revisión superficial de la prensa escrita en los últimos 20 años podemos encontrar este mismo discurso en casi la totalidad de los jefes de la policía a su entrada en la jefatura independientemente del gobierno de turno y del partido en el gobierno (PRSC, PLD, PRD).

Igualmente se encuentran en la prensa escrita las demandas de acciones contra la delincuencia por líderes de opinión desde la “mano dura” que a su vez se superponen a las denuncias de ajusticiamientos policiales y violaciones a los derechos humanos realizadas por el organismo policial desde los 12 años de Balaguer hasta nuestros días.

¿La mano dura es una política efectiva contra la delincuencia?

En nuestro país la delincuencia ha tenido una permanencia sostenida y creciente desde los últimos 50 años y siempre se ha ejecutado mano dura como estrategia de intervención.  Mientras más “mano dura” se ejecuta más se fortalecen las redes delictivas y el tejido de la delincuencia. Esto así por varias razones:

  1. La mano dura obstaculiza los procesos de investigación del crimen organizado porque si se mata a los delincuentes, ya no hay nada que investigar.
  2. La mano dura se convierte en una estrategia de ejecución que focaliza la delincuencia en el último eslabón de las redes delictivas- el más vulnerable y no toca en lo absoluto a quien dirige, organiza y se beneficia de las redes delictivas y el crimen organizado.
  3. La mano dura solo está dirigida y focalizada hacia una población joven-pobre de barrios urbano-marginales.

Toda acción delictiva no es una acción individual de un “joven pobre de un barrio que necesita dinero”, es una acción estructurada y organizada desde redes en la que el joven pobre del barrio que necesita dinero es quien ejecuta por ser la presa fácil, pero de los beneficios obtenidos solo le toca una proporción mínima.

  1. La mano dura incrementa la violencia social porque genera círculos y espirales de violencia entre las víctimas y las familias afectadas por los ajusticiamientos policiales.
  2. La mano dura debilita el sistema de justicia que tiene una responsabilidad importante en el control de la delincuencia y la seguridad ciudadana.
  3. La mano dura invisibiliza el macro-delito y su tejido de sostén en las estructuras de poder presentes en todo el territorio.
  1. La mano dura toma como punto de partida la visión del delito como una acción individual y oculta e invisibiliza su carácter estructural que involucra a redes y personas que no se encuentran en los barrios sino que se vinculan a estructuras de poder en todo el territorio nacional.
  1. La mano dura se considera una estrategia “fracasada” en toda Latinoamérica y Centroamérica con estudios que comprueban su impacto en el incremento de la violencia y delincuencia.

Esta inefectividad de la “Mano Dura” como estrategia de control de la delincuencia se presenta en estudios realizados en toda Latinoamérica desde el 2009. Al contrario el uso de la estrategia de “Mano Dura en Centroamérica incrementó la violencia y la delincuencia en un 20 y 30% como se plasma en el Informe de Naciones Unidas para la región Centroamericana (PNUD 2011)

Así el reforzamiento de esta estrategia seguirá fortaleciendo la delincuencia, la inseguridad ciudadana y no va a intervenir en las verdaderas causas que implican a todos los sectores de la sociedad.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY