“. . .al tocar los temas de prácticas de parejas simultáneas, enamoramiento, chapeo y MANGUE. . .”

Los jóvenes son quienes mayor cantidad de voces nuevas añaden al léxico de los países en Hispanoamérica. Con la misma velocidad con que aparecen estas nuevas voces, a esa velocidad caen en el olvido, o al menos, reducen drásticamente su uso.

Muchas de las voces de las que se habla en el párrafo anterior pertenecen a una actividad a, a una moda o nueva costumbre. Por la misma realidad y tipo de vida que lleva la juventud, esta se incorpora a los cambios con mayor facilidad o, produce estos cambios por la actitud que asumen ante la vida.

Carmen Silva-Corvalán presenta este fenómeno de manera muy clara, “El grupo de edad que más propende a diferenciarse lingüísticamente es el de los adolescentes, quienes se identifican con su grupo esencialmente por medio del uso de vocabulario y expresiones propias de ellos y de su tiempo. . .” Sociolingüística y pragmática (2001:102).

La introducción que precede es para justificar que se estudie aquí la voz mangue y de paso el verbo manguear. Todavía es muy pronto para poder predecir que esta será solo una denominación de algo pasajero o si la relación a que se refiere la nueva voz tendrá proyecciones en el futuro.

Hay que dedicarle unas reflexiones a la voz porque ha pasado del habla de algunas personas a las consideraciones de estudiosos de la conducta social; esto es, se ha proyectado al español dominicano escrito; en consecuencia, está documentado. Por lo tanto, no puede pasarse por alto.

Este mangue consiste es una relación ocasional sin compromiso que conlleva reciprocidad de favores y servicios. Esa es la caracterización que puede extractarse de lo leído acerca de esta práctica.

Ha de tenerse en cuenta que el significado del verbo manguear del español dominicano guarda poca relación con el de otros países de Hispanoamérica, en los cuales se entiende por esta acción en sentido figurado, “Atraer [a alguien] con halagos y mañas”. Puede observarse que el verbo dominicano reposa sobre el resultado de la actividad reconocida en otros países; esto es, relación amorosa ocasional que reposa sobre favores y servicios recíprocos.

DEVOLVERSE

“Se DEVOLVIÓ a la cafetería donde. . .”

Es posible que para muchos hablantes de español dominicano cuando acuden al Diccionario de la lengua española les cause sorpresa encontrar que el verbo que figura en ese lexicón es devolver, así, sin mención de ninguna clase. Otra circunstancia que les producirá extrañeza es que entre las acepciones no hay una que satisfaga el uso que del verbo hacen los dominicanos. Al final aparece la mención “R. Dom.” Para una acepción que reza así: “Volverse, dar la vuelta”.

Cuando se consulta en el mismo diccionario el verbo volverse, este lleva a volver que en la acepción que más se acerca al devolverse dominicano expresa, “Ir al lugar de donde se partió”. No hay mejor fortuna si se trata de hallar respuesta en el Diccionario de americanismos de las Academias, pues allí figura, “Volverse al lugar de donde se ha salido”.

Ahora bien, en esta fase de la sección ha de entrarse en los aspectos que han motivado el estudio de este verbo. En el habla de los dominicanos el verbo devolverse no implica regresar al lugar de donde se partió. En esta habla con mucha frecuencia se usa el verbo devolverse para expresar que la persona que salió de un lugar desistió de llegar al sitio hacia el cual se dirigía; es decir, interrumpió su marcha o viaje.

Lo que se asevera en el párrafo anterior a este con respecto del verbo devolverse no es todo, pues quien renuncia a llegar hasta su destino NO vuelve al sitio desde donde arrancó. La intención principal que lleva el verbo en el habla de los dominicanos es expresar que se renuncia a alcanzar el lugar de destino, sin que ello conlleve retornar al punto de partida.

Hasta el momento en que se redactan estas notas no se ha encontrado rastro de estas explicaciones, acepciones o definiciones que se han detallado más arriba. Por este medio se hace constar el uso en el habla para que los especialistas las tomen en cuenta.

GALIMATÍAS – *GALIMATIA

“. . .fue un escambroso ejemplo de GALIMATÍA jurídica. . .” 

Con respecto al término galimatías hay dos asuntos que deben retenerse que no son para olvidar. El primero es que es de género masculino; por lo tanto, en la frase de la cita debió el redactor escribir “jurídico”, es masculino.

El segundo asunto salta a la vista, pues siempre lleva la letra ese /s/ al final, sin que ello signifique que sea plural. El amigo chusco decía que si bien es cierto que como escribe la Real Academia la palabra entra en español desde el francés, nada tiene que ver con el galo Matías.

Algunos etimólogos soslayan el asunto del origen del término asegurando que es de origen remoto incierto. El origen mediato es del francés, como ya se mencionó. El francés lo recibió del griego. Al pobre evangelista Mateo “le echan la cuaba”, pues al principio de su evangelio describe una genealogía en lenguaje embrollado, de donde en esa lengua escriben katà Mattaîon.

Ah, no hay que olvidar que galimatías significa lenguaje oscuro, sea por la impropiedad de la frase o por la confusión de las ideas. En el registro coloquial se acepta el término del título para llamar algo que tiene característica de “confusión, desorden, lío”.

ORONDO – *HORONDO

“. . .en cambio la zona de la emoción se levanta orgullosa y *HORONDA”.

La letra hache /h/ solo suena cuando falta o la escriben de más. Esto es, adquiere importancia en los casos en que se hace mala administración de su representación. Se escribe representación porque no tiene sonido alguno. En la cita llama la atención porque debe estar ausente de la escritura de la palabra (h)orondo, a.

En esta sección se mencionarán algunos datos con respecto de esta letra. Algunas de las informaciones que se suministrarán están relacionados con la historia de la letra hache.

La Real Academia reconoce que la letra hache es un “signo ortográfico ocioso, mantenido por una tradición respetable”. Hay que subrayar que la corporación de la lengua española recurre al adjetivo “respetable” para imprimir fuerza y carácter a lo que sostiene. La lengua española recibió la hache del latín porque se encontraba ya en la ortografía de esa lengua.

No hay que rasgarse las vestiduras ni mostrar asombro cuando se lee que algunos académicos y estudiosos de la lengua española han propugnado por la eliminación de la letra sin sonido. El signo ortográfico aquí estudiado ha dado lugar a aspiraciones de la h, para así hacer sentir su presencia. En algunos casos, por ejemplo, jipato, en dominicano, que viene de hipado, hinchado.

La palabra orondo es de cepa muy antigua en el español general. Consta en el Diccionario de autoridades en el tomo quinto, en la impresión de 1737. Dice allí que es adjetivo para, “Campanudo, pomposo, presumido, amigo de ser visto y parecer bien”. (Adaptación al español moderno de RG). Estas características las resumió el Diccionario de la lengua española a “Lleno de presunción y muy contento de sí mismo”.

Todavía en el año 1914, el Diccionario de la Real Academia Española traía la voz horondo, a y remite a orondo para su definición. Así aparece en la página 554 de esa edición. Quizás esta hache fue la que motivó que usaran jorondo en Tabasco, México, Diccionario de mejicanismos (1895:323). Aún en tiempos modernos en Honduras se expresan de ese modo.