Estoy convencido que el cultivo de frutas tropicales constituye uno de los rubros más promisorios para el país. Entre ellas, el mango, que ya encabeza la lista de las frutas de mayor consumo en el mundo, ha requerido mi atención de manera particular.

Por eso, me he hecho presente en cada una de las ferias que promueven esta singular maravilla de la naturaleza, tanto en el país, como en el extranjero, particularmente la Feria de Mangos de Fairchild, en Miami, en la que he estado participando recientemente.

Recuerdo que hace algunos años, el “tiempo de mangos” constituía para los muchachos un homenaje al maroteo. Los mangos, abundantes y sabrosos, se recogían al pie de las frondosas matas, se “apeaban” al tiro de certeras piedras, o, al riesgo de las bravas avispas, los más aguerridos se trepaban a buscarlos en las cargadas ramas donde maduraban.

Hipólito Mejía en Baní, acompañado de doña Rosa Gómez, su esposa.

Hoy, mi predilección por esta fruta sigue intacta. Sin embargo, los tiempos del maroteo han ido desapareciendo en el país y el cultivo de mangos de nuevas y mejoradas variedades se ha convertido en una actividad lucrativa para nuestros agricultores, desplazando las viejas variedades por un producto más sabroso, resistente y duradero, que engrosa cada vez más nuestro mercado nacional y de exportación.

En Canastica, de San Cristóbal, he hecho de mi parcela una finca de desarrollo orgánico de frutales. Allí acopio más de ciento ochenta variedades de mangos que he recolectado en los más diversos países del mundo, y, aquellas que resultan mejor adaptadas a nuestro suelo y clima, pasan a ser reproducidas en las plantaciones nacionales, especialmente las de San Cristóbal y Baní, para beneficio de nuestros productores.

Sin embargo, debo confesar, sin disimular mi ignorancia, la enorme sorpresa con que recibo las variadas conclusiones de los estudios que se llevan a cabo en prestigiosos centros de investigación de América y Asia, acerca de las propiedades de esta sabrosa fruta para la salud de quienes la consumen. Permítanme compartir algunas de ellas.

Una investigación llevada a cabo por la Federación de Sociedades Americanas para la Biología Experimental, (FASEB) por sus siglas en inglés, ha revelado que comer mangos con regularidad  puede contribuir a estabilizar y hasta a disminuir el contenido de azúcar en la sangre. Esta conclusión constituye una excelente noticia para aquellos que padecen la diabetes tipo dos, tan arraigada en nuestros países. Ello se debe,  Según el Dr. Edralin Lucas, Ph.D., a que el mango contiene una compleja mezcla de compuestos poli fenólicos que actúan en consecuencia.

En el año 2006, investigadores australianos de la Universidad de Queensland establecieron que la ingesta de mangos tiene también un efecto anti inflamatorio. Igualmente, que contribuye a reducir los altos niveles de colesterol y que, en algunos casos, funciona mejor que los medicamentos utilizados para controlar esa enfermedad.

En igual sentido, en el 2011, un equipo científico de la Universidad de Oklahoma concluyó que el consumo de mangos ayuda a normalizar los niveles de lípidos en la sangre, por lo que contribuye a prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

Su contenido de vitamina C, Pectina y fibra soluble ayudan a bajar el colesterol en la sangre, especialmente el LDL, o colesterol malo.

Por otra parte, una investigación dirigida por la doctora Susanne Talcott ha concluido que  comer mangos regularmente ayuda a prevenir el cáncer. Este equipo científico  ha identificado numerosos antioxidantes poli fenólicos presentes en el mango, que previenen la proliferación de radicales libres, previniendo el daño celular que propicia la multiplicación de células cancerosas, especialmente el cáncer de colon, de mama, de próstata y la leucemia.

Otras propiedades del mango que han sido comprobadas se refieren a la prevención de la anemia, dado su alto contenido de cobre, mineral del que los glóbulos rojos dependen para su multiplicación. Igualmente, mejora la visión, dado su alto contenido de vitamina A, del que alcanza a proveer hasta un 25% de su requerimiento diario por cada 100 gramos ingeridos.

El mango tiene un alto contenido de ácido glutámico. Este importante ingrediente contribuye a mejorar la memoria y, también se ha demostrado que mejora el déficit de atención en niños.

En cuanto al sistema digestivo, las enzimas presentes en el mango ayudan a la relajación del tracto intestinal, lo que contribuye a digerir los alimentos con mayor eficiencia, por lo que se recomienda para aquellas personas que padecen de indigestión o acidez recurrente.

Para quienes experimentan algún tipo de insuficiencia en sus relaciones íntimas, los altos niveles de vitamina E que contiene el mango ayudan también a regular las hormonas que mejoran el desempeño sexual.

Estos ejemplos que me he permitido compartir con ustedes aseguran que el sabroso mango ocupa un lugar privilegiado entre aquellas frutas que son consideradas como súper alimentos.

Además de dulces, deliciosos y refrescantes, los mangos han demostrado poseer importantes nutrientes que contribuyen a prevenir enfermedades y a mejorar, de manera significativa, la salud de quienes los consumen con regularidad. Más, ahora, que tenemos variedades disponibles durante todo el año.