El Maestro Jesús de Galilea se identificó con algún concepto, aspecto cultural, o imagen ideal que conocían sus discípulos y la gente común a quienes enseñaba.
La más importante y destacada identificación a que Jesús aludió fue: “Yo Soy el que Soy”, que fue precisamente el apelativo con que se dio a conocer la Divinidad en la misteriosa manifestación a Moisés en el monte Horeb, según Éxodo 3: 14. En efecto el Nazareno se acomodó con el mismo Dios que veneraban los israelitas, los seguidores de la Torá (la Ley dada a Moisés), y el Talmúd (el compendio de las tradiciones religiosas-culturales de los judíos).
Es de notar que cuando Jesús dice: “Yo soy” no significa “Yo soy Dios”. Esta expresión no lleva necesariamente consigo la implicación de que él es el Señor Dios.
Fueron siete (7) las otras identificaciones de Jesús con imágenes y conceptos que el pueblo que le oía bien conocía, y que el Evangelio de Juan nos ha legado con las vinculadas expresiones de:
1. “Yo soy el PAN DE VIDA”. (Juan 6:35).
2. “Yo soy la LUZ DEL MUNDO”. (Juan 8:12).
3. “Yo soy la PUERTA”. (Juan 10:9)
4. “Yo soy el BUEN PASTOR”. (Juan 10:11).
5. “Yo soy la RESURRECCIÓN Y LA VIDA”. (Juan 11: 25).
6. “Yo soy el CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA”. (Juan 14:6).
7. “Yo soy la VID”. (Juan 15:5).
En esta ocasión se escoge para reflexionar sobre la identificación que Jesús hizo con “Yo soy la “Puerta”. Esta tipificación es recomendable en estos momentos históricos de la sociedad dominicana, porque se necesita tener en cuenta esa especial conducción para encontrar el camino que conduce a cimentar la fe y ensanchar la confianza; para eso, se pueden citar confiadamente las palabras del profeta Oseas 2: 15, cuando pregonó a nombre del Señor Dios, diciendo: “Convertiré el valle del desastre en puerta de esperanza”; pues, se puede concebir y confirmar que tiene ahora especial significación si se entiende y se interioriza lo que dijo Jesús para bien de la salud espiritual, la conciencia moral, y el amparo de la brújula direccional para conocer el camino a seguir a fin de obtener tranquilidad mental, y encontrar la fuente de valor, dignidad, estabilidad emocional; porque Jesucristo nos ha dicho: “Yo soy la “puerta”, el que por mi entre se salvará”. (Juan 10:9).
Toda puerta tiene dos lados, uno de entrada y otro de salida; más, tanto el lado de la penetración como el lado de la salida están necesariamente en el cuadro enmarcados y sujetos a las mismas bisagras. El lado de afuera de la puerta debe servir para que entren las corrientes beneficiosas que estimulan las buenas relaciones con Dios, con el prójimo y con uno mismo. El lado interior de la puerta debe servir para mantener los buenos estímulos que dan salud, física, mental, emocional y espiritual.
Jesús es la puerta idónea para llegar a las condiciones más excelentes de la verdad, las virtudes, las sensibilidades, y los valores para enriquecer la vida.
Los seres humanos tienen la facultad de entrar por esa puerta para hallar consolación y bienestar en todas las dimensiones; esto es así, por lo que dice el Salmo 118:20: “Esta es la puerta del Señor, por ella entran los justos”.
Usted está invitado a entrar por esa puerta y hallar paz en la tormenta, luz para discernir lo bueno de lo malo, fortaleza para la estabilidad emocional, y refuerzo para continuar con pasos firmes en la senda para alcanzar el estado de vida abundante y eterna que ofrece Jesús el Cristo, quien dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, en realidad, la “Puerta” que conduce a los justos al lugar ideal.