¡DÍA DE LA RESISTENCIA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS!
¡Día de la Memoria, Identidad y Dignidad de Todas y de Todos los pueblos condenados del planeta!
Firmado hoy 12 de octubre en Santo Domingo, Rep. Dominicana por:
Guabancex Viento y Agua, Acción Afro-Dominicana, Reconoci.do, Museo de la Dignidad, Grito de los Excluídos, Afritude, Fundación Juan Bosch, Junta de Prietas, GLEFAS, CeroDiscriminaciónRD, Coophabitat, Grupo Comunitario para el Desarrollo Juvenil, Red Urbano Popular, Mujeres Sociopolítica Mamá Tingó, Fundación Jesús En Ti Confío, Comité Dominicano de Derechos Humanos –CDDH-
La permanencia de nuestra presencia como cultura originaria y la conexión con el saber es un continuo del presente. La memoria nunca pertenece al pasado es un ejercicio cotidiano de Hacer y Vivir la cultura. Los árboles están afianzados a la tierra y a los cielos, su permanencia es un continuo de dos mundos. Los árboles, La Ceiba, por ejemplo, nos enseñan que no hay separación en la naturaleza, es una identidad doble, que corresponde al mundo de lo visible y de lo no visible. Los mitos y los sueños hablan de esos hilos que se tejen en la historia. Nuestra humanidad, no es una separación entre la naturaleza y la cultura. La ancestralidad nos enseña sobre esa integración: un cuerpo que se manifiesta en lo físico y en lo espiritual:, en los anhelos, en lo sagrado, en los cantos y en la memoria. No hay una separación y por ende lo que le pasa a un ser humano es lo mismo que afecta a una planta, a un animal o a un mineral. Esos saberes conforman tradiciones que han pasado desde nuestros ancestros/as a la psique colectiva de la familia caribeña.
El antropocentrismo colonial buscó la separación y el olvido para justificar el etnocidio y ecocidio. Los colonialistas impusieron un modelo civilizatorio destructivo, reflejado en un sistema de muerte que destruye el lazo comunal y su estructura organizativa, el bohío común, nuestro espacio sagrado de las aguas, los suelos, bosques y entidades espirituales guardianas de nuestra casa, y además instauró una narrativa para separarnos de la conexión con el corazón de nuestra ancestralidad originaria. Ellos nos declararon muertos o extintos, feos, salvajes y hasta no humanos. Para robar nuestra tierra. A pesar de ello, nunca lograron robarnos el alma!. La resistencia y la permanencia de nuestra cultura es una memoria que encarnamos en el hoy del pueblo dominicano.
Los pueblos originarios y aquellos de origen africano que debieron reinventarse al ser implantados a la fuerza en estas tierras no hemos desaparecido, no estamos muertos. Seguimos en estas islas y el continente de Abya Yala, somos presente cuando sembramos la yuca o el ñame, cuando bailamos la zarandunga o los palos o el gagá, cuando amarramos las piedras, bebemos el tafiao, tiramos la atarraya, preparamos bebedizos y mabí. Cantamos y bailamos permanentemente, llamamos a nuestros muertos para que nos cuiden en el presente y traigan la abundancia. Aclamamos a los misterios que se entremezclan con los santos cristianos para apaciguar las aguas, los huracanes y enfermedades. Es una memoria que no han podido borrar. Es un saber y hacer que retomamos y reclamamos ejerciendo nuestro derecho pleno de vivir una cultura ancestral originaria que nos pertenece y a la que aportamos en cada nueva generación. Somos pasado-presente, ni el eurocentrismo colonialista, en su expresión de exclusión, homogenización, racismo, clasismos, patriarcalismo machista heteronormativo, ni el capitalismo salvaje podrán romper e interponerse con nuestras raíces identitarias.
Las identidades se recrean, se sienten, se construyen, se reelaboran, se reinventan y son los continuos que permanecen en los sueños, historias, mitos y leyendas. La identidad es un presente que no necesita de las narrativas de un Estado colonial, ni de las élites que ostentan tales memorias. La resistencia de los pueblos originarios y de los originarios de África que fueron secuestrados y esclavizados en estas tierras por los colonialistas, así como su descendencia, han demostrado que la conmemoración del 12 de octubre es la imaginación-imposición histórica de las elites coloniales. Por esto nos oponemos a los discursos oficiales que hablan de “encuentro de culturas”: hablar de encuentro y festejar la latinidad es seguir encubriendo el genocidio, la invasión y la desgracia que nos trajo este fatal acontecimiento histórico a los pueblos extraeuropeos del planeta. Exigimos desmantelar la red de monumentos celebratorios de tal barbarie y comenzar a educar a las nuevas generaciones mostrando las verdaderas consecuencias de lo ocurrido a partir de estas fechas.
Recordamos que el 11 de octubre del 1492 fue el último día que hubo paz en Abya Yala y hoy 12 de octubre del 2020, si hemos de celebrar algo, habremos de celebrar nuestra capacidad de resistencia como pueblo de mayoría afro-aborigen. Recordamos y exigimos reparación por todo lo que nos han hecho, y a la vez celebramos el cimarronaje y los caminos de los manieles de la libertad hacia la cordillera de Bahoruco que fueron enseñados por los Guarocuyas. En nosotros vive la memoria de libertad de nuestros ancestros africanos y también la dignidad perteneciente a los pueblos originarios de Abya Ayala.
¡12 DE OCTUBRE