MANÍA

“La escasez de edificios de apartamentos administrados profesionalmente tras la MANÍA de conversión a condominios de la última década. . .”

Este pasaje es una muestra más de lo que la tendencia a la exageración puede hacer con las palabras de todos los días. Hay que convenir en que la palabra manía ha perdido mucho de su fuerza expresiva como resultado de la ampliación de su significado primero.

No obstante la aseveración de la última oración anterior a esta, hay ampliaciones que no son convenientes de acuerdo con el espíritu primero de un vocablo. El concepto de manía al principio fue una especie de locura, un trastorno mental; de ahí pasó a ser una costumbre extravagante y caprichosa. Más adelante se aceptó para llamar así un deseo o afecto desmedido o desordenado.

La última -en el registro coloquial- corresponde a la acepción aceptada como la del sentimiento de antipatía contra una persona, esto es: ojeriza; y hasta sentimiento contra una cosa.

Es ir demasiado lejos llevar la noción de manía a una tendencia mercantil; a un afán de negocios, a una actividad mercurial que se desarrolla para allegarse mayores beneficios pecuniarios.

Convenía mejor en un caso como el de la cita emplear otros términos más convenientes para el caso específico de la conversión de edificios de apartamentos para alquiler en propiedades en condominio. Como ejemplos de vocablos pueden sugerirse: propensión, tendencia, disposición, preferencia.

Como en tantas ocasiones anteriores hay que insistir en que para comunicar, es decir, llevar el mensaje de quien escribe al entendimiento del receptor (de emisor a receptor), lo que se impone que se haga es que se escriba de modo claro, eligiendo las palabras convenientes, las que no dejen intersticio para que se cuele una mala interpretación.

TIRAR LA TOALLA

“Una visita a México no solo sería una señal de que no ha TIRADO LA TOALLA en lo que respecta a los votantes hispanos. . .”

Son muchas las palabras de los deportes que han logrado integrarse al lenguaje diario, son  vocablos que han ensanchado su alcance primero y han trascendido los límites originales de su campo de acción.

La expresión del deporte o profesión del pugilismo “tirar la toalla” es una que se ha incorporado al lenguaje corriente y se acepta generalmente por “darse por vencido”. La lanza (la toalla) el apoderado del boxeador para dar por terminada la pelea por reconocer la inferioridad física de su púgil.

En el habla de todos los días se utiliza la expresión comentada para expresar que una persona o grupo se considera vencido.

El fenómeno que se observa puede sintetizarse como el de una transferencia de significado, en el que la expresión adquiere un uso figurado o metafórico. Aquí va de un campo restringido, del pugilismo, a otro más vasto, el del habla común.

El pugilismo ha introducido muchas palabras o expresiones al habla diaria. Entre otras puede recordarse el famoso nocáut, el tirar a alguien a la lona; “estar en la esquina de” alguien, “ser un peso pesado”, el golpe de gancho y, otros más.

El knockout se reconoció en español con la representación gráfica ya anotada, la traducción es “poner o dejar fuera de combate” o, simplemente: “fuera de combate”. La lona, cuadrilátero, o encerado es el “ensogado” en el que se desarrolla el combate boxístico.

“Estar o pertenecer a la esquina de alguien” es ser del equipo de esa persona. Los pesos pesados son las personas importantes en algún tipo de actividad. El “gancho” es un tipo de golpe corto que lanza el boxeador con el brazo y el antebrazo arqueados, con un movimiento de abajo hacia arriba. Los dominicanos conocen muy bien la expresión “darle hasta con el cubo del agua” que es vencer o derrotar a alguien de modo apabullante.

Con la corta enumeración de palabras y expresiones que se han citado en esta sección no se trata de agotar el tema sino solo presentarlo para que el lector tome nota del fenómeno.

EN PERSPECTIVA

“Para poner la cifra EN PERSPECTIVA, Estados Unidos exporta más a México que a Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Polonia juntos. . .”

En esta sección se verá con algún detenimiento la expresión “en perspectiva” considerada en compañía de varios verbos que le confieren sentidos diferentes y más precisos en cada caso. En el texto de la cita el todo es “poner en perspectiva”.

La palabra perspectiva ha evolucionado en la lengua española de modo que ha adquirido mayor relevancia en sentido figurado. Es una técnica de representar en un plano los objetos para dar la sensación de profundidad. Es la visión que se obtiene al observar algo desde un punto, por lo general alejado. Es el punto de vista desde el cual se analiza o considera algo. Por último, en lengua moderna, es la visión más ajustada a la realidad favorecida por la distancia con que se observa.

Después de la enumeración anterior si uno regresa al texto de la cita hay que convenir en que el modo de exposición no es claro. En la frase copiada hay un contraste entre las exportaciones que se hacen desde Estados Unidos a varios países o hay algún tipo de comparación entre los países hacia los cuales se hacen las exportaciones.

En el último párrafo el verbo contrastar se utiliza a modo de comparar cosas (exportaciones) que son muy distintas unas de otras o, una de varias otras consideradas juntas.

La locución adverbial “en perspectiva”, de acuerdo con lo que asienta la RAE es “en proyecto o con posibilidades para un futuro”. Piénsese si en la cita hay algún indicio en que se vislumbre algo en el sentido que reconoce la RAE  a la locución.

Sin ánimo de ir demasiado lejos se hace necesario insistir una vez más en que las personas más propensas a excederse en el uso del lenguaje son los “analistas”. Estas personas que se consideran más instruidas que los observadores comunes de los acontecimientos son quienes incurren con mayor frecuencia en estos desafueros contra la lengua cotidiana.

MOLES

“. . .para que los gorditos uniformados vuelvan a ser los agentes afables y corteses que velaban por la seguridad en los festivales, playas y MOLES y que ahuyentaban a unos malos que entonces ni siquiera portaban armas de fuego.”

Hay muchas maneras de leer en español. En español  esta acción de leer de modo diferente parece que sucede con mayor frecuencia que en otros idiomas. Leer en español es interpretar los caracteres en un texto escrito. Por suerte es también “interpretar” un texto escrito de un modo determinado. En la actualidad en algunas ciudades lo que en realidad se hace cuando se lee es que se percibe alguna cosa a partir de un indicio o de unos caracteres.

No todo lo que consta en el párrafo anterior pertenece al español derecho, como tampoco pertenece a esa lengua el texto escrito por el columnista que escribió el pasaje citado.

Para poder entender lo que este señor trató de comunicar hay que deshacerse de los conocimientos de español, porque en la lengua común “mole” es una unidad de medida de cantidad de materia. Se propuso “mol” porque se presume que la terminación pertenece al plural. No obstante lo antes mencionado vale la pena que se vea lo que “mole” significa en español. Eso significa blando y suave. Además de lo anterior una mole es gran corpulencia o bulto voluminoso y, por lo común, pesado. El último mole del español es la salsa espesa que lleva chiles y especias.

Como de costumbre, después de esta excursión al español auténtico, que resulta sin éxito para despejar el sentido de lo escrito en el texto de la cita, hay que viajar al inglés para encontrar satisfacción en la búsqueda.

El inglés tiene una voz que se pronuncia del modo en que escribió el columnista: “mol”. Esa voz en angloamericano es mall que corresponde al español “centro comercial”. En esa lengua extranjera conocen también la combinación shopping mall que es exactamente lo que se citó como traducción al español del simple mall.

Una vez concluido toda esta molestosa búsqueda pudo darse con el origen de la voz incluida por el columnista en su artículo. Hay que rogar a los manes de la lengua para que persuadan a las personas que escriben del modo citado para que cambien para bien con la esperanza de que eso redunde en beneficio de los lectores.

RELLENAR

Este verbo tiene una acepción que según parece, después de las investigaciones de lugar, pertenece solo al habla de los dominicanos. La acepción a que se alude no consta ni siquiera en el DAA que es la obra más completa acerca de vocablos propios de América.

No hay duda alguna con respecto a la existencia del verbo con el significado propio del habla dominicana. Lo que no puede certificarse en estos momentos es cuán activa es la voz en el léxico dominicano de la actualidad.

Rellenar es un verbo que en español dominicano adquiere una connotación especial. La acción la ejerce una persona cuando “rellena” a otra.  El sujeto de la acción de viva voz increpa a la persona objeto de la acción.

Consiste esencialmente esta acción en “leerla la cartilla a alguien”, es decir, en cantarle varias verdades que necesariamente el objeto de la acción no desea oír. Este verbo corresponde a “reprender a alguien, advirtiendo lo que debe hacer en algún asunto”. No es solo válido para los asuntos ya pasados sino también para el porvenir.

No conformes con “rellenar” a una persona el dominicano con ese cariz figurativo que imprime a su español le añade al verbo, para que no haya lugar a duda, “rellenar como una longaniza”.

Este verbo en sí mismo indica que la persona que ejerce la acción canta las verdades a la otra que oye sin miramientos con respecto de lo que quien oye pueda pensar. Es lo que en otros países o circunstancias llaman de una “descarga”. Para que el verbo sea bien aplicado no hace falta que la persona que lo conjugue con su acción lo haga utilizando improperios.

¡Por Dios! Que verbos como este no caigan en el olvido después de haber servido tan bien para la expresión del español dominicano. Este tipo de olvido quedará subsanado cuando se publique por la Academia Dominicana de la Lengua el Diccionario del español dominicano este año. Esa es una obra que sin duda merecerá los elogios de todos los hablantes de español.