Los incendios forestales, constituyen una verdadera amenaza para la masa boscosa del país. Estos pueden ocurrir de manera natural o provocados. Los incendios originados por la madre naturaleza, se producen por: a) de descargas eléctricas, b) concentración de los rayos solares o c) por fricción de material combustible en épocas de sequías, siendo el viento un factor contribuyente a su ocurrencia (deshidrata la biomasa) y a su rápida propagación. Generalmente estos tipos de incendios, se pueden considerar hasta beneficiosos para el bosque. Entre los beneficios se destacan la renovación del dosel, eliminación de especies invasoras, y adecuación del sitio para repoblación natural del bosque. De hecho hay especies de pino que han co-evolucionado con los incendios naturales y solo germinan después de su ocurrencia.
Sin embargo, los incendios de origen humano (intencionales o no), representan un gran peligro para la conservación de especies valiosas como son los árboles semilleros o padres. Los árboles padres, representan la garantía genética para la perpetuación de la especie. Cuidar el bosque de los incendios de origen humano, es fundamental en la protección de las cuencas hidrográficas y el mantenimiento de los caudales de los ríos y arroyos.
Son diversas las limitantes que enfrentan los guardabosques y empleados forestales que participan en labores de extinción de incendios. Extinguir o controlar incendios es una tarea ardua y peligrosa, al tiempo de ser una actividad de alto interés "cuasi patriótico". Para combatir, controlar y eliminar los incendios forestales, no solo se requiere de adecuado entrenamiento sino excelentes condiciones físicas, experiencia, herramientas adecuadas, monturas semovientes, transporte, vestimentas, comunicación y avituallamiento anticipado.
Precisamente, las carencias de los Guardabosques en todos estos renglones, son las primeras limitantes para controlar los incendios en las zonas forestales de manera oportuna y eficiente. Estas realidades, se tradujeron en trágicas debilidades, para que el incendio forestal ocurrido en el Parque Nacional Armando Bermúdez, se extendiera en tiempo y territorio. Este gran incendio se inicio como un "humito" insignificante a mediados de febrero del 2005. A pesar de que se utilizaron dos helicópteros de Venezuela para tratar de controlarlo, fue un "bendito aguacero" que finalmente lo apagó, el 4 de abril (el día que se anunció el fallecimiento del Papa Juan Pablo II). La negligencia de los funcionarios de la época en adición al personal que no acudió oportunamente, permitieron que un "fueguito" se convirtiera en un Gran Fuego. Se estima que se perdieron más de 600 a 800 mil tareas de bosque natural, con un costo incalculable para la biodiversidad.
Si suministramos a tiempo el avituallamiento a los Guardabosques, estos cumplirán con su deber de manera más eficiente. Si un incendio forestal se combate en sus inicios, éste no se extenderá más allá de lo debido. Los incendios forestales provocados o no, la forma displicente de cómo son enfrentados para su debido y oportuno control, tienen UN DENOMINADOR COMUN: la poca o ninguna afinidad (identidad) del hombre del campo con el recurso. No podemos esperar que con las carencias que viven estos ciudadanos (ver Artículo Manejo Forestal y Combate a la Pobreza), ellos van a cuidar un recurso que no representa "valor" para quienes lo han cuidado, protegido, sembrado o heredado!
El manejo forestal, es una técnica de aprovechamiento de la madera que se inicia desde que colectamos las semillas hasta que utilizamos el producto en las necesidades humanas, garantizando su permanencia a perpetuidad. ¿Por qué en Moca siempre hay yuca cultivada? Sencillamente porque después de cosechar el producto o cultivo, lo siembran de nuevo!!! El árbol tiene la misma secuencia de producción, solo que es de largo plazo… Oh y nuestros hijos y nietos, acaso no son de largo plazo? Si manejamos el bosque de manera racional, el hombre del campo, no permitirá que se queme un recurso del cual es accionista. Igual que el conuco de yuca o plátano, que siempre habrá para mercadear y suplir las necesidades alimenticias. El bosque manejado, reduce la disponibilidad de la biomasa que sirve de combustible en los incendios forestales. Si el campesino ve "valor" para él y su familia, al iniciarse cualquier incendio, acudirá inmediatamente a su control, debido a que está más cerca del recurso que la autoridad competente.
Es por todo lo anteriormente expuesto que, en la protección y conservación de nuestros recursos naturales, la participación e involucramiento de la gente que vive en su seno, resulta fundamental para lograr la sostenibilidad de los esfuerzos y recursos invertidos. Lo auspicioso es que ya República Dominicana cuenta con gente que lo sabe hacer, pero sobretodo, que tiene la voluntad necesaria para lograr que la conservación de los recursos naturales sea una realidad tangible y beneficiosa, ecológica, social y económicamente.